MARCIA
MORENO
(23
años, periodista, monitora Explora)
ALTAMENTE
CONTAGIOSA
Voy
a ser sincera. Cuando uno es estudiante, no tiene plata. Y un dinero extra
no le viene mal a nadie. Eso fue lo primero que pensé cuando me
propusieron, hace ya varios años, ser monitora del área
de comunicación para un programa dedicado a niños y jóvenes
llamado Explora. Ni siquiera había oído hablar de él,
pero me gustó la idea de poder aumentar mis ingresos para el tan
ansiado descanso estival.
Así llegó mi primer día de trabajo, y me encontré
con 13 inquietos niños de las más diversas edades, de las
más diversas ciudades, de los más diversos colegios. Sin
embargo, mi poca experiencia, acentuada con el nerviosismo propio de un
desafío no hicieron mermar mi entusiasmo, que seguía siendo
disfrutar unas onerosas vacaciones.
A medida que avanzó la semana del segundo campamento científico
escolar "Vivamos la ciencia", en 1999, no podría decir
que fue disminuyendo mi deseo económico, pero sí aumentó
desesperadamente un anhelo por mostrarles a esos chicos al menos un pequeño
horizonte que pudiera cambiar sus vidas para siempre. Su entusiasmo, alegría,
curiosidad y ansias de saber propios de su edad me conmovieron, y a la
vez, me llenó de satisfacción saber que aún con todas
las deficiencias del sistema educativo nacional, todavía quedan
muchos niños que se apasionan con la ciencia, desde su visión
de niños, por supuesto, que es mucho más interesante que
la de los adultos.
Así me fueron dando más deseos, y seguí trabajando
en el Explora. No puedo decir que no fue por el dinero. Claro que influyó.
Declaro que el Explora hizo más felices mis veranos y menos paupérrimos
mis años universitarios. Pero la verdad es que me contagié
de algo extraño, pero gratificante, y más tarde supe lo
que era.
En 4 años de experiencia como monitora en los más diversos
trabajos, creo que he conocido a miles de niños, sin exagerar.
Los primeros que me conquistaron fueron los de mi primer campamento en
el área de Comunicación. Luego vinieron los talleres científicos,
congresos, encuentros y mis niños de Curanilahue en las semanas
comunales de la ciencia. Tuve que dormir durante una semana con casi 100
niños en los otros "Vivamos la ciencia" y finalmente
llegué al tan ansiado cargo de "jefa" al coordinar el
campamento "Vacaciones con la ciencia", este verano en Tomé.
Y ya estaba contagiada. Estoy segura. Yo no me había dado cuenta
o no quería admitirlo, pero una indescriptible energía me
estaba invadiendo. El "expíritu Explora", tal como denominamos
a esa fuerza que te permite disfrutar un sexto día de campamento;
seguir adelante cuando parece que nadie quiere ayudarte, y "apagar
incendios" de grandes magnitudes; ese "expíritu"
es contagioso, pero yo no quiero que se me pase.
No sé si habré logrado cambiar en algo la vida de tantos
niños de la Región; no sé si alguno de los que trabajamos
en Explora lo ha hecho. Quizás habría que esperar a que
crecieran y saber qué hicieron con sus vidas. Yo no espero, tengo
la certeza de que en algo se las cambiamos, pero sin duda, quienes más
cambiamos y nos beneficiamos fuimos nosotros al conocerlos.
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