Septiembre es un mes que nos une y nos separa.
Festejamos 190 años de historia en común, tiempo en el cual se ha ido forjando la
nación chilena.
Sin embargo, también septiembre es un mes que divide a los chilenos.
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 y sus posteriores consecuencias han
marcado los últimos años del siglo que termina, y aún hoy permanecen abiertas las
heridas del pasado.
Los incidentes acaecidos en el Barrio Universitario son un claro ejemplo de la brecha
que divide al país.
La labor de los académicos y de todos los funcionarios es educar a las nuevas
generaciones en los valores de la tolerancia, el respeto a la diversidad y la democracia.
Esta mirada del mundo debe permear todas las actividades de la vida universitaria.
La Universidad de Concepción, con su lema "Por el desarrollo libre del
espíritu", es el lugar indicado para que al interior de las aulas se puedan
conversar, analizar y discutir estos temas con altura de miras.
Es importante que reconociendo los errores del pasado, sepamos corregirlos.
Uno de los mitos de la cultura chilena fue creerse los ingleses de Sudamérica. Se daba
por sentado que la democracia era logro alcanzado y se miraba con un dejo de soberbia a
los países vecinos.
Las actuales generaciones de alumnos, quienes dirigirán en el país cuando entre en su
tercer siglo de vida, deben cultivar el respeto por las opiniones ajenas; la aceptación
de las mayorías; la tolerancia, la diversidad y el saber reconocer los yerros.
En el reconocimiento del otro está la riqueza del diálogo.
A todos los universitarios les corresponde la labor de educar en este sentido. Es
trabajo de académicos, funcionarios y alumnos; tarea que se debe realizar en el día a
día.
Sólo así, se podrá encontrar un punto de encuentro que permita mirar al futuro con
un país reconciliado y en paz consigo mismo.