El crucero -que se llevará a cabo a bordo del buque del
gobierno alemán Sonne bajo el nombre SO 156- se extenderá hasta el 14 de mayo, cubriendo
un recorrido que va desde Antofagasta al sur de Chiloé.
Las investigaciones reúnen a más de 40 científicos, que se dividirán en tres etapas
de trabajo. La primera, hasta el 6 de abril, cubrirá una transecta de Valparaíso a
Antofagasta, con estudios en geología marina, biología bentónica y microbiología.
Entre el 6 y 17 de abril se hará el trayecto inverso, recogiendo muestras para análisis
geológicos y de microbiología; para emprender finalmente el recorrido más extenso:
desde Valparaíso al sur, que se prolongará hasta el 14 de mayo, con intenso trabajo en
las tres áreas.
Para el jefe científico del crucero por la parte chilena, Víctor Ariel Gallardo, la
trascendencia de estos estudios que originalmente estaban programados para el año
pasado en el marco del Fondap-Humboldt- se debe a la posibilidad de avanzar en la
reconstitución de las relaciones entre fenómenos continentales y marinos, su influencia
en el comportamiento productivo del mar en el pasado, la predicción de situaciones
futuras y los cambios en determinados patrones por la influencia del hombre a través del
tiempo.
Estudios realizados en 1995 en la zona alta de la corriente Chile-Perú, también a
bordo del Sonne y que se han remontado hasta el último máximo glacial, han ayudado a
determinar que en ese período la productividad en la cuenca de Valparaíso fue mayor que
en el Holoceno y por el contrario, más al norte, fue menor. Esto sugiere que puede haber
diferencias regionales importantes en los patrones productivos a lo largo de la corriente
y esta variabilidad es la que a juicio de Gallardo- impide hacer una estimación
real de la paleoproductividad glacial "ya que los muestreos en el pasado no han sido
de lo mejor". La idea de este crucero es aumentar la densidad de las muestras sobre
el talud continental chileno para entender la variabilidad espacial y la evolución de la
paleoproductividad en la corriente Perú-Chile, afirma Gallardo.
Por ello resalta que un aspecto importante del crucero está relacionado con el
desarrollo de la paleoceanografía, que ayudará a saber qué ha ocurrido con la
oceanografía en la corriente Chile-Perú. "Esto está relacionado con la
paleoproductividad de la región. Estos estudios se concentran en los últimos 70 mil
años, para lo cual se trabajará con testigos largos para recoger los sedimentos".
De ahí la relevancia de la confluencia de los tres tipos de estudios que se
realizarán en esta ocasión, pues se trata de fenómenos que van interrelacionados.
En la parte microbiológica, a cargo del Max Planck Institute, Mpi, los estudios están
dirigidos a profundizar en la fisiología y biomasa de bacterias gigantes, como la
thioploca, así como a establecer sus relaciones con el medioambiente. En esta parte
participan dos investigadores de esta casa de estudios, mientras que en el área de
estudios en geología marina está el grueso de los científicos del departamento de
Geociencias de la Universidad de Bremen.
El grupo de bentos, a cargo de Gallardo, es el que cuenta con el mayor volumen de
investigadores de esta casa de estudios, quienes trabajarán asociados con el Instituto
Alfred Weneger.
Aquí se recogerán antecedentes sobre la distribución de las comunidades animales de
fondo marino y su relación con variaciones latitudinales de productividad, lo que
ayudará a entender la presencia o ausencia de recursos pesqueros en determinadas zonas.
Según Gallardo, este crucero representa una gran oportunidad para el equipo de
investigadores de esta Universidad: los estudios en biología y microbiología, servirán
para completar los mapas de distribución de recursos bentónicos y de bacterias gigantes
(especialmente de thioploca) cuyos muestreos, dentro de las investigaciones
universitarias, han sido más bien puntuales y siempre asociados a la Bahía de
Concepción y áreas cercanas.
Una expedición cooperativa
La planificación de este crucero se llevó a cabo en octubre de 1998 en Bremen, en una
reunión que contó con la asistencia de delegados de las instituciones participantes, a
excepción del Mpi.
En la reunión se acordó que la expedición tendría un carácter cooperativo e
integrador de las contrapartes científicas chilena y alemana. De esta manera, se
determinó que además de las investigaciones a bordo del buque Sonne, los científicos
trabajarán en forma conjunta en el estudio de muestras, la realización de talleres de
análisis de datos y la producción de publicaciones sobre los resultados, considerando
además el intercambio de científicos. Todos estos acuerdos, así como el establecimiento
del número de participantes en el crucero que reservó un cuarto de la tripulación
científica para los investigadores chilenos- y la nominación de un jefe científico por
cada país, están contenidos en el llamado protocolo de Bremen.
Según Víctor Gallardo quien suscribió el acuerdo junto a Dierk Hebbeln- es
este protocolo, especialmente en lo que dice relación con el carácter cooperativo de la
expedición, lo que ha permitido que la embarcación de bandera alemana pueda navegar y
realizar las operaciones de muestreo dentro del área de las 12 millas del mar
territorial.