En una situación de supervivencia, después de tratar a los
heridos, la búsqueda de agua suele ser la necesidad más
apremiante.
Si carecemos de agua nuestras esperanzas de vida se cifran en
torno a los dos días en el desierto y a algo más de una semana en
climas frescos.
La cantidad de agua que necesitamos depende de la temperatura y
humedad ambiental y de la actividad física que desempeñemos, pero
nunca será menos de 2 litros diarios. En un desierto necesitaremos
10 ó 12 litros para llevar una actividad normal.
Encontrar agua
En las zonas templadas no
suele ser difícil encontrar cursos de agua. En las zonas secas y
desérticas la cosa puede complicarse más. Escarbar en los lechos
secos de ríos o arroyos da a veces buenos resultados. Los cúmulos de
vegetación en un determinado lugar son indicativos de existencia de
agua. En los terrenos calcáreos podemos buscar en el interior de las
grutas. Los animales también necesitan beber; observar sus
desplazamientos a primera hora de la mañana o última de la tarde
puede darnos pistas de dónde se encuentra el agua. Determinadas
plantas, que varían según la zona geográfica, sólo crecen donde hay
agua.
En
caso de que no encontremos ninguna fuente de agua aún podemos
aprovechar la de la condensación que se produce incluso en los
desiertos improvisando un destilador.
Necesitaremos un plástico de 2 x 2 m. y un cubo u otro recipiente
para recoger el agua. Un tubo de plástico para beber sin desmontar
el destilador es también muy útil. Con este sistema se dice que podemos obtener
entre 0,5 y 1 litro de agua al día.
Hay que cavar un hoyo en cuyo fondo colocaremos un recipiente que
recibirá el agua de la condensación que se produce en las paredes
del plástico con que cubrimos este hoyo. Una piedra en el centro del
plástico conducirá las gotas hasta el cubo. El destilador será más
efectivo si introducimos plantas en el agujero para aprovechar su
humedad. Sin embargo cuando yo lo he hecho no
he obtenido más de medio vaso, por lo que su construcción requiere mayor
esfuerzo que la recompenza.
Podemos aprovechar el rocio de la noche dejando ropa de algodón o que absorva bastante agua
al interperie, aprovechando algún plástico o lata que destile agua a un recipiente (como un vaso, un tarro, una bota)
, o simplemente arrastrando la ropa temprano al amanecer para recoger el rocio de la noche anterior.
Lo mismo ocurre si hay neblina o vapor de agua en el ambiente.
Peligros
En muchas zonas del globo,
especialmente en el tercer mundo existe un riesgo alto de
intoxicación al consumir agua, bien sea por contaminación
bacteriana, bien por ingerir parásitos con ella. También en el
primer mundo existe cierto riesgo al consumir agua de arroyos que
discurren entre prados sometidos a abonos con purines, altamente
contaminantes.
El consumo de aguas contaminadas puede producir enfermedades como
fiebre tifoidea, cólera o disentería, además de otros trastornos
provocados por parásitos que podemos pillar no sólo al beber,
también al bañarnos en aguas estancadas y contaminadas.
No se debe beber agua salada, su concentración en sal es tan alta
que colapsa los riñones y provoca la muerte entre fuertes dolores.
Tampoco se debe beber orina y no debemos olvidar que las sabias de
aspecto lechoso de muchas plantas son, con frecuencia,
venenosas.
Si hemos de beber agua, esta debe ser agua corriente, nunca estancada pues puede tener heces de animales y
con ello bacterias y otros organismos peligrosos. Lo mismo si encontramos peces muertos u otros indicadores de que algo
va mal con esa agua es mejor no beberla bajo ninguna circunstancia.
Purificar el agua
Si existe riesgo de
contaminación hay que purificar el agua con alguno de estos métodos
y esperar al menos una hora antes de consumirla.
Pastillas potabilizadoras: Es el método más práctico y efectivo
100%. Consiste en añadir al agua pastillas purificadoras. Estas
liberan iones de plata que acaban con los gérmenes, previenen de
nuevas infecciones y no producen daño alguno aunque se rebase la
dosis. Se venden en cajas con un número variable de pastillas según
sea cada pastilla para purificar 1, 5 ó 20 litros de agua. Podéis
encontrarlas con facilidad en tiendas de montaña, también en
Internet.
Yodo: Para desinfectar el agua con tintura de yodo usaremos unas
10 gotas por litro. La coloración tarda un rato en desaparecer.
Lejía: La lejía deja un sabor poco agradable en el agua. Usaremos
de 4 a 6 gotas por litro.
Ebullición: Hervir el agua no termina con todos los gérmenes (el
de la hepatitis, por ejemplo, resiste la ebullición), pero acaba con
la mayor parte de ellos y con todos los parásitos. Hay que hervirla
durante unos 10 minutos. En este caso se puede beber en cuanto
enfría.
Una forma para purificar cualquier líquido y dejar solo el agua que este contiene,
(La orina por ejemplo o el agua de mar), es hacer hervir el líquido y destilar
el vapor en otro recipiente en donde obtendremos agua pura sin perligro de bacterias,
concentración de sales o minerales peligrosos para la salud. Hay que tener paciencia
y el cuidado que el vapor no escape a otro lugar para no perder el preciado líquido
a utilizar.
Filtrado del agua
En ocasiones, la única agua
que podremos conseguir será la que se encuentre estancada en
charcos, sucia por el barro. Antes de beberla, y si olvidarse del
aspecto de la purificación, debemos clarificarla para eliminar las
partículas en suspensión.
La manera más sencilla es dejarla reposar varias horas en un
recipiente, y después, con un tubo de plástico o el tallo hueco y
flexible de una planta (por ejemplo un nenúfar) traspasarla a otro
recipiente situado en una posición más baja.
También se puede filtrar usando varias capas de tejidos o con
arena limpia, ayudándonos de un filtro improvisado con un pedazo de
caña de bambú, cuyo extremo, agujereado, taponaremos con unas
briznas de hierba.