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Concepción, 03 de mayo de 2003año IV nº 39
 




 
 

 

 

 

Desmesurada obscenidad...

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Navegar por Internet en busca de cuerpos desnudos puede parecer una diversión indemne pero no lo es. Los hombres casados pueden llegar a destruir su matrimonio por su incesante fantasía de llevar a la intimidad de la pareja lo más obsceno e incluso sádico visto en la web. Comparan sus parejas con las mujeres observadas en las pantallas, pueden llegar hasta a violentarlas sexualmente con el único fin de experimentar situaciones extraídas de aquel mundo irreal e inmoral.

Hasta aquí hemos hablado de algunas consecuencias que trae la creciente oferta de material sexual con la facilidad de “pulsar un mouse”. Pero hay algo mucho más deplorable, que es a lo que se enfoca mayoritariamente el estudio sobre el tema: la pornografía infantil; vista desde dos perspectivas, la de los niños que acceden a ella y la de éstos expuestos como brutal fuente de placer.

¿Cuántos padres y madres desconocen el peligro de la nueva tecnología?; no saben que sin su vigilancia sus hijos(as), pueden acceder libremente; por medio de una simple conexión en la computadora, a información altamente dañina y chocante. Pensamientos y sentimientos encontrados surgen a partir de esta premisa, ya que Internet es percibido como un medio de información eficaz pero también riesgoso.

Los niños son el futuro; ¿cuál será su concepción de sexo y amor?, ¿ puede la pornografía en red ser gestora de adultos perversos y morbosos?, ¿cuánto se esperará para hacer algo?. “Cuando no se ataca la raíz, la planta crece mal formada y no hay posibilidad de cambiarla...”

Más cruel es todavía ver a niños dentro de un mundo virtual como objetos sexuales... ¿ cómo es la vida de cada uno de ellos?, seguramente después tendrán dificultades en la vivencia y expresión del amor, ya que éste fue experimentado en sus vidas a través de la sexualidad desde la perspectiva adulta.

¿Quién lo creería?, luego de años en que la pornografía, a pesar de ser vista como pecaminosa e inmoral, era motivo de risas, pasa en la actualidad a producir angustia, tristeza y preocupación. Son los mismos creadores de “porno” en la red los que no se dan cuenta que detrás de sus acciones; no sólo dañan a sus similares, sino también a si mismos.

Nadie puede evitar fantasear, pero... ¿cuál es límite entre una ilusión carnal y una desnaturalización del sexo?, ¿quién es más enfermo, el que lucra con la inocencia de un niño o el que se satisface de ella?.

La sentencia a la pornografía infantil no condona la adulta, está claro que una es más espeluznante que la otra. Pero a la hora de la adicción el deseo no discrimina y el oscuro mundo atrapa y no deja salir; algunos creen que cerrando el sitio lascivo vuelven a la realidad pero... ¡cuidado!; quienes son adictos pierden la noción de ésta.

 

 
 
 
 
 

 
 
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