Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 385 

JUEVES 14 DE SEPTIEMBRE DE 2000

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Editorial
Afirma la jefa de la División de Educación Superior
El Ministerio tiene confianza en la capacidad de las universidades

* "La relación del ministerio de Educación con las universidades no es jerárquica, es bastante horizontal. No hay una política deliberada de llevar a las universidades en un sentido en que ellas no quieran ir. Por el contrario, queremos apoyarlas precisamente en lo que quieran hacer".

Respetuosa de la autonomía de las universidades, la jefa de la División de Educación Superior, Pilar Armanet, afirma que el ministerio de Educación "no tiene ni la capacidad ni la legitimidad para generar una política universitaria homogénea y única". Por ello está convencida de que son las propias instituciones las llamadas a asumir un rol activo en la definición de su desarrollo y en la conformación de las políticas de educación superior.

Pero más allá del rol que compete a las universidades, la principal preocupación del gobierno sigue siendo la equidad y calidad en el sistema de educación superior.

-La equidad se expresa de la necesidad de permitir que los jóvenes con talentos, sin importar su nivel socioeconómico, puedan acceder en igualdad de condiciones a la educación. En calidad, en general, se pueden mencionar los sistemas de acreditación y autoevaluación en el pre y posgrado, que encierran un montón de temas.

Junto al logro de esta meta, Armanet reconoce que las universidades están expuestas a nuevos desafíos, como los que impone la sociedad de la información.

-Hay una dimensión fundamental que tiene que ver con el cambio de una sociedad industrial, centrada en la producción, hacia una sociedad centrada en el conocimiento, que crece y cambia muy rápidamente. Las universidades tienen que ser capaces de formar a los jóvenes con esta flexibilidad y esto tiene un desafío central en el ámbito del curriculum de la formación profesional.

-¿Están las universidades en condiciones de asumir el nuevo desafío, si aún estamos resolviendo problemas básicos del sistema?. Se produce una especie de desfase porque las universidades, en general, tienen una capacidad de respuesta más lenta.

-Ese es el gran desafío. Históricamente las universidades no habían tenido este atraso de respuesta. Por 500 años estuvieron a la vanguardia. La pregunta es pertinente en términos de saltar etapas, para recuperar vanguardia. No se puede dar la vuelta larga, arreglar los problemas del pasado y, luego que estén resueltos, a mirar los del futuro o del presente. En muchas áreas se necesita saltar etapas y eso exige creatividad y flexibilidad, porque probablemente las soluciones del modelo antiguo van a significar pérdida de energía y tiempo, porque habrá que cambiar de nuevo.

-Tiene que ver, además, con el modelo de universidad que se quiera tener. Antes era claro que su misión central era formar contingentes de profesionales y reforzar la intelectualidad, y hoy hay distintos modelos con distintas visiones...

-Sin duda. Una de las grandes fragilidades del sistema es el intento de generar un conjunto de instituciones parecidas, que antes tenían como paradigmas a las universidades de Chile, de Concepción, que son universidades complejas y grandes. Muchas de las universidades pequeñas han tratado de hacer el camino largo y, de pronto, es mejor tener una misión más específica, optar y convertirse en punta de determinadas áreas del conocimiento. Aunque las universidades complejas son importantes, este país no puede sustentar 60 universidades complejas.

-Recién instalada en su cargo, la ministra Mariana Aylwin señaló que la política de educación superior debía tener grandes líneas generales y varias particulares, que respondieran al carácter heterogéneo del sistema universitario. ¿De qué manera, en estos seis meses, se han configurado estas líneas generales y particulares?

-Ahí están los fondos competitivos, específicamente los del Mece Superior, que buscan incorporar calidad en áreas que deciden las universidades. Los fondos competitivos apelan a esa diversidad y a la calidad de esa diversidad. Por eso pensamos que el instrumental más adecuado son los proyectos de investigación vía Conicyt y los proyectos Mecesup, que son 220 millones de dólares...en el sistema no es mucho, pero para el país es una gran inversión.

Esto complementa a fondos más institucionales como el aporte fiscal directo y los créditos estudiantiles. Creemos que por la vía de los proyectos competitivos, las universidades tradicionales pueden hacer valer sus particularidades y una cosa muy interesante: fortalecer también alianzas entre instituciones.

-¿Cuál va a ser la base de la acreditación de los posgrados? ¿Se considerará de manera especial a los programas que estén respondiendo mejor o se estén adelantando a las necesidades del país en términos de su desarrollo?

-A menos que uno defina prioridades, hay que tener confianza en las capacidades de las universidades para definir las áreas de desarrollo en función de las propias autonomías. La capacidad de pensamiento, de planeamiento, de anticipación de las universidades, es infinitamente mayor a la capacidad que puede tener el ministerio de Educación con 10 funcionarios versus los departamentos de investigación de las principales universidades de Chile. Yo creo que el diseño, la pertinencia, la anticipación es la responsabilidad central de las universidades, eso no se puede reemplazar por diseños centralizados por el gobierno.

Jeannette Valenzuela