Uno de los aspectos que caracteriza el quehacer de nuestra casa de estudios es el vínculo con el entorno. Esta edición da cuenta – de manera particular- de una de las actividades que caracteriza el mes de octubre. Se trata de la Semana de la Ciencia y la Tecnología, que esta vez, en su décimo segunda versión, procura impulsar el desarrollo del conocimiento científico y el interés por él, desde las más tempranas edades en la educación básica y media.

La Universidad y la divulgación social de la ciencia ha adoptado diversas formas y una de las necesidades que se detecta es la urgencia para ver comunicada la ciencia.

La Universidad actual deviene de la tradicional, la que durante siglos se reproduce de manera endógena para preservar sus valores, se mantiene rígida en sus estructuras ya probadas y hasta dogmática en algunos campos del saber.

Con el tiempo, las casas de estudios superiores han ido evolucionando y ahora de manera más decidida, fruto de los cambios sociales resultado de la acelerada producción científica y por las aplicaciones tecnológicas que son producto de la misma.

En América Latina y en Chile, en particular, el papel que deben cumplir las universidades en la divulgación de la ciencia es fundamental.
Le corresponde, entre otras tareas a las universidades, colaborar en valorar, compartir, ubicar, situar los saberes y el conocimiento en contextos amplios, que permitan al ciudadano contar con elementos para tomar decisiones en su vida diaria, social y política más acordes con la vida moderna.

En la medida que los niños y adolescentes se vayan habituando a acercarse a la ciencia de manera entretenida, algunos podrán dedicarse a ella y otros comprenderla adecuadamente; con ello la relación entre los alumnos de la enseñanza básica y media, y los académicos y científicos se hará más fluida para lograr los objetivos que la Universidad se ha fijado en este aspecto de tanta trascendencia.