La verdad tiene
de peligroso...
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La semana
pasada los aliados bombardearon el canal árabe Al-
Jazeera, y ordenaron a los corresponsales instalados en Bagdad
retirarse de la ciudad. Seguramente no lo hicieron por ser
buenas personas y mostrar preocupación por sus vidas,
sino para coartar la libertad de expresión y poder
informar sólo lo que ellos decidan sea conveniente
para sus planes.
En Irak no existe libertad de
expresión como nosotros la conocemos en Occidente.
Toda la programación es orientada a convencer a los
televidentes de que las fuerzas estadounidenses están
a punto de derrumbarse, y que la Guardia Nacional hará
morder el polvo de la derrota a la principal potencia militar
del mundo, mientras se escucha el rugido de las bombas que
caen en una lluvia atroz en la capital.
Los noticieros de los canales
árabes en general, ofrecen a sus usuarios una visión
triunfalista de la guerra y sólo tienden a presentar
como verdadera la información que sale de Bagdad y
cuestionan la proveniente de Washington y Londres, aunque
la transmiten en directo y con traducción simultanea
al árabe.
En ambas partes, la información
sufre los efectos de la censura o la manipulación ejercida
por las autoridades, respectivas. El público debe rebuscar
en la amplia gama de oferta informativa, para formarse un
panorama fidedigno sobre los acontecimientos, descontaminado
de las manipulaciones que la información experimenta
durante los conflictos bélicos internacionales, esto
con lecturas entre líneas y ojos críticos.
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