La eficacia de la recepción
universitaria quedó, para Jorge Edwards, demostrada una vez más cuando el insolente
"chaparrón" que lo dejó empapado la mañana del martes, obligó a los
organizadores de la Escuela de Verano de la Universidad a mandar su ropa a la tintorería
y tenerlo puntualmente (con un pequeño retraso de 20 minutos) en la inauguración del
encuentro que se desarrollará hasta el 25 de enero. Y ahí estaba el "viejo dandi de
la literatura chilena" (como lo llamó el español diario El País), elegante como
siempre, dispuesto a hablar de "Novela y sociedad en Latinoamérica" en la clase
inaugural de la actividad estival que, aunque ya sea poco original decirlo, más bien
parecía invernal.
Pero antes, fue el rector Sergio Lavanchy quien destacó la importancia de actividades
de esta índole recordando las palabras de Enrique Molina, quien decía que "las
casas universitarias no deben ser más que el albergue de un alma".
La Universidad de Concepción, dijo, ha desarrollado actividades permanentes y
continuas escogiendo para ello la época estival. Siguiendo el legado de Enrique Molina,
se busca así llevar el conocimiento al más alto nivel en las aulas, manteniendo la
divisa "por el desarrollo indefinido y libre del espíritu".
"Contar el pasado es contar la vida"
La ceremonia, que fue transmitida en directo a Chillán mediante el programa de
Educación a Distancia, por Tvu y por Radio Universidad, continuó con la actuación del
Sexteto de Bronces Universidad de Concepción que interpretó un programa ecléctico
marcado, eso sí, por el sincopado ritmo del jazz.
Y mientras, Edwards que lleva más de 40 años viniendo a la ciudad y a la Universidad
("podría escribir un libro sobre esto"), observaba el devenir de la
inauguración para luego demostrar sus dotes de orador al contar, dentro del tema de su
charla "Novela y sociedad en Latinoamérica", su deseo de escribir un ensayo
sobre el narrador en la novela. "Se trata del tema de cómo un escritor descubre el
tono narrativo e inventa un narrador. Se pasa de la nada a algo, de la no literatura al
caso literario".
Por eso, definió a su charla como "El enigma del comienzo de la literatura",
y dijo que el tono narrativo de una novela moderna es tan difícil de traducir como el
tono de la poesía. Para ello destacó la "frase más célebre de la
literatura", y que da inicio a "En busca del tiempo perdido" de Marcel
Proust: "Durante largo tiempo me he estado acostando temprano", es una de sus
múltiples traducciones, de las cuales ninguna ha podido captar la poesía del original.
También en la búsqueda y consecución del tono del narrador, mencionó la obra del
brasileño Joaquín María Machado de Asís, autor de "Memorias póstumas de Bras
Cubas". Un tercer momento en esta búsqueda, lo encontró en su propia experiencia
como integrante de la Generación del 50.
En su teoría de narrar lo nuevo diferenciándolo de lo viejo, dijo, esa generación se
fascinó con las casas viejas, las familias en decadencia, etc., al contrario de lo que
pasaba en el criollismo. Por eso, recordó, alguien calificó a ésta una "literatura
de la decrepitud".
Para Edwards, entonces, el descubrimiento de lo viejo se presentó como curiosa
necesidad de la narrativa de su generación.
"Proust con una frase inicia un monumento literario sobre el tema del pasado y la
memoria; Machado de Asís comienza su obra con la historia de un muerto; contar la vida
como tema novelesco. Mi generación, para ser literaria, descubre la poesía del pasado.
Mi novela también. Contar el pasado es contar la vida y Manuelita (la protagonista de su
libro "El sueño de la historia") es como la vida y la lucha por la libertad. A
través del pasado nos encontramos con la naturaleza".