En una situación de supervivencia en zonas frías, nuestra vida
puede depender de nuestra capacidad para encender y mantener un
fuego. Sin llegar a esos extremos, podremos necesitar fuego para
secarnos, calentarnos, hacer señales a los equipos de rescate y
cocinar eliminando los posibles gérmenes y parásitos de nuestros
alimentos.
Siempre debemos llevar en nuestra mochila o equipaje,
especialmente si vamos a atravesar zonas inhóspitas, un mechero y/o
cerillas en un recipiente impermeable (una caja de carrete
fotográfico, por ejemplo. Lleva también los rascadores) o
impermeabilizadas (con esmalte de uñas o parafina). Si así lo
hacemos, nuestras posibilidades de supervivencia aumentarán y no
tendremos que preocuparnos de hacer fuego con medios improvisados.
Como noción previa, deciros que el fuego se puede
convertir en nuestro enemigo, si perdemos el control sobre el mismo. Por
ello es conveniente en todo momento tener a mano algún medio para sofocar
repentinamente un posible conato de incendio. Es muy útil un recipiente
grande lleno de tierra o de arena o incluso de agua.
Preparar, encender y mantener un fuego
Antes de nada
debemos decidir donde lo ubicaremos, prestando atención a viento y a
la vegetación, y preparar el lugar eliminando ramas, hierbas, etc.
Es buena idea excavar un hoyo de unos 10 ó 15 cm y rodearlo con
piedras para alojar en él la hoguera. Cuando deshagamos el
campamento, taparemos las cenizas con la tierra que sacamos,
devolveremos las piedras a donde las hayamos cogido y
dejaremos todo de manera que nadie pueda notar que hemos estado
allí. (Esta norma es bueno seguirla tanto si hacemos fuego como si
no).
Hay que buscar el material combustible: ramas secas de diferentes
grosores, la más menuda para encenderlo y la más gruesa para
mantenerlo. No será difícil de encontrar en zonas boscosas y con
tiempo seco. Las crecidas acumulan ramas en las orillas de los ríos
y en ocasiones las convierten en un auténtico filón. Las ramas más
bajas de los árboles están, con frecuencia, secas y se rompen con
facilidad. En caso de tiempo húmedo debemos buscar en los huecos de
los troncos secos, que proporcionan madera podrida que arde bien, en
zonas resguardadas al lado de rocas, caminos, grutas. Si no ha
llovido demasiado, quizá logremos madera seca simplemente
descortezando las ramas húmedas. Si no, tendremos que coger las
ramas gruesas y cortarlas en pedazos longitudinales para aprovechas
las astillas secas que obtengamos. Pondremos la madera húmeda a
secar cerca del fuego.
Para prender el fuego usaremos al principio leña más fina que
dispondremos con ayuda de una
roca o un tronco para que el aire circule bien y se inflame rápido.
Por encima de la leña fina la iremos añadiendo más gruesa. Si no
disponemos de suficiente leña fina podemos hacer astillas la más
gruesa con ayuda de nuestro cuchillo. También podemos rodear la hoguera
con un pequeño muro de piedra, que servirá para concentrar el calor (reflector),
para servir de soporte a los utensilios de cocina, para proteger del viento las llamas
y mejorar la seguridad del fuego. Podemos construir el parapeto con troncos en vez de
con piedra, pero deberemos separarlo unos 80 cm para evitar que pueda arder.
El
tipo de madera influye en su uso, así tenemos para calentarnos: fresno,
abeto, manzano, avellano. Combustionan rápidamente con muchas chispas,
pero dan calor rápido e intenso. Se consumen rápidamente y dejan ceniza en
vez de rescoldo. No son aconsejables para cocinar. Para esto ultimo
tenemos el haya, roble, nogal, etc. Son maderas duras (al contrario que
las anteriores) y arden lentamente dejando rescoldos. Estas son ideales
para elaborar alimentos. Hay
otras que no son recomendables para realizar fuegos, como el pino, el
endrino, el bambú, castaño, álamo, etc. No arden bien y producen demasiado
humo.
En la base habremos puesto la
"yesca", que es el material inflamable que encenderemos. Consistirá
en hojarasca, hierba seca, ramitas resinosas de pinos, sus hojas o
agujas, su resina. La madera podrida es una buena yesca en tiempo
húmedo, pues suele ser fácil arrancar las partes externas de los
troncos para alcanzar las zonas interiores secas. Algunos frutos
secos, como las nueces, poseen un aceite que les hace inflamables y
arden lentamente. Especialmente útil es la corteza de abedul cortada
en tiras, pues se inflama rápido, y arde despacio y con buena llama.
Se puede, incluso, hacer una antorcha improvisada enrollando una
tira de corteza a una vara.
En los lugares donde no hay leña el hombre recurre a otro tipo de
combustibles. En los desiertos se queman los excrementos de los
camellos; y en las zonas polares, la grasa de las focas y otros
animales. En las playas las algas secas también constituyen un combustible excelente.
Iniciar el Fuego
Saber encender fuego sin los elementos habituales (cerillas,
mecheros, etc) , es una habilidad que deberíamos practicar por nuestra
propia supervivencia. Métodos y útiles existen muchos, pero les recomendaré solo aquellos
que he probado con éxito. En estos casos se hace
especialmente importante tener preparada suficiente yesca (hierba
seca, hojarasca, etc. bien compactada para que la brasa se propague
con facilidad) y leña fina y seca para no desperdiciar una llama que
puede habernos costado mucho esfuerzo conseguir. Suele ser efectivo
soplar suavemente cuando aparece el primer puntito rojo para avivar
la llama. Los métodos son los siguientes:
Las lentes: Una lupa o las lentes de una cámara
fotográfica, los prismáticos o determinadas gafas son un medio muy
efectivo para encender un fuego, pero no nos servirá si no hay sol.
Prepara primero una buena yesca que prenda con facilidad y apunta
hacia ellas el puntito de luz.
Pedernal y Acero: Es un buen sistema que funciona en
cualquier circunstancia. Si no disponemos de pedernal podemos probar
con una piedra dura. (hay que probar hasta que encontremos una que
desprenda buenas chispas, y entonces guardarla para otras
ocasiones). Sostendremos el pedernal cerca de la yesca y lo
golpearemos con un trozo de acero, como puede ser la hoja de un
cuchillo, tratando de dirigir las chispas a la yesca.
Arco de rodamiento indio: Es un conocido sistema de
fricción de aire muy aventurero, pero si no sabemos escoger la
madera que vamos a usar lo más probable es que no logremos encender
el fuego. Consiste en girar rápidamente una vara con ayuda de un
arco sobre otro trozo de madera. Construiremos el arco con una rama
flexible y un cordón (de los zapatos, mochila, anorak, etc).
Si
queremos que el método funcione debemos frotar madera blanda contra
madera dura. En cualquier
sistema de fricción de madera, si obtenemos un polvillo negro, como
de carbón, habremos acertado con la madera adecuada, en cambio, si
obtenemos un polvo basto y arenoso, desechémosla y busquemos
otra.
Cuando empiece a salir humo se añade la yesca bien
compactada para que la brasa se propague con facilidad y se sopla
con suavidad mientras se continua frotando para lograr una llama.
Otros métodos: Podemos emplear una batería para hacer
chispas uniendo los cables de ambos polos. También, en teoría, es
posible fabricar una lente con un pedazo de hielo que labraremos con
el cuchillo y terminaremos dando forma con las concavidades de las
manos. Aunque si el frío es intenso el riesgo de congelación de
nuestras manos puede ser demasiado alto. También es posible usar un
objeto cóncavo (el culo de una botella, por ejemplo) para hacer la
lente, vertiendo agua sobre él y dejando que se congele. Si hacemos
dos, podemos pegarlos con un poco de agua que, si el frío es
intenso, se congelará enseguida.
En ocasiones, echar unas gotas
de gasolina o alcohol sobre la yesca puede facilitar la inflamación,
pero no la empapes completamente. Si usas gasolina u otro
combustible en un recipiente para calentarte, ten en cuenta que
existe un riesgo potencial de accidente. Nunca añadas más
combustible hasta que la llama se haya apagado y el recipiente se
enfríe.
Fuegos para cocinar: Para cocinar es mejor una hoguera
pequeña, que consume menos leña y es fácil de mantener. Siempre es
más práctico cocinar sobre las brasas que sobre la llama. Podemos
construir un hogar que nos servirá para poner la cazuela haciendo un
pequeño fuego entre dos troncos, dos piedras, etc. Si nuestra
cazuela tiene un asa como la de los cubos podemos sujetarla sobre el
fuego con una "grúa" improvisada con una rama inclinada sujeta entre
unas piedras y otra rama que funcionara como "percha".
Otro truco importante es el cocinar sobre piedras calientes. Para
ello, las calentaremos sobre la hoguera y aprovecharemos el calor por
ellas retenido para cocinar. Sustituye a una plancha, y por ello podremos
asar por contacto directo.
Resumiré los consejos mas importantes en este capitulo:
1.- Para saber distinguir entre la madera ideal para cocinar, esto es
calor duradero y la ideal para dar calor rápido, nos quedaremos con este
truco: la madera dura arde lentamente y la blanda mas rápido.
2.- La
yesca ha de estar muy seca para poder se efectiva. Si esta humeda podemos secarla guardandola en algun bolsillo interior, contra le cuerpo.
3.- Un
parapeto nos proporcionara refracción del calor hacia donde deseemos e
incluso protegerá la hoguera del viento.
4.- El
fuego en fosos (agujeros naturales o practicados en el suelo), son mas
seguros, proporcionan mas calor para cocinar, son mas discretos, mas
resguardados del viento y mas fáciles de apagar. Para ello, practicaremos
el fuego de la misma manera que a nivel del suelo. No es necesario ninguna
maniobra adicional. Quizás abanicar con algún elemento al comienzo del
fuego para proporcionar mayor aporte de oxigeno.
5.- Si
necesitamos calentar ropa, lo haremos separándola convenientemente, pues
corremos el peligro de dañarla con chispas o simplemente
quemarla.