Con la entrega de treinta y ocho medallas doctorales a los alumnos de posgrado que completaron su ciclo de formación entre agosto de 2005 y septiembre de 2006, la Universidad puso de manifiesto la importancia que le asigna a la formación en este nivel.
La semana pasada, el Rector participó de la Junta de Cinda donde entre otros temas se abordó la relación de la investigación y desarrollo y la formación de doctores.
Una de las características de los países latinoamericanos, se señaló, es el hecho que la investigación es una actividad adscrita prácticamente a las universidades tradicionales.
La presencia de doctores trabajando en investigación en los sectores industriales es aún muy pequeña y además – con escasas excepciones- hay una ausencia de mecanismos de validación de la calidad de los graduados y de la investigación que se realiza.
En nuestro caso, existen diferencias y semejanzas con este diagnóstico. De hecho hay pocos doctores en el mundo industrial y la mayor parte de la investigación se concentra en las universidades. Sin embargo, en cuanto a los mecanismos de evaluación, existe la CONAP que vela por la calidad de los programas que se imparten.
La incipiente apertura en el sector industrial público y privado de la investigación, es uno de los desafíos que deben enfrentar los doctores que ingresan al mercado laboral. Así quedó de manifiesto en la ceremonia de graduación cuando se les lanzó este reto.
Chile se ha propuesto llegar a graduar 1000 doctores por año para el Bicentenario, la meta es ambiciosa y no está exenta de dificultades: hay que compatibilizar cantidad con calidad, teniendo presente que la incorporación al mundo del trabajo de este capital humano altamente calificado permitirá al país dar el salto que requiere para ingresar al grupo de los países desarrollados.
|