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Concepción, 03 de mayo de 2003año IV nº 39
 




 
 

 

 

 

El museo debe ser un palacio...

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- ¿Por qué abrió museos Ralli en países tan distintos?

Cada uno tiene sus razones. El primero que abrimos fue en Punta del Este (1987), que es un gran centro turístico. El de Israel (1993) es el más importante por el nivel cultural. Se trata de un país donde circulan todas las nacionalidades europeas. El de Marbella (2000) lo abrimos porque queríamos estar en ese continente, y por la relación histórica que tiene España con Latinoamérica. Chile me interesa desde que estuve aquí en los años 50. Compramos una participación en un banco y quedé con una muy buena impresión de este país. Además, Santiago está a dos horas en avión de Uruguay, por lo que es fácil intercambiar obras.

- ¿Qué le parece el arte chileno?

Acá hay muy buenos artistas. Nosotros contamos con obras de pintores tan importantes como Roberto Matta, Mario Carreño, Gonzalo Cienfuegos, Carmen Aldunate y Rodolfo Opazo. También hemos integrado algunos más jóvenes. Pero tanto aquí como en otros países, últimamente no hemos encontrado nuevos creadores dentro de lo que consideramos buena pintura. Especialmente el arte europeo se ha transformado en un desierto.

No a las inauguraciones

¿Quiénes van a las inauguraciones? Son personas de la sociedad o del mundo del arte, pero el público no va, plantea Harry Recanati frente a la costumbre de abrir una muestra con ceremonia y cóctel, a la que el Museo Ralli no adhiere. Sin embargo, el 6 de mayo habrá una apertura oficial de la exposición Los dertimientos, el arte y el ocio, que reúne las obras de Aquiles Badi (1894-1976), Héctor Basaldua (1895-1976) y Horacio Butler (1897-1983), pintores argentinos que estuvieron muy cerca de las vanguardias europeas de principios del siglo XX.

Esta muestra ya se presentó con éxito en Punta del Este. Son tres maestros postimpresionistas, que fueron amigos de toda la vida, precisa Martine Recanati, encargada de seleccionar las obras para cada exhibición. La doctora y esposa de Harry Recanati destaca las pinturas de Basaldua por tratarse de bosquejos preparados para las escenografías operáticas del Teatro Colón, donde trabajó el autor entre los años 30 y 60. La experta agrega que -además de la colección permanente- cada uno o dos años se abren muestras temporales. Cerca de mil obras rotan a través de los cuatro museos, permaneciendo guardada en Suiza la mayor parte del patrimonio Ralli.

 

 

 
 
 
 

 
 
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