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ALEXIS FIGUEROA

(Concepción, 1956) aparece a mediados de los 80' con gran fuerza en la nueva poesía chilena. Su libro Vírgenes del Sol Inn Cabaret obtiene, en 1986, el premio Casa de Las Américas, uno de los galardones más prestigiados de la literatura latinoamericana.  Alexis Figueroa representa una voz inaugural y transicional de toda la sensibilidad de fines de los ochenta: la radicalización de la irrupción massmediática, pop, los núcleos identitarios tribales y barriales, mezclados con barricadas.

Yanco Gonzáles Cangas

 

Alicia en la clínica

Una parte suya dice que aún está,
la otra sostiene que se ha ido.
Corolas y canciones se le mezclan en la mente
mientras un gusano aspira el humo del haschís.
Una parte suya dice que no está,
se encuentra afuera,
la otra parte de ella la contempla más tranquila,
con un traje color carne pero vuelto del revés:
le han invertido como un guante,
dejando al descubierto el esqueleto
de su educación sentimental.
Y que caos está Alicia que no está, se encuentra afuera
que caos está Alicia intentando descubrirse
en la Alicia verdadera, reflejada en la imagen de detrás.
Que caos este juego y pobre Alicia,
con los conejos blancos que le llevan tiernas setas,
tiernas setas de crecer y de achicar,
tiernas setas cogidas con cuidado y entre todas una,
ofrecida por la oruga farmacéutica,
que la timbra en la parte superior.
Salud a los circulares fosos de bioquímicos fantasmas, salud a las esféricas sustancias de chamanes, salud a las cápsulas redondas en los frascos, vestidas con el hábito de Hipócrates y la condecoración de los Hermanos de la Caridad.
Cada seis, cada ocho horas, Alicia corre en círculos,
mas no se mueve, está sentada,
mientras los conejos blancos -helados, espantosos
como el hielo del infierno- dicen
"muerde aquí, después allá, sé buena chica,
no te hagas la heroína y devóratela entera"
(así dice el coro de conejos al compás de sus estéreos).
Y ella patalea sobre el piso de baldosas,
dando un mordisco y otro a un solo lado,
hasta que le meten un sonda y lentamente,
baja el valium del Olimpo a su garganta.

De Gótico urbano de confesión


(Poética de los dones de los condenados.
En casa del ahogado el ponche es de piedra y agua.
En casa del fusilado el aire es de viento oscuro.
En casa del ahorcado cardan la cuerda de la campana.
En casa de las suicidas ordenan un calendario:
lleva escrito los días y la forma en que hay que morir.
En casa de los quemados el sol y la cicatriz.
En tu casa, en la mía, en casa de Todo, el reloj.
En casa de los amantes, la sangre.
Bebida en un vaso de dos.)

De Gótico urbano de confesión

 

 

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Fui a hablar con la cabeza olmeca de mi población.


Muertos de harina arcillosa.
Se le dijo: busquen el amor.

Galga sucia de los vegetales.
Se les dijo: busquen el amor.

Parejas drogotas, sudacas, mexicas.
Ojo de cíclope, catedral cueva oscura.
Se les dijo: busquen el amor.

Pavores, pelusas de la humanidad.
En los mundos de arriba y los mundos de abajo,
el jade esmeralda, corazón sin costilla,
busquen el amor.

Sin luna, sin torre ni estrella.
No pidan de merca, no pidan remedio.
Busquen el amor.

Pescado de padre y redoma de madre.
Busquen el amor.

Pupilas de lobo,
en las gotas de sangre de las amapolas,
busquen el amor.

Bestias que comen de la mano oscura,
iluminen el fuego,
acompañen la hoguera,
busquen el amor.

Fui a hablar con la cabeza olmeca de mi población
y me dijo:
recuerda los témpanos blancos de los condenados,
recuerda el ajenjo y sus dientes,
jadeando en la oscuridad.

Cuando se abra el Terror, cuando caiga la torre,
cuando caiga la estrella.
Entonces, entonces busquen el amor.

Amor polvo de torres limadas por el viento oscuro.
Estrella encendida en su cripta
de ciega y carbón.

 

 

 



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