RICARDO MAHNKE
En 1982, mientras estudia medicina, escribe poesía y lucha en la clandestinidad, ingresa a los medios de comunicación, produciendo y animando el mítico programa de rock "La ampolleta encendida", en Radio Universidad de Concepción. De ahí está a un paso a lo que va a ser su mayor descubrimiento: la primera visita a Concepción de una banda de San Miguel, llamada Los Prisioneros (Aula Magna, noviembre del 84). En honor a su amigos penquistas, el trío compondría años más tarde, para el disco de su reunificación, el tema "Concepción". Pero eso no es todo.
En 1992 recibe el Primer Premio de Poesía Ciudad de Leganés (España), siendo publicado, al año siguiente, su libro "Nada que decir", por Ediciones Libertarias de Madrid.
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El espectro de mis lectores
Ya no son los mismos
esos desconocidos de siempre;
cuando la quilla de mis palabras
aún no se paseaba al filo de los ventisqueros
abriéndose camino por la planicie blanca.
Algo ha salido raro a flote en esos rostros cuajados
y que ayer me saludaban como a parte del paisaje,
como obedeciendo a un semáforo lejano
o no llevaran bien las gafas puestas.
Los noto ahora exorcizados de su propia alma.
Me ven y escapan.
Ya conocerán mis sortilegios y me he tornado difícil de tragar.
¿Les gustó lo publicado?
¿Les faltó alguna hoja al libro que personalmente les entregué firmado?
Ya me atrevo a preguntarlo.
Quizás ni siquiera habrán visto ese parido ejemplar
Lo habrán regalado a una lejana pariente de visita
que lo ha llevado de regreso como regalo a una vecina,
dejado en el librero de otros regalos fatuos.
Hay quienes simplemente me quitaron el saludo en estas circunstancias.
Y no tengo certeza de su lectura.
Tal vez, no hice mella a nada.
Se lo habrán saltado...Una cuantas hojas. Puaj.
Y retirado de circulación
a ver si aparezco comentado en la prensa espuria.
La fama de los que van a morir
una tarde en la arena.
Y no tendrán a su Rita para falsificarlos.
Algunos, los menos, se topan conmigo con la otrora amistad
y me cuentan lo bien que lo pasaron leyendo mis frases.
Aunque no fuera esa mi idea propiamente tal.
Deberían haber tomado sus propias ideas y salir a la calle,
levantar barricadas,
resistir,
cantar la memoria de la tribu.
Y no estar secándose la manos junto a la televisión encendida,
mientras los bosques arden.
Y las páginas se convierten en el último combustible fósil de la tierra.
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