Especial de ABC de España

Colón, el descubridor redescubierto

Madrid. Trinidad de León-Sotelo

 

Cristoforo Colonne. Así se llamó Cristóbal Colón en su lengua genovesa. A esa conclusión ha llegado tras diez años de investigación apasionada, sin tregua, Alfonso Enseñat de Villalonga, que ha desterrado el tradicional Cristoforo Colombo. Le advirtieron que quienes osan investigar en los orígenes del navegante suelen perder la cabeza o los papeles. No se arredró. Hizo bien porque el resultado obtenido tras la larga tarea es interesante: una nueva teoría sobre los orígenes del descubridor de América en la que el nauta sigue siendo genovés pero de procedencia familiar y linaje totalmente diferentes a los de la tesis oficial genovista generalmente aceptada.

Aunque no hay que olvidar que hay otras. Enseñat califica la teoría que expone en «La vida de Cristoforo Colonne» editada por el Seminario Americanista de la Universidad de Valladolid, de«colonnista». Considera que desvela, también, la vida del almirante durante cuarenta años marcados hasta ahora por la opacidad de las sombras. Cree el investigador que ha despejado muchas incógnitas que cubrían de tinieblas la biografía de quien él llama nuestro héroe.

Oscuros indicios

Enseñat de Villalonga fue consciente desde que empezó a investigar la procedencia y los años desconocidos de la vida de Colón de que lo que hasta hoy se sabe de él no es por revelación directa del hombre que cambió el curso de laHistoria, sino por oscuros indicios que se espigan de sus cartas, diarios, memorias, mayorazgo, testamento y pleitos.

A pesar de ser el hombre del que más se han ocupado los historiadores, Enseñat asegura «que todo lo que se ha escrito desde su nacimiento hasta su llegada a Castilla en 1484 es discutible o se trata de simples conjeturas». Ahora se siente satisfecho tras su complicada y difícil tarea hasta el punto de recurrir al gozo con que los chipriotas reciben a Otelo tras una fuerte tempestad. Una libre versión castellana diría: «Oculto estaba entre las nubes y el mar, pero la luz de un rayo le hace brillar».

La seguridad en sus hallazgos, no obstante, no le impide saber que una nueva teoría necesita de años para implantarse, siempre que no haya una oposición cerval. La nueva teoría, según su autor, pretende un equilibrio entre los datos de la investigación, los datos históricos reconocidos como ciertos y los razonamientos precisos para entrelazar ambas fuentes informativas, aunque añadiendo, claro, la imprescindible dosis de imaginación que Goethe afirmó que era inseparable de cualquier proceso de buena historiación. En efecto, de las investigaciones hay que sacar deducciones.

Cuando empezó a indagar en los archivos -Enseñat los ha recorrido en Madrid, Barcelona, Mallorca y Génova- el investigador intentó, quizás por su ascendencia mallorquina, fundamentar la ya existente teoría mallorquinista, pero tras siete años de investigación admitió lo equivocado del camino y se decidió por una labor investigadora más amplia. Primera sorpresa: «Pese a que los cronistas colombianos nos ilustran sobre las actividades de Colón y su padre, no se ha encontrado un solo documento que las respalde».

Dedujo entonces que si los investigadores de todo el mundo habían barrido durante quinientos años los archivos sin haber encontrado un documento que nos hable de las actividades de Colón en sus primeros 40 años de existencia, debería concluirse que el gran navegante tuvo que ser conocido con otro nombre de familia. Para Enseñat resulta incomprensible que haya permanecido en el anonimato un hombre que a sus cuarenta años se había relacionado con los reyes de Portugal, Castilla, Inglaterra y Francia y con el Dogo de Génova, amén de haber navegado por mares conocidos y desconocidos como ninguna otra persona de su tiempo.

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