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Trabajo
Infantil, triste realidad del Tercer Mundo
Nils Berquist, antropólogo Para este profesional, los menores de edad que trabajan cumplen una función que no les corresponde, puesto que el niño en esa edad está en pleno proceso de socialización. Se le quita una etapa fundamental de su vida, y habría que evaluar qué repercusiones tendrá en su futuro. De hecho, afirma, el niño asume un rol que no le corresponde. En las diversas culturas, hay una diversidad de maneras de enfrentar el tema: en algunas se diferencia desde el comienzo el papel del hombre y de la mujer, y el varón asume funciones propias de su género desde temprana edad (trabajo, por ejemplo) que no están ligadas a la reproducción.
A un niño de 7 años que trabaja se le impide desarrollar sus procesos de pubertad, juventud y pasa casi directamente a ser adulto. Alejandro Díaz, Sicología El director del departamento de Sicología tiene varias interrogantes que plantear en torno a este tema, que estima debieran ser tema de reflexión en la Universidad. De partida, señala Díaz, se trata de mirar el problema de los niños de escasos recursos, que trabajan porque lo necesitan y no de un hijo de un gerente a quien su papá lo coloca en un puesto durante el verano. Hay un paso rápido de la niñez a la adultez, dice, y cabría preguntarse cómo será su forma de vida cuando sea adulto. En la sociedad en que vivimos, el niño que trabaja tiene claras desventajas pues tiene menos acceso que los demás a los beneficios que otorga el Estado (educación, salud, y otros) que los niños de su misma edad. Desde el punto de sicológico y afectivo se abre una interrogante. Como una hipótesis, Díaz plantea que estos niños que trabajan podrían ser más fuertes afectivamente cuando adultos- que los niños con un desarrollo más protegido. Los niños que trabajan (cuidadores de autos, supermercados, otros) interactúan mal en el sistema formal, sin embargo saben desenvolverse bien en la calle; desarrollan relaciones interpersonales con su propio ambiente y aprenden a establecer vínculos con los adultos. Con el resto de las personas no saben hacerlo. Para el director del departamento de Sicología, hay que mirar también la educación de los niños actuales, que muchas veces los sobreprotege y los deja con pocas armas para enfrentar situaciones adversas en el futuro. Mario Hernán Quiroz, trabajo social Este trabajador social es tajante en su afirmación. "No deben trabajar", y la nueva legislación es coherente con la Declaración de los Derechos del Niño, vigente desde 1959, que garantiza el derecho a jugar, a la educación, a la familia.
"Significa -añade- un nuevo desafío para que la familia se reordene de una manera diferente. Los padres asumen el papel de proveedores y el Estado debe proporcionar fuentes de trabajo a los padres. En muchos casos, se trata de familias desintegradas, en que hay ausencia del padre, o familia monoparentales donde además se produce el fenómeno sicosocial de la parentalización, que hace que el niño asuma en su familia funciones de adulto, desde todo punto de vista y no sólo económico por ingresar recursos". Los niños que trabajan los de la calle- son desescolarizados y por lo tanto asumen conductas de riesgo, aprenden la vagancia, su relación con los adultos es diferente y muchas veces son objeto de explotación por parte de ellos, quedan expuestos con mayor intensidad a conductas de riesgo como el alcoholismo y las drogas. En síntesis, para Quiroz en el trabajo infantil es un atentado contra los derechos del niño. |