Aldea Periodismo
 

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Concepción, 17 de abril 2003año IV nº 38
 




 
 

 

 

 

Cincuenta años de la Escuela de Periodismo

por Hugo Olea

Cuando se iniciaron las clases de periodismo de la Universidad de Concepción, el lunes 17 de abril de 1953, yo tenía diez años de edad. No se me había ocurrido ser periodista. Soñaba con manejar un tren, impresionado, tal vez, por el espectáculo de la locomotora Mikado, que con su banda sonora de campanadas y bufidos, ingresaba diariamente, a las seis y media de la tarde, por la primera línea, a la estación de mi pueblo, procedente de la capital del reino. Diez años después, abandonada tan peregrina idea, ingresé a la escuela de periodismo.

¿Qué ocurrió? Olvidado de trenes inicié apasionado romance con los diarios y revistas que mi padre compraba, incluídos los pequeños periódicos molinenses “El Día” y “El Lontué”. Oscar, tan fanático, esperaba, invierno y verano, un bus Via Sur que llegaba a las 11 de la noche. Es que traía una docena de ejemplares del vespertino “Ultima Hora”. Luego se iba a la cama ¿no me digas, de nuevo vas a leer hasta las tantas?, rezongaba mi madre.

Me impresionaron los artículos de Avelino Urzúa, “Topón de Siete”, los de Ricardo Boizard, “Picotón”, y Oscar Waiss. Los de Eugenio Lira, los agudísimos e insolentes de Darío Saint Marie, Volpone, también las crónicas de Mario Planet, Lenka Franulick, Luis Hernández Parker, Erica Vexler y Julio Lanzarotti, entre muchos periodistas que fueron mis maestros vía leer, releer y gozar de sus textos. Los modelos hogaño, son las figuras de la tevé. Nada personal. Los míos tenían mayor peso específico.

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En esta edición:
 
Cincuenta años de la Escuela de Periodismo
 
Estados Unidos, omnipresente
 

 
 
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