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Un sistema de observación para el siglo XXI
El
auditorio Alamiro Robledo fue el punto de encuentro,
del 11 al 14 de octubre, de connotados investigadores
de universidades y centros de Australia, Canadá,
Estados Unidos, Francia, Japón, Nueva
Zelanda, Argentina, Brasil, Ecuador, Perú y
Chile, quienes llegaron a Concepción para
participar en el taller Variabilidad climática
en la región del Pacífico Sur.
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Dentro
de las sesiones del workshop se analizaron los sistemas
de observación del océano, entre ellos
el programa ARGO, una iniciativa científica-operativa
considerada como uno de los mayores aportes al Programa
Mundial de Investigación en Clima (WCRP) y organismos
asociados.
ARGO es una red de boyas autónomas que se encuentran
a la deriva en distintos puntos de los océanos,
para recoger perfiles, salinidad y temperatura -desplazándose
entre las capas superficiales de la columna de agua hasta
los 2 mil metros de profundidad, en un ciclo de 10 días-
información que es transmitida vía satélite
a una central de datos que alimenta a los programas científicos
asociados con el estudio de los fenómenos oceánicos
y atmosféricos.
Hasta ahora, la red cuenta con un total de 2065 boyas,
dos de ellas situadas frente a Valparaíso, que
fueron gestionadas a través del SHOA con el investigador
del Instituto de Ciencias Oceánicas de Canadá,
Howard Freeland. Para este investigador, ARGO ha permitido,
por primera vez, contar con una cobertura pareja del
hemisferio norte y el hemisferio sur. El cambio es radical,
ya que por mucho tiempo la información de las
regiones del sur era muy deficitaria. Para ilustrar este
cambio, Freeland señala que “cerca del 75%
de la tierra son océanos y cerca del 70% de los
océanos están en el hemisferio sur...A
larga escala, la atmósfera es cambiada por el
océano y si queremos observar el clima, describirlo
y predecirlo, tenemos que tomar medidas en todos los
océanos”.
La importancia de esto es tal que cuando la red esté completa –con
3 mil flotas operando simultáneamente-,s la información
que se recopile en los océanos del sur será superior
a la que se ha obtenido históricamente. “Es
un cambio gigantesco y creo que no muchos de nosotros
(los investigadores) entendemos el impacto que esto va
a tener”, afirma Freeland.
Por lo pronto, esta información ha ayudado a mejorar
los sistemas de modelamiento de atmósfera y océano,
y de pronóstico de condiciones estacionales, y,
en algunos casos, a predecir, por ejemplo, el estado
de ciertos recursos pesqueros.
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