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Elso
Schiappacasse
Un servidor de la educación médica
Fue pionero en crear, desarrollar y consolidar la educación
médica como disciplina en nuestro país,
anticipándose a lo que hoy es reconocido como tal
en el mundo académico internacional. Apasionado
por la docencia y "con una voluntad inquebrantable",
Elso Schiappacasse Ferretti sentó las bases de
la enseñanza de la medicina; su meritoria carrera
de más de 40 años fue reconocida por la
Universidad al otorgarle la calidad de Profesor Emérito.
No
sólo sus colegas, familiares y amigos llegaron
la mañana del lunes 22 de diciembre hasta
el auditorio Ivar Hermansen de la facultad de Medicina.
Lo hicieron también docentes de otras carreras,
de otras disciplinas, de otras universidades, autoridades
locales, regionales y también alumnos. La
investidura de Elso Schiappacasse como Profesor
Emérito de la Universidad fue calificada
por todos quienes lo conocieron y compartieron con
él como la coronación de una vida
dedicada por completo a los demás.
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Fue
el decreto 2003-233, emitido por el Consejo Académico
en su sesión del 14 de noviembre, el que consigna
la calidad académica honorífica de Profesor
Emérito a este médico especialista en Medicina
Interna y Gastroenterología. El documento resalta
su condición de pionero en la creación,
desarrollo y consolidación de la educación
médica como disciplina en la Universidad y en el
país, y fundador de una oficina de atención
permanente a esta área; sus más diversos
cargos y jerarquías tanto intra como extrauniversitarias;
su nombramiento como Miembro Correspondiente de la Academia
de Medicina del Instituto de Chile y el otorgamiento del
premio Rodolfo Armas Cruz del departamento científico
docente del Colegio Médico de Chile, entre otros.
Luego
de la lectura del decreto de nombramiento realizada por
el Secretario General, Rodolfo Walter, el rector Lavanchy
impuso a Schiappacasse la medalla con la esfigie del fundador;
la ceremonia continuó con la firma del libro de
Profesores Eméritos y posteriormente la entrega
del diploma que acredita su calidad.
Para
el decano Octavio Enríquez, “se trata de un
académico que cumple con lo que se espera de un
universitario, esto es, pensamiento y creación
anticipatoria, búsqueda permanente del cambio e
innovación para el desarrollo de lo que fue la
pasión de su vida universitaria, la docencia”.
Esta
contribución de avanzada, agrega, “esta apuesta
al futuro fue hecha con la solidez de la preparación
y el estudio concienzudo, y con la fuerza y la constancia
necesaria para vencer muchos obstáculos y circunstancias
negativas”.
“Su
formación académica, su amor por su alma
mater y su voluntad inquebrantable, apoyada en una sólida
moral humanista cristiana, le permitieron alcanzar los
altos objetivos que se propuso para consolidar la educación
médica como disciplina e impulsar una cultura de
la innovación en la docencia”.
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