Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 379 

MIERCOLES 11 DE JULIO DE 2000

----------------------------------------------------


Anunciamos
Titulares
N£meros Anteriores
Buscar
Editorial
Trabajo Infantil, triste realidad del Tercer Mundo

Opinan los académicos

Abelardo Castro, Educación

Para analizar la trascendencia de la ratificación de los acuerdos que buscan erradicar el trabajo infantil, el doctor en Educación y jefe del programa de doctorado en Educación, Abelardo Castro, señala que es importante observar el tema desde dos puntos de vista: uno que se relaciona directamente con el individuo y otro, que se refiere a la sociedad.

En el primer ámbito, estos acuerdos, a juicio de Castro, obligan al Estado a crear las condiciones adecuadas para que los niños dejen sus trabajos y puedan asistir a la escuela, lo que significa asegurar un mínimo de posibilidades para que se desarrollen como personas y se integren a diversos escenarios de la vida social. "En la medida que ellos acceden a la educación y en un contexto en que ésta se está modificando y aproximando a las necesidades de los individuos y la sociedad, facilita que ellos se incorporen como ciudadanos a la sociedad con pleno derecho o con una gran cantidad de posibilidades para realizarse...este tratado obliga a crear condiciones, si no desde el punto de vista jurídico, del punto de vista moral para que se desarrolle la persona".

Desde la perspectiva del Estado, afirma que, al existir una mejor cobertura educacional, la sociedad tiene garantizado su acceso expedito al recurso intelectual con que cuenta.

Castro repara en que, en general, la educación no se ve como una actividad que tiene una fuerte relación con la sociedad. "Como país necesitamos una inversión en educación, porque a través de ella nos nutrimos de los recursos intelectuales. De una u otra manera, tarde o temprano, la actividad de las personas que reciben educación se transforma en bienes sociales, de tipo material o cultural".

Desde el punto de vista del sistema educacional, este acuerdo implica un desafío importante para los educadores y para quienes forman profesores, pues la mayor exigencia no está en lograr que los menores dejen el trabajo, sino que determinar qué se les ofrece a cambio. "Los niños que trabajan son en general personas muy inquietas y nosotros tenemos que aterrizar la educación, de manera que la vean como un medio viable para su desarrollo personal. Debemos velar porque los aprendizajes que puedan adquirir en el contexto escolar tengan sentido para ellos y que al mismo tiempo les abran las puertas para seguir desarrollándose en términos de buscar una futura profesión técnica, universitaria o de otro tipo; es decir, que la vean como algo útil".

Jorge Dresdner, Economía

En términos económicos, señala Jorge Dresdner, director del departamento de Economía de la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, no existe información sobre la fuerza laboral constituida por menores de 15 años, debido a la obligatoriedad que existe en el país de cursar la enseñanza básica.

Sí la hay para el segmento que va entre los 15 y los 18 años. Señala que, entre 1990 y 1998, la cantidad de gente que participa en la fuerza laboral tiende a disminuir en este tramo. También dice, ha disminuido la oferta de empleo en este período.

"Este grupo presenta tasas de desocupación más altas, cercana al 25%. Además, percibe ingresos promedios de sólo la tercera parte del promedio de toda la fuerza laboral ocupada".

Dresdner agrega que generalmente los trabajos de este grupo están orientados al sector comercio y servicios. "No existe un detalle exacto pero hay un alto grado de informalidad entre ellos. Esto debido a que generalmente sus grados de calificación son bajos. Si siguen en el mercado laboral sin educarse, aspiran a un mercado laboral bajo con bajo grado de calificación".

A juicio del economista, la abolición del trabajo infantil en Chile para los menores de 15 años, no significa que ellos se retiren del mercado laboral. "No se conoce bien lo que pasa con ese mundo, probablemente muchos de esos niños trabajan para ayudar a sus familias, pero yo creo que no es sólo un elemento de necesidad, creo que también es un elemento cuiltural. Muchas familias no perciben que los niños deben estudiar y los mandan a trabajar".

Por ello es enfático en señalar que la sociedad debe dar señales claras de que quiere que los niños estudien y se califiquen. Eso, dice, no se logra mediante un decreto.

"Más allá de la legislación, es necesaria una serie de medidas que incentiven la ida de los niños al colegio. La legislación es una señal pero no la solución. Es preciso buscar incentivos para que los niños continúen estudiando; por ejemplo, subsidios, y para eso es necesario estudiar en detalle a los menores que trabajan".

Para Dresdner, es más importante tratar de estudiar a este grupo que diseñar una suerte de política laboral para estos menores.

A su juicio, el efecto que puede tener sólo legislar sobre el tema no va a ser positivo. Pone por ejemplo la realidad rural, donde la mano de obra de los niños es necesaria y apetecida. "Mientras no se convenza a las familias de la necesidad de que sus hijos estudien, no va a pasar nada".

sigue