En el mundo animal la comunicación química parece prevalecer sobre cualquier otra forma de comunicación (visual, auditiva o táctil); los mensajeros químicos involucrados se denominan compuestos semioquímicos y cubren una amplia gama de compuestos volátiles y no volátiles. Un tipo particular de compuestos semioquímicos son las feromonas, que son liberadas por un individuo y producen un efecto en otro u otros individuos de la misma especie. Las feromonas son empleadas para influir en una amplia variedad de
comportamientos, tales como apareamiento, informar del hallazgo de comida, formación de conglomerados como los enjambres, alarma, defensa,...

Las feromonas de atracción sexual son las que más atención han recibido, particularmente las que son producidas por las hembras de polillas. Hasta ahora se han identificado las feromonas de cientos de especies de insectos de varios órdenes.