El museo debe ser un palacio...
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- ¿Por qué abrió
museos Ralli en países tan distintos?
Cada uno tiene sus razones. El primero
que abrimos fue en Punta del Este (1987), que es un gran centro
turístico. El de Israel (1993) es el más importante
por el nivel cultural. Se trata de un país donde circulan
todas las nacionalidades europeas. El de Marbella (2000) lo
abrimos porque queríamos estar en ese continente, y
por la relación histórica que tiene España
con Latinoamérica. Chile me interesa desde que estuve
aquí en los años 50. Compramos una participación
en un banco y quedé con una muy buena impresión
de este país. Además, Santiago está a
dos horas en avión de Uruguay, por lo que es fácil
intercambiar obras.
- ¿Qué le parece el arte
chileno?
Acá hay muy buenos artistas.
Nosotros contamos con obras de pintores tan importantes como
Roberto Matta, Mario Carreño, Gonzalo Cienfuegos, Carmen
Aldunate y Rodolfo Opazo. También hemos integrado algunos
más jóvenes. Pero tanto aquí como en
otros países, últimamente no hemos encontrado
nuevos creadores dentro de lo que consideramos buena pintura.
Especialmente el arte europeo se ha transformado en un desierto.
No a las inauguraciones
¿Quiénes van a las inauguraciones?
Son personas de la sociedad o del mundo del arte, pero el
público no va, plantea Harry Recanati frente a la costumbre
de abrir una muestra con ceremonia y cóctel, a la que
el Museo Ralli no adhiere. Sin embargo, el 6 de mayo habrá
una apertura oficial de la exposición Los dertimientos,
el arte y el ocio, que reúne las obras de Aquiles Badi
(1894-1976), Héctor Basaldua (1895-1976) y Horacio
Butler (1897-1983), pintores argentinos que estuvieron muy
cerca de las vanguardias europeas de principios del siglo
XX.
Esta muestra ya se presentó
con éxito en Punta del Este. Son tres maestros postimpresionistas,
que fueron amigos de toda la vida, precisa Martine Recanati,
encargada de seleccionar las obras para cada exhibición.
La doctora y esposa de Harry Recanati destaca las pinturas
de Basaldua por tratarse de bosquejos preparados para las
escenografías operáticas del Teatro Colón,
donde trabajó el autor entre los años 30 y 60.
La experta agrega que -además de la colección
permanente- cada uno o dos años se abren muestras temporales.
Cerca de mil obras rotan a través de los cuatro museos,
permaneciendo guardada en Suiza la mayor parte del patrimonio
Ralli.
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