Hasta la década de los 80, los servicios nacionales de obras
sanitarias (sendos) eran los organismos responsables de los sistemas de evacuación de
aguas lluvia (una función que se sumaba a las de producción de agua potable y manejo de
alcantarillado). Los sendos, al ser privatizados se transformaron en empresas de servicios
sanitarios, quedando dentro de sus áreas de acción el agua potable y alcantarillado.
Así "las aguas lluvias quedaron en terreno de nadie", señala el docente del
departamento de Ingeniería Civil, experto en hidráulica, José Vargas.
Desde fines de los 80 hasta la década pasada, gran parte de esta función fue
traspasada a las municipalidades y, en menor medida, y al Serviu. "En general las
soluciones para las nuevas urbanizaciones consistían en botar el agua al punto más bajo;
pero no había preocupación por resolver el problema en su integridad", dice el
académico.
Las soluciones a este problema, se encontrarían en la ley 19525, que en 1997 modificó
las funciones de la dirección Riego, convirtiéndola en la dirección de Obras
Hidráulicas. En ese momento se estableció que el nuevo organismo debería tener
definidos, al año 2002, todos los planes maestros de aguas lluvia de todas las ciudades y
poblaciones de más de 50 mil habitantes.
Un plan maestro, explica Vargas, "es el gran organizador de las evacuación de
aguas lluvia", pues define las obras necesarias de un sistema adecuado de drenaje
para las nuevas urbanizaciones. "Con el plan maestro, toda la zona urbana tendrá
establecidos los canales primarios que llevarán las aguas a los cursos receptores (ríos,
esteros, lagunas)".
En la elaboración de un plan maestro deben incorporarse proyecciones de la expansión
urbana, estimaciones de volúmenes de lluvia de la zona, y las correcciones que se deban
hacer a los sistemas de evacuación en áreas ya construidas.
(continúa)
Arquitectura
A juicio del director de la carrera de Arquitectura, Ricardo Utz, el tema de las
inundaciones pasa por un problema de planificación. Las ciudades, explica, se rigen por
los planes reguladores que, por norma, deben fijar las áreas de riesgo ya sea antrópico
(riesgo para las personas) o natural.
"La Ordenanza de la Construcción dice con precisión cuáles estudios se deben
realizar para evitar las anegaciones, indundaciones, derrumbes y anegamientos. Entonces,
el arquitecto debe desarrollar sus loteos en las áreas factibles".
Sin embargo, igual existen riesgos como el caso de la población Juan Pablo Segundo en
Concepción, donde pese a que se construyó en un área habilitada, igual se inundó.
"El plan regulador define a nivel macro las áreas de riesgo, pero también
debemos enfrentarnos a temas micro de criterio puntual, que son de responsabilidad del
arquitecto: en la planificación de las viviendas de lotes, es importante imaginar el
escurrimiento de las aguas".
Señala Utz, que es de responsabilidad del arquitecto evacuar el agua de un terreno
público específico al área pública: la calle. Una vez ahí ya es de responsabilidad
del Estado.
Un terreno, explica, tiene una capacidad de absorción de aguas como una esponja.
"Cuando una ciudad está muy pavimentada hay que asustarse porque pierde esa
capacidad de absorción".
Existen, agrega, estas "responsabilidades civiles" que no están en la
Ordenanza pero se trata de una ética que los arquitectos deben aprender; por ejemplo,
procurar soluciones hermosas y el tema de las aguas lluvias. "Una de las
características de nuestra escuela es abordar esos aspectos de manera concreta".
Etica profesional
Explica Utz que, a través de una ley especial el Ministerio de Obras Públicas aclaró
la distribución de responsabilidades con respecto a las aguas lluvias. Al Mop se debe
hacer cargo de la infraestructura primaria, grandes matrices, etc, y el Ministerio de
Vivienda del aspecto micro; los colectores que llevan el agua hasta las matrices
principales.
"A partir de esta nueva ley se están haciendo en Concepción un levantamiento de
las redes de alcantarillado de aguas lluvias, lo que en los próximos años se hará en
San Pedro, Chillán y el resto de las comunas".
Concepción tiene dos sistemas de desagües, colectores que llegan al Río Bío Bío y
al Río Andalién (a este último llega sólo uno: las Pocitas). Ambos sistemas son del
año 30, cuando Concepción era chico, con mucha menor densidad de población, y menor
porcentaje de pavimentación.
A esta antigüedad se suman problemas de limpieza y mantención. Según Utz, se va a
ampliar el sistema.
"Además, los tubos se diseñan para un cierto nivel de lluvias y las lluvias de
la primera semana de junio llegaron al límite antes de lo proyectado".
En estricto rigor, concluye el director de la carrera, el tema de los arquitectos no es
el agua lluvia, pero es una responsabilidad que no se debe soslayar. "A los alumnos
se les enseña esta norma y a tener el criterio de que en su diseño consideren estos
aspectos prácticos para la calidad de vida de las personas".
Otro tema son las goteras. Esto ocurre, dice, porque muchas veces por hacer casas más
grandes (sobre todo en el caso de la vivienda social) se sacrifican los materiales.
"Debe existir una ética profesional para que eso no sea así. Uno como arquitecto
debe decidir la calidad de la vivienda".
Conciencia tardía
Acerca de las visiones que tienen las ciencias sociales de lo que parece ser una
imprevisión de una sociedad para enfrentar las catástrofes producidas por inundaciones u
otros efectos provocados por cambios climáticos, con una secuela de sufrimiento, dolor y
aumento de las carencias, el sociólogo Manuel Antonio Baeza, director del departamento de
Sociología, expone sus puntos de vista.
Este tipo de fenómenos, dice Baeza, que se repite en cada oportunidad en que las
fuerzas de la naturaleza afligen a las personas, en especial, a las más pobres y con
menos recursos, está vinculado a una suerte de conciencia tardía del hombre, una
conciencia tardía sobre el daño al medio ambiente, en primer lugar.
"Creo que nosotros habíamos tenido desde las ciencias sociales, y desde la
sociología en particular, una reflexión acerca de la distribución inequitable de los
recursos; creo que habíamos entendido el fenómeno de la pobreza, que habíamos entendido
el problema de los sistemas económicos y sus efectos sobre los grupos humanos, pero no
habíamos entendido lo que simultáneamente estabamos produciendo a través de la sociedad
industrial: el productivismo conducía a una gran alteración del medio ambiente. Hoy día
entendemos también la relación que existe y la entendemos como una conciencia tardía la
relación que hay entre la depredación y la modificación de los climas, por ejemplo. Y
eso tiene que ver mucho con el desarrollo de la catástrofe y los efectos que tiene, en
particular, en los países pobres".
A su juicio, existe una autonomización de la economía, ésta no es pensada a partir
de la gran masificación de los bienes de consumo y de los efectos que produce en la
naturaleza y en el ser humano como consecuencia. Parece no existir una relación directa
entre la economía y el hombre; entre la satisfacción de necesidades y la producción. La
economía y el productivismo adquieren una lógica propia, es decir, se pasa de la
preocupación de la utilidad social de lo que se produce a la utilidad meramente lucrativa
de lo que se produce.
Por su parte, el sociólogo Claudio González, acota sobre el tema. Resulta curioso,
por decir lo menos, cómo las alteraciones catastróficas del clima, producen efectos
desoladores, particularmente, en los países pobres. Falta una racionalidad desde el
Estado para las regulaciones correspondientes que van desde una planificación territorial
urbana y rural hasta las demandas sociales de los grupos marginales que, como su nombre lo
indica, aparecen marginados por una sociedad que tiene puestos sus ejes de desarrollo en
quienes tienen más.