Geocielo
Su
reloj de arena se detiene marcando el inicio de próximas épocas,
su espada orgullosa evoca la voz de la unión, la cual ordenó
robar los ojos de aquellos hombres, y arrojarlos al rostro del cielo, para
así penetrar su interior, para alcanzar sus más bellos enigmas,
y dejarlos caer, como migajas, en la boca hambrienta de la tierra. El rostro
feliz del Sol volverá a ser la casa del amigable fuego, sus dedos
podrán sumergirse en el mar, y jugar con la soledad de todos los
planetas y peces que comparten tranquilos el pan.
Algún día el pacto dejará de
estar inconcluso para las serpientes del Sur, entonces el guerrero con
su espada cansada, también deberá descender sobre los mares
luminosos del geocielo, y arrancando sus ojos contemplará su obra
de plena igualdad...