La vida a nuestros pies

 

Un millón 545 mil 333, 6 hectáreas es la extensión de los suelos en la Región Metropolitana, los mismos que se encuentran expuestos a la contaminación, pérdida por erosión y extracción de materias primas, fenómenos que de no cambiar, hacen incierto su destino.

 

El suelo es un recurso natural que corresponde a la capa superior de la corteza terrestre. Allí nacen y se desarrollan las plantas que extraen de él una gran parte de su alimento. Luego, los animales y aves se alimentan de ellas y a la vez sirven de alimento a otros animales. Este proceso es conocido como cadena trófica.

 

Compuesto por minerales y partículas orgánicas producidas por la acción del agua y procesos de desintegración orgánica, el suelo terrestre es también el lugar donde se realiza la mayoría de las actividades del hombre. En esta capa terrestre el ser humano ha sido capaz de generar alimentos (agricultura), criar animales (ganadería), explotar los bosques (silvicultura) y los minerales (minería). Además aprendiendo las características y composición del mismo, el hombre ha desarrollado la construcción de viviendas y caminos.

 

Problemáticas relacionadas

 

Es importante saber que los suelos poseen un umbral específico de estabilidad, esto quiere decir que tienen la capacidad de asimilar las intervenciones humanas sin entrar en procesos de deterioro, lo que varía según el tipo de suelo y su entorno.

 

Pero la mayoría de los procesos de pérdida y degradación de este recurso son originados por la falta de planificación y el descuido de los seres humanos. Las causas más comunes de dichos procesos son:

 

Erosión

La erosión corresponde al arrastre de las partículas y las formas de vida que conforman el suelo por medio del agua (erosión hídrica) y el aire (erosión eólica). Generalmente esto se produce por la intervención humana debido a las malas técnicas de riego (inundación, riego en pendiente) y la extracción descuidada y a destajo de la cubierta vegetal (sobrepastoreo, tala indiscriminada y quema de la vegetación).


Cuadro de texto: La erosión de los suelos se debe frenar. A parte de la muerte de la capa vegetal de los mismos, los árboles y animales que dependen de ellos, y en última instancia los humanos, están sufriendo las consecuencias de este fenómeno que en un punto se puede volver irreversible.

 

Contaminación

La contaminación de los suelos se produce por la depositación de sustancias químicas y basuras. Las primeras pueden ser de tipo industrial o domésticas, ya sea a través de residuos líquidos, como las aguas servidas de las viviendas, o por contaminación atmosférica, debido al material particulado que luego cae sobre el suelo.

 

 

Compactación

La compactación es generada por el paso de animales, personas o vehículos, lo que hace desaparecer las pequeñas cavernas o poros donde existe abundante microfauna y microflora.

Expansión urbana

El crecimiento horizontal de las ciudades es uno de los factores más importantes en la pérdida de suelos. La construcción en altura es una de las alternativas para reducir el daño.

La Región Metropolitana no escapa a lo anterior, pues la intensa actividad económica que se genera en la zona y el desmesurado crecimiento de la ciudad de Santiago han provocando diferentes problemáticas ambientales que hasta hace poco no eran consideradas como tales.

En la actualidad, la principal fuente de contaminación de los suelos de la región no son los productos agroquímicos como podría pensarse. Si bien éstos pasan por el suelo y contaminan el agua subterránea, es el agua de riego la mayor fuente de contaminación de este recurso, ya que ésta suele contener residuos provenientes de otras actividades realizadas en el valle, como las descargas de aguas servidas domésticas, residuos líquidos industriales y residuos líquidos mineros.

En el caso de los suelos de laderas de cerros, las principales amenazas son la erosión por extracción de vegetación, pastoreo excesivo y extracción de tierra de hoja. Esta última actividad retira la parte más superficial del suelo que posee un mayor contenido en materia orgánica, lo que acelera aún más el proceso de erosión. Se estima que 283.000 Ha sufrirían una erosión grave o muy grave.

Asimismo, parte de los suelos del valle se encuentran contaminados con cobre, residuos provenientes de actividades industriales y por composición natural de los constituyentes del suelo. Contaminantes tales como los óxidos de azufre, arsénico, material particulado y carbonatos se encuentran diseminados en varios puntos de la región y se estima que unas 5000 hectáreas están siendo dañadas por esos motivos.

 

Monitoreo de contaminantes

De la superficie regional, 1.545.333,6 hectáreas, el 16,6% son suelos empleados en la agricultura. En particular, los suelos de clase de aptitud agrícola I, II, y III son suelos profundos, estructurados, de buena fertilidad natural, de baja pendiente, muy buenos sostenedores de vida animal y vegetal, así como participantes activos en el ciclo hidrológico, ya que tienen buen drenaje, funciones ecosistémicas que hoy se aprovechan para la producción alimentaria.

Debe considerarse que en nuestro país y quizás en el resto del mundo, suelos como los de I a III de aptitud agrícola son muy escasos, de hecho, representan menos del 1,4% de todos los suelos de Chile y la mayoría se encuentran en la Región Metropolitana.

Lamentablemente, el sostenido crecimiento de Santiago durante los últimos 20 años ha obligado a ocupar estos suelos para alojar a la cada vez más creciente población capitalina.

En efecto, entre 1986 y 1997 la capital cubrió con actividades urbanas cerca de 6.700 hectáreas de suelos, a una tasa de expansión anual de 1,22%. En tanto, la mayor ocupación de la región ocurrió durante la segunda mitad de los años ‘90, con más de 57.000 hectáreas de superficie ocupadas donde se alojan ciudades, pueblos y zonas industriales.

Según un informe del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), cerca de 5.000 hectáreas de la región sufrirían de una permanente exposición a contaminantes y debieran ser objeto de programas de reparación ambiental mediante reforestación y otras prácticas. Sólo por mencionar algunos casos:

En Rungue la tostación de concentrados produce emisión de óxidos de azufre y arsénico sobre una 1000 hectáreas.

En el sector norte de Lampa existen 1.000 hectáreas que estarían expuestas a emisiones de óxidos de azufre y material particulado por una planta de coke y asbesto.

En Nos habría 1.000 hectáreas que recibirían emisiones de una fundición de carburo conteniendo particulados de ferrosilicio y carburo de calcio; Además de óxidos de azufre y particulado de molibdeno desde una fundición de concentrados de molibdeno.



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