Harry Recanati:
El museo debe
ser un palacio
donde se expongan obras lindas
·Con un criterio
inusual a estas alturas de la historia, el ex-banquero israelí
mantiene cuatro museos en el mundo. Uno está en Chile.
Por Carolina Lara
El Mercurio
28 de Abril de 2003
Recanati
y su esposa Martine aseguran que no hay ninguna estrategia
en la elección de los lugares donde se han
abierto los museos.
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Hace once años que se abrió
el Museo Ralli en Santiago y todavía no es de acceso
masivo esta verdadera joya en el circuito local. Con bajo
perfil, el espacio se ha mantenido semiescondido en Alonso
de Sotomayor 4110, aun cuando en su cerrada arquitectura se
encuentra parte de una tremenda colección de arte latinoamericano,
y donde - además- es posible conocer obras de maestros
como Dalí, Chagall, Miró, Bacon y Rodin, en
un montaje de 300 piezas que tiene como broche de oro las
pinturas de escuelas flamencas, italianas y alemanas de los
siglos XVI al XVIII.
El lugar depende de una fundación
que lideran Harry y Martine Recanati. De visita en Chile,
los gestores cuentan que periódicamente recorren los
cuatro museos que poseen tanto aquí como en Cesarea
(Israel), Marbella (España) y Punta del Este (Uruguay),
todos sin fines de lucro, con entrada gratuita y en espléndidos
espacios donde se exponen exclusivamente las obras de un patrimonio
que sin parar enriquecen ellos mismos.
La institución tiene 20 mil metros
cuadrados construidos, con 10 mil metros para salas de exposición,
donde se van rotando las 10 mil obras de la colección.
Unas siete mil corresponden a artistas latinoamericanos vivos,
enfatiza su presidente que, después de toda una vida
a la cabeza de una cadena internacional de bancos, en 1982
decide venderla, para dedicarse por entero al repertorio de
arte europeo que venía armando desde los 18 años.
En la década de los 80 surgió
además la urgencia de recopilar aportes de este continente:
En ninguna parte del mundo encontramos un lugar donde el visitante
pudiera hacerse una idea del arte latinoamericano, dice Recanati.
Para él siempre es imprescindible
destacar las reacciones del público. Si bien en Israel
pueden llegar hasta dos mil personas al día y aquí
el promedio es de sesenta, en los cuadernos de comentarios
-que siempre se encarga de citar- se suman las alabanzas:
este es el mejor dividendo a un esfuerzo de 20 años
que hemos emprendido con el único fin de otorgar placer,
recalca.
<sigue>
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