Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 402 

JUEVES 28 DE MARZO DE 2000

----------------------------------------------------


Anunciamos
Titulares
N£meros Anteriores
Buscar
Editorial
exalumnos

Marcela Muñoz
Enfermera con diplomacia

Marcela reside en Viena. Su marido Raimundo González Aninat es el nuevo Embajador de Chile en Austria y concurrente en Eslovenia y Eslovaquia. Ambos se conocieron en nuestra Universidad donde el diplomático estudió Derecho.

Cuando revalidó su título de enfermera en Estados Unidos, tras rigurosos exámenes, y luego de ejercer en ese país y en Suiza, Marcela Muñoz Reymar, tuvo claro lo fundamental que resultó su formación en la Escuela de Enfermería, donde estudió entre 1965 y l969.

Su padre, Lisandro Muñoz, fue administrador del Teatro Concepción y algunos de sus hermanos son también profesionales de nuestro plantel, Inés, profesora; Mario, abogado y Angela, enfermera. Esta última ha trabajado toda su vida en Suiza reafirmando el prestigio de las enfermeras chilenas en el mundo.

-¿Cómo fue su etapa universitaria?

-Era una etapa marcada por una gran ebullición política, que a mí no me interesó. Yo practiqué judo e integré el coro de la Universidad. Esto constituye una de mis mejores experiencias. Participé en giras por el país. En Enfermería disfruté de un buen ambiente, con compañeras como Mónica San Martín, María Melgarejo, Tatiana Paravic, Silvia Sanhueza, quien estudió Medicina, pero estábamos juntas en el coro. Ingresé paralelamente a Antropología y cuando me recibí de enfermera di la Paa y entré a Medicina, carrera que no terminé. Ejercí en Pediatría del Hospital Clínico Regional. Me casé, empezaron a nacer mis hijos y Raimundo partió a Santiago pues ingresaba a la carrera diplomática. En Santiago me desempeñé en la Mutual de Seguridad y en el Hospital Calvo Mackenna.

-¿Ha ejercido en el extranjero?

-En 1975 partieron las destinaciones diplomáticas, primero a Quito; luego a Buenos Aires; de regreso a Chile; Nueva York, Ginebra, nuevamente Buenos Aires, Budapest, ahora como embajador, Chile y desde agosto del 2000 a Viena. He ejercido en Estados Unidos donde revalidé mi título y pude comprobar que la formación entregada por la Escuela fue muy buena, con una sólida base científica y teórica. Ejercí mi profesión de una forma diferente a la acostumbrada en Chile, donde uno suele supervisar el trabajo de las auxiliares. En Estados Unidos, la enfermera se hacer cargo de un número de enfermos en su totalidad, desde la observación, limpieza, cuidados, terapias. También ejercí en Ginebra en el Servicio Médico de las Naciones Unidas, el Joint Medical Service, en un trabajo de salud pública y de prevención con los diplomáticos que van a lugares conflictivos o con riesgos de contraer enfermedades. También se hacen los controles del personal de las distintas reparticiones. La atención era en inglés, francés o castellano, en mi caso, con lo que aproveché de practicar mis idiomas.

-¿Cómo es residir en la ciudad de Sissi, del vals, de Freud, del Danubio?

-Viena es una ciudad fascinante. La oferta en el ámbito cultural es amplia y de calidad. Es un privilegio vivir allí. Es una ciudad musical, atractiva a la vista y también al oído porque en cada lugar hay música, hay grupos de danzas. Vi una versión moderna de "La Cenicienta" con vestuario diseñado por el modisto Cristián Lacroix. Tiene un algo provinciano son gente tranquila y relajada. Sus habitantes la sienten como propia, la cuidan y participan de sus decisiones. Nos dieron un estacionamiento en la Embajada, pero se demoraron porque los vecinos debían ver, analizar y decidir si eso no afectaba la vida del barrio y la de ellos. La Opera de Viena es un lugar tradicional para el vals, participé en una fiesta, y es una experiencia inolvidable. La casa de Freud aún no la conozco,pero para los sicólogos es un lugar de peregrinaje; no cruzo con frecuencia el Danubio, pero me he bañado en sus aguas, porque hay habilitadas pequeñas playas. Los recuerdos de Sissi están en el estilo imperial de la ciudad y los cafés son muchos, algunos muy elegantes en su decoración, con sillas vienesas, por supuesto. Como el invierno es largo y muy helado son confortables y cálidos. Es posible disfrutar de la repostería austríaca, famosa a nivel mundial.

-¿Cuéntenos de su quehacer diplomático?

-Colaboro en la tarea del embajador, lo apoyo en todas las actividades especialmente sociales, culturales, de representación en Eslovenia y Eslovaquia. No ejerzo mi profesión. Nos acompaña nuestra hija Magdalena, que va a un colegio francés. Los otros tres estudian en Chile. Vivimos en un amplio departamento frente al castillo Belvedere,con una vista al parque realmente hermosa. En la casa me ayuda una chilena que trabajó en Italia y que cocina estupendo. Aprendió de inmediato las especialidades de la cocina austríaca. Yo tampoco lo hago mal, pues donde he vivido trato de ampliar mi espectro culinario. Muy típica es la carne de cerdo apanada y frita, acompañada con repollos verde y rojo, lo mismo que el venado, que se cocina con una salsa similar al tuco, con cebollas, zanahorias y vino tinto. Hay exquisitas cervezas y los vinos austríacos son de gran calidad. Para el 18 de septiembre en la recepción de la Embajada una integrante de la colonia residente hizo una deliciosas empanadas. Los chilenos en Viena viven en un barrio que denominaron Macondo. A un acto en Bratislava se invitó a Luis Muñoz, un pianista que estudia en Salzburgo y su presentación causó excelentes comentarios. Siento que soy parte de la imagen de Chile y la vida diplomática me ha enseñado, por ejemplo, a ser puntual.

Mónica Silva Andrade