Desmesurada obscenidad...
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Navegar por Internet en
busca de cuerpos desnudos puede parecer una diversión
indemne pero no lo es. Los hombres casados pueden llegar a
destruir su matrimonio por su incesante fantasía de
llevar a la intimidad de la pareja lo más obsceno e
incluso sádico visto en la web. Comparan sus parejas
con las mujeres observadas en las pantallas, pueden llegar
hasta a violentarlas sexualmente con el único fin de
experimentar situaciones extraídas de aquel mundo irreal
e inmoral.
Hasta aquí hemos
hablado de algunas consecuencias que trae la creciente oferta
de material sexual con la facilidad de “pulsar un mouse”.
Pero hay algo mucho más deplorable, que es a lo que
se enfoca mayoritariamente el estudio sobre el tema: la pornografía
infantil; vista desde dos perspectivas, la de los niños
que acceden a ella y la de éstos expuestos como brutal
fuente de placer.
¿Cuántos
padres y madres desconocen el peligro de la nueva tecnología?;
no saben que sin su vigilancia sus hijos(as), pueden acceder
libremente; por medio de una simple conexión en la
computadora, a información altamente dañina
y chocante. Pensamientos y sentimientos encontrados surgen
a partir de esta premisa, ya que Internet es percibido como
un medio de información eficaz pero también
riesgoso.
Los niños son el
futuro; ¿cuál será su concepción
de sexo y amor?, ¿ puede la pornografía en red
ser gestora de adultos perversos y morbosos?, ¿cuánto
se esperará para hacer algo?. “Cuando no se ataca
la raíz, la planta crece mal formada y no hay posibilidad
de cambiarla...”
Más cruel es todavía
ver a niños dentro de un mundo virtual como objetos
sexuales... ¿ cómo es la vida de cada uno de
ellos?, seguramente después tendrán dificultades
en la vivencia y expresión del amor, ya que éste
fue experimentado en sus vidas a través de la sexualidad
desde la perspectiva adulta.
¿Quién lo
creería?, luego de años en que la pornografía,
a pesar de ser vista como pecaminosa e inmoral, era motivo
de risas, pasa en la actualidad a producir angustia, tristeza
y preocupación. Son los mismos creadores de “porno”
en la red los que no se dan cuenta que detrás de sus
acciones; no sólo dañan a sus similares, sino
también a si mismos.
Nadie puede evitar fantasear,
pero... ¿cuál es límite entre una ilusión
carnal y una desnaturalización del sexo?, ¿quién
es más enfermo, el que lucra con la inocencia de un
niño o el que se satisface de ella?.
La sentencia a la pornografía
infantil no condona la adulta, está claro que una es
más espeluznante que la otra. Pero a la hora de la
adicción el deseo no discrimina y el oscuro mundo atrapa
y no deja salir; algunos creen que cerrando el sitio lascivo
vuelven a la realidad pero... ¡cuidado!; quienes son
adictos pierden la noción de ésta.
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