© Revista de Servicio Social
Vol 1, Nº 1, (Mayo - Noviembre) 1998.[ VOLVER ]
Una Experiancia en Autogestión Productiva con Mujeres. Octava Región. Chile.
Olga Mora M., Carmen Neira E., Patricia Witham K.
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Concepción. Chile.
ResumenEl trabajo hace referencia a una experiencia que combinó la acción y la investigación, en la concreción de una experiencia de autogestión productiva, como una alternativa adicional de generar ingresos para mujeres de una comunidad pobre. Se realizó con mujeres de una comunidad pesquera artesanal, ubicada en Penco, octava región, Chile.
Este proyecto enfatizó en el mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres y sus familias a través del trabajo, mediante un proceso participativo y de autogestión, especialmente en los de carácter productivo. Diversas experiencias y estudios en esta área han identificado las siguientes falencias: ( Santa María, 1989) inestabilidad en los procesos grupales; carencia de experiencia organizacional, y desconocimiento del significado de una situación laboral de responsabilidad propia;manejo ineficiente de los conflictos interpersonales; Presencia de limitaciones reales o temores a asumir responsabilidades; formas distintas de organización productiva y administrativa en la inserción laboral; valoración limitada de su propia potencialidad (autoestima en relación con la competencia del mercado); analfabetismo por desuso.
Si se suma a lo anterior la multidimensionalidad de los roles jugados por la mujer, se hace perentorio el estudio sistemático de las variables que influyen en los procesos de desarrollo personal, familiar y ocupacional de comunidades pobres, para validar la efectividad de estrategias de intervención social orientadas a la mujer en esos planos.
En ese contexto, los objetivos del presente estudio fueron:
Contribuir al desarrollo de la mujer y su organización a través de la creación de una microempresa en Caleta Cerro Verde Bajo, Penco, e Identificar factores psicosocioculturales que influyen en los procesos de autogestión.
Las Variables Centrales Consideradas
Factores psicosocioculturales que influyen positiva o negativamente en la efectividad de los procesos de intervención social (variables intervinientes).
Estrategias de intervención social y su efectividad (variables independientes).Efectos de orden personal, familiar, organizacional y ocupacional en la mujer de comunidades pesqueras artesanales (variables dependientes).
Se partió de la hipótesis que a través de proyectos autogestionados de microempresas, la mujer mejorará su rol familiar y comunitario.
Material y Método.
El estudio constituyó una investigación-acción que combinó investigación e intervención social. Las técnicas utilizadas fueron principalmente de carácter cualitativo, privilegiándose la observación participante, el análisis reflexivo situacional y las entrevistas focalizadas. Estas se complementaron con la aplicación de entrevistas estructuradas, para la medición de variables psicosociales. Se utilizó además, el Diferencial Semántico (Osgood) y la Escala de Medición de Motivación al Logro (De Miguel, 1964).
El grupo en estudio estuvo conformado por diez mujeres del sector Cerro Verde Bajo de la Comuna de Penco. Sus edades fluctuaron entre los 20 y los 60 años, siendo en su mayoría casadas. El 50% presentaba un nivel de escolaridad básico completo y el otro 50%, educación media incompleta. La totalidad de las participantes desempeñaban, como actividad principal, labores de casa no remuneradas. Predominaron los grupos familiares nucleares constituídos por cinco miembros con un promedio de dos hijos.
La Metodología de trabajo utilizada se caracterizo por:
Ser una experiencia concreta con un grupo real dentro de su contexto habitual, que buscó un cambio efectivo en él, el compromiso permanente de los investigadores en el proceso, no fueron meros observadores de la realidad, realizarse en pequeña escala, estar dirigida a aspectos globales y no aislados del contexto.
El proceso de intervención privilegió lo siguiente: énfasis en procesos permanente de sensibilización y motivación individual y grupal; actualización constante del autodiagnóstico; educación social permanente, como medio de desarrollo personal y grupal; asistencia técnica y social permanente; identificación y análisis de ideas de proyecto productivo; capacitación laboral teórica-práctica; motivación, apoyo financiero y capacitación para inserción en el mundo de trabajo; reevaluación de la idea, y puesta en marcha del proyecto definitivo.
Resultados.
Factores Psicosocioculturales de las participantes.
En relación a este aspecto, se hará referencia a aquellos factores que se consideraron más significativos en la promoción de procesos de autogestión productiva en sectores de escasos recursos, por su potencialidad de influir positiva o negativamente en el éxito de iniciativas de esta naturaleza.
a.- El ciclo vital individual y familiar de las participantes.
Las participantes se encontraban en etapas diferentes del Ciclo Vital Individual, adultez temprana unas, y adultez media otras; por tanto, las tareas de desarrollo se orientaban principalmente al ámbito familiar y laboral. En lo relativo al Ciclo Familiar, las etapas más relacionadas con las participantes en el estudio fueron: crianza de escolares, hijos adolescentes y familia plataforma, caracterizadas por la creciente búsqueda de independencia de los hijos y el desarrollo de intereses propios.
En el caso de las mujeres que se encontraban en las etapas adultez temprana y crianza de hijos, se identificaron diferencias en el grado de cumplimiento de las tareas en relación con sus padres, cónyuge e hijos. Las mujeres en la etapa de adultez media presentaban un cumplimiento homogéneo en la administración del hogar y la crianza de los hijos. En lo que respecta al Ciclo Familiar, las relaciones conyugales, en su mayoría, se caracterizaban por la toma de decisiones compartidas o, en su defecto, centradas en la mujer. Existía una independencia relativa de la mujer para el desarrollo de actividades extrafamiliares.
Indistintamente de las etapas de desarrollo en que se encontraba cada una de las integrantes del grupo, se daba en todas ellas, un fuerte sentimiento de insatisfación frente a la falta de calificación laboral y de empleo, constituyendo ésta la motivación primordial de pertenencia al grupo.
No obstante esta motivación común, las diferencias identificadas en el Ciclo Vital Individual y Familiar antes señaladas, como asimismo la situación socioeconómica, influyeron decisivamente en la integración definitiva de las mujeres al grupo, como se verá más adelante.
b.- Capacitación Laboral.
La mayor parte de las mujeres contaban con algún tipo de capacitación laboral adquirida antes de integrarse al grupo, principalmente en manualidades, los que aplicaban mayoritariamente en tareas del hogar y en menor escala para aumentar el ingreso familiar a través de la comercialización. Una de ellas, presentaba una variada capacitación que incluía educación nutricional y de auxiliar dental, utilizando sus conocimientos en la atención familiar y en un trabajo remunerado por un tiempo reducido.
Las demás participantes inician su capacitación ocupacional al integrarse al grupo. En las primeras fases del proceso ésta se centró en manualidades, típicamente visualizadas y solicitadas por mujeres a nivel mundial ya que contribuyen en forma inmediata al bienestar material del hogar y, al mismo tiempo, tienen el potencial de ser comercializadas, generando un ingreso adicional para el hogar.
Posteriormente, el proceso de autodiagnóstico, los cambios en la composición del grupo y los análisis de ideas de proyectos productivos, ampliaron su percepción del mundo laboral, lo que llevó al grupo a decidirse por una capacitación más técnica y con mejores opciones en el mercado laboral, según su propia percepción.
c.- Experiencia Laboral.
Las participantes registraban variadas experiencias remuneradas en su historia laboral, como asesoras del hogar, vendedoras de casa comercial, procesadoras de algas, auxiliar dental, siendo estas ocupaciones consecuentes con sus respectivos niveles de educación y de capacitación. Se desempeñaban en contextos laborales cercanos a su lugar de residencia.
Con respecto a la percepción del concepto “trabajo” por las participantes en el proyecto, asocian su significado principalmente con lo económico y con el desarrollo personal, primando en algunas la realización personal que éste permite y en otras, los ingresos que aporta al hogar.
En relación a la percepción del concepto por parte de su grupo familiar, según informan ellas mismas, sus cónyuges lo asocian con el aumento del ingreso familiar y los hijos con “la adquisición de cosas que estaban necesitando”, “la falta de control de tareas y conducta” y con “salir relacionarse y relajarse”.
d.- Motivación al Logro.
Motivación al logro dice relación con deseos de vencer obstáculos, progresar y crecer. Personas con este tipo de motivación trabajan gracias a su deseo de vencer obstáculos, alcanzar metas y ser útiles a otros.
De las participantes, tres obtuvieron el puntaje máximo en la escala utilizada. Al respecto es importante señalar que, en distintas formas, las tres se destacaron constantemente en el grupo por su participación activa y responsable, asumiendo roles decisivos en diversas organizaciones públicas y privadas, en representación del grupo, para coordinar recursos y capacitación.
Respecto a la persona con menor puntaje en la escala, su motivación por participar en el grupo reflejaba más su necesidad de afiliación, que su interés por el proyecto en si mismo.
No obstante lo anterior, esta variable no fue determinante en la continuidad de las integrantes en el proyecto, primero, porque los puntajes obtenidos por ellas fueron relativamente similares, distribuyéndose en un rango de 6 a 9 y segundo, porque las personas que permanecieron trabajando en el proyecto autogestionado, presentaron puntajes disímiles (entre 9 y 7 respectivamente).
e.- Actitudes hacia Organización Laboral y hacia Crédito:
Mediante el Diferencial Semántico se midieron las actitudes de las integrantes del grupo hacia los conceptos de “organización laboral” y “crédito”, por considerar que éstos tienen una relación directa con la disposición al cambio o a innovar, característica requerida para generar un proyecto productivo autogestionado.
Respecto a la “organización laboral”, se percibió en todas, una actitud positiva, lo que viene a confirmar tanto la motivación general por acercarse y permanecer en el grupo, como la razón de ser del mismo. Esta variable no fué determinante en la permanencia de las personas en el proyecto, es así, que personas que manifestaron actitudes más fuertemente positivas hacia el concepto evaluado, abandonaron posteriormente el grupo.
En cuanto al “crédito”, se detectó desde un principio una actitud negativa hacia el concepto, reflejada en la resistencia de la totalidad de las integrantes a endeudarse ya sea en el corto o mediano plazo, para la implementación del proyecto productivo. Esto se debió, en parte, a la incertidumbre inherente a toda inversión nueva, al temor de asumir el riesgo y no poder cumplir con compromisos, como también, a la falta de confianza en si mismas y entre ellas.
La medición confirmó que no existía una actitud positiva hacia crédito, lo que fue determinante en los análisis realizados y las decisiones tomadas con respecto a muchas “ideas de proyecto” alternativos que se barajaron y descartaron, por no contar con capital suficiente para su implementación.
El Proceso de Autogestión.
El proceso de autogestión involucró simultáneamente un proceso grupal y uno de diseño e implementación del proyecto productivo. Por tratarse de un proyecto de seguimiento, el grupo se encontraba en la etapa de organización, valorando las participantes la búsqueda de metas laborales por sobre la estructura y funcionamiento del grupo.
En esta etapa, el autodiagnóstico se centró en la identificación más precisa de intereses, necesidades y potencialidades, tanto propias como del contexto, actualizándolo en cada actividad realizada, en la medida que las participantes obtenían un mayor conocimiento de sí mismas y de las otras.
El proceso sin embargo, se vio afectado por cambios en la composición del grupo, lo que significó readecuación de la organización y del autodiagnóstico. Los cambios se debieron a razones socioeconómicas, familiares y de relaciones humanas.
Paralelo al proceso de diagnóstico, se inició el trabajo de identificación de la idea productiva, eligiéndose por consenso “Reparación y Confección de Redes”, fundamentalmente por dos razones: el auge que había adquirido la pesca industrial en la zona y la percepción de un mercado potencial.
El grupo presentó un liderazgo distribuido, algunas se orientaron más a la tarea, otras a los procesos socioemocionales y otras a ambos aspectos. La interacción grupal se dio a través de díadas y triadas que se diluían o se acentuaban de acuerdo a la intensidad de la interacción en las distintas sesiones realizadas. La mayor inestabilidad del grupo se presentó durante el período de análisis y definición de la idea productiva, acentuándose los conflictos interpersonales. Estos se logran superar, en parte, una vez identificada la idea e iniciada la etapa de capacitación y práctica en terreno.
Durante la capacitación las integrantes demuestran responsabilidad, entusiasmo, dedicación y constancia, tanto en las clases teóricas como prácticas; reconocen sus capacidades específicas en el rubro, mejoran su autovaloración y autoestima, visualizan a quienes tienen mayores habilidades en las distintas facetas de la actividad y empiezan a percibir la necesidad y conveniencia de una división del trabajo de acuerdo a las potencialidades de cada una.
Según lo informado por las participantes, la experiencia capacitadora elevó su valoración por parte de su familia y de la comunidad.
Finalizada la etapa de capacitación técnica, se observó una evolución del grupo, demostrando sus participantes una mayor preocupación por el desarrollo grupal, fijándose como metas: alcanzar una mejor organización y perfeccionamiento para quedar completamente preparadas para enfrentar sin temor el mundo del trabajo.
Al terminar la capacitación técnica e iniciar la capacitación administrativa microempresarial, las integrantes deciden reevaluar nuevamente la idea, concluyendo que “no poseen los medios materiales y financieros para ello” y “por estar muy alejados sus hogares del lugar donde se desarrollaba mayoritariamente la actividad pesquera”.
Se analiza como alternativa laboral, dada la capacitación recibida, su incorporación como trabajadoras dependientes a la empresa donde realizaron la práctica, concluyendo que “esto es incompatible con las labores domésticas y alteraría el funcionamiento de sus familias”.
Se genera un nuevo proceso de definición de idea productiva más compatible con su realidad personal y del contexto, derivándose los intereses hacia el rubro alimentación. Esto trae consecuencias para el grupo que se cuestiona el tiempo requerido para un nuevo análisis y fundamentalmente por los recursos que se deben invertir de concretarse esta nueva idea productiva; se aprecia asimismo, una mayor resistencia a la capacitación.
Aún cuando la autoevaluación revela que todas las experiencias vividas fueron enriquecedoras para las integrantes, el grupo no alcanzó solidez suficiente para salvar situaciones conflictivas. Se llegó a una situación de quiebre debido a diferencias internas en relación con metas definidas y conflictos interpersonales producto de desconfianza.
Se realiza una evaluación profunda de las motivaciones de cada uno con respecto al grupo y a la idea laboral, algunas (cinco) deciden seguir con el compromiso de concretar a corto plazo (no más de dos meses) la idea productiva en el rubro de comercialización de alimentos, centrándose en la implementación de un kiosco en su propio barrio, el resto de las integrantes decide abandonar el grupo.
Las socias se abocan a definir su proyecto, establecen las dimensiones y características del kiosco, determinan las acciones a realizar a corto plazo, siendo ejecutivas y eficientes en todos los aspectos técnicos y financieros requeridos, demostrando durante este periodo, mayor independencia en la ejecución de actividades.
Finalmente, como producto del análisis, se determina que el proyecto es factible. Una vez más y previo a la ejecución, el equipo técnico intentó introducir la capacitación sistemática para la gestión administrativa, manifestando las interesadas su urgencia de concretar su proyecto y no prolongar más la fase preparatoria y de capacitación, ello no influyó negativamente en el desarrollo del proyecto.
Durante el proceso de ejecución, se organiza el trabajo en función de la demanda del producto. Se asignan tareas de acuerdo a sus habilidades personales , asumiendo una el manejo y control administrativo financiero y otras la producción y comercialización. Definen, además, sus normas, (sistema de reemplazos cuando sea necesario, plazos para capitalización e inversión). Se define, por último, un sistema de registro de actividad diaria y contabilidad.
A los doce meses de implementado, se hace un análisis del balance, al cual invitan a los técnicos, concluyéndose que la actividad ha sido exitosa: reporta ingresos al grupo, se sienten realizadas como personas y como miembros de una comunidad.
En síntesis, se puede afirmar que de las mujeres que originalmente inician el proceso de autogestión, lo terminan aquellas que coincidieron plenamente en sus intereses, complementaron sus capacidades, buscaron el beneficio común y estuvieron dispuestas a sacrificarse con el fin de obtener el éxito del proyecto autogestionado. Se debió, además, a la autenticidad de su relación interpersonal sustentada en los conocimientos logrados a través del prolongado proceso de autodiagnóstico. Se apreció en ellas una comunidad de intereses en torno a tareas de desarrollo personal no cumplidas.
Discusión.
La preocupación de las participantes por la tarea de desarrollo denominado “trabajo” les motivó a participar en un proceso de autogestión productivo. Sin embargo, no tuvieron claridad ni unidad, al principio y durante gran parte del proceso, respecto al tipo de actividad que permitiera dar cumplimiento a esa tarea, y así satisfacer una necesidad sentida individual y colectivamente.
En relación al proceso de autogestión se observó una evolución, a través del “ensayo-error” respecto a dos roles laborales: “Confección y Reparación de Redes” y “Producción y Comercialización de Alimentos”, los cuales les ubicaron en contextos psicológicos diferentes y les demandaron exigencias distintas. Asimismo, los períodos de entrenamiento involucraron conocimientos y habilidades técnicas y administrativas muy diferentes. El primero, “Confección y Reparación de Redes”, requirió el estudio de funciones matemáticas básicas y horas de práctica en clases y en el hogar. Para lograr dominio manual se consideró “on the job” capacitación práctica en una empresa pesquera. Al respecto, es importante destacar que todas las mujeres cumplieron satisfactoriamente el proceso total de entrenamiento en lo que se refiere al aprendizaje de habilidades específicas en este rubro.
Durante el proceso de capacitación en el trabajo de redes se dieron los cuatro componentes centrales de la situación de trabajo: destrezas técnicas, relaciones de autoridad, exigencias y riesgos ocupacionales y relaciones interpersonales con los pares intra y extra grupo.
Durante el entrenamiento la persona evaluó el ajuste entre sus características personales y los cuatros aspectos esenciales de trabajo ya mencionados. Respecto a las destrezas técnicas las participantes se sentían satisfechas de haber demostrado que eran capaces pero, el mismo tiempo, estimaban que su grado de pericia técnica no era suficiente para enfrentar solas el desafío de una empresa de servicios en este rubro.
Se adecuaron correctamente a las relaciones de autoridad y a los riesgos ocupacionales potenciales, tanto físicos como psicológicos asociados al lugar y tipo de trabajo.
La teoría plantea que las relaciones interpersonales constituyen un aspecto “determinante de la decisión de comprometerse con un ambiente particular de trabajo” (Newman y Newman, 1984). En este caso, a pesar de insertarse relativamente bien en la organización social informal del trabajo de redes en la pesquera, la hostilidad, competitividad y desconfianza que caracterizan las relaciones interpersonales, sobretodo con los afuerinos fue un factor importante. Las relaciones se fortalecieron entre algunos miembros y se quebrantaron entre otros, y aunque se formaron relaciones potencialmente favorables a la continuidad de la iniciativa, no fueron suficientemente fuertes ni extensas para continuarlo.
En el segundo proyecto productivo probado por las participantes, “Producción y Comercialización de Alimentos”, los cuatro componentes de una situación de trabajo se dieron en forma considerablemente más expedita y simple. No requirió un proceso prolongado ni complejo de capacitación técnica. Las relaciones de autoridad, como ya se ha indicado, no constituyeron un problema dado el trabajo en equipo y división de funciones que se adoptó de común acuerdo. Las exigencias y riesgos ocupacionales fueron bastante menores y asumidas más fácilmente. Las relaciones interpersonales con los pares intra y extra grupo constituyeron la base y sustento del proyecto dado el conocimiento de su entorno sociocultural.
En definitiva, las participantes optan por un proyecto productivo considerablemente más cercano psicológica y socialmente a su realidad en términos de su concepción y factibilidad. Este resultado concuerda con los hallazgos de otras experiencias en las cuales las participantes incursionan en forma más generalizada en iniciativas de comercio en pequeña escala.
Conclusiones.
- Respecto a la variable “capacitación”, las personas que completaron el proceso de autogestión productiva presentaron capacitación y experiencia laboral previa al proyecto, por lo que se considera que su capacitación y experiencia laboral fueron características significativas en su éxito, al constituirse en una microempresa.
- El proceso de autogestión se vio muy afectado en su desarrollo por el proceso de organización grupal y los procesos personales y familiares que lo sustentan. Fue decisiva la falta de solidez organizacional formal y de estabilidad en sus relaciones interpersonales producto de una historia, tradición y autodiagnóstico sostenido en el tiempo. Mientras más lejana estaba la concreción de la idea productiva, más se acentuaban los conflictos interpersonales e irregularidad en el cumplimiento de tareas y participación en el grupo.
- La autogestión productiva en comunidades de escasos recursos se ve afectada además, por la tensión constante entre la inmediatez y urgencia de las necesidades básicas y los requerimientos de capacitación para sustentar una iniciativa de cierta envergadura en lo financiero, técnico y administrativo. Esto influye decisivamente en la permanencia de los participantes en los proyectos.
- La capacitación y entrenamiento por si solos no determinan el éxito o fracaso de la gestión productiva y de la inserción laboral posterior, influyen decisivamente otras variables psicosocioculturales, como educación, autopercepción, relación, distancia social, entre otras.
- A pesar de ser una permanente preocupación del equipo profesional, se percibió una dependencia considerable de las integrantes en los técnicos, tanto en el desarrollo de la organización en si, como en el proceso de análisis e implementación del proyecto productivo.
- El papel del equipo asesor es vital y al mismo tiempo delicado en la promoción de los procesos de autogestión porque, por un lado, se persigue el máximo protagonismo de los participantes en los análisis y la toma de decisiones y porque la asesoría se sustenta en el máximo respeto por su propio ritmo de concreción de los proyectos. Por otro, propende ajustar o adaptar la mentalidad inmediatista y urgencia socioeconómica de las participantes a los requerimientos de información y capacidad técnica y administrativa para una gestión microempresarial exitosa.
- Por lo anterior, la forma de enfocar e implementar tanto la asesoría en general, como la capacitación, en particular, adquiere trascendental importancia e incide de manera decisiva en el éxito de estas iniciativas. Se requiere de un sostenido apoyo al desarrollo organizacional (grupal) y al proceso de relaciones interpersonales para fomentar el desarrollo personal y mantener la motivación y compromiso de las participantes a pesar de lo prolongado de los procesos involucrados ya mencionados.
- Cabe destacar lo fundamental de un enfoque metodológico integrado en este cambio conjunto, que permitió indagar sobre el rol actual y potencial de las mujeres, para posteriormente identificar y evaluar la idea productiva a desarrollar.
- Durante el proceso de implementación, se visualizaron los principales obstáculos psicosociales que dificultaron la autogestión, especialmente los de carácter productivo, como asimismo, el rol que les compete a los agentes de cambio en proyectos de pequeña escala.
(po para el efectivo y oportuno apoyo a las familias y grupos frente a la simultaneidad de sus necesidades.
- Las características más determinantes de las participantes que concluyeron el proyecto logrando generar su propio trabajo fueron, la estabilidad familiar incluyendo el adecuado cumplimiento de las funciones básicas de sus miembros y la estabilidad económica , lo que les permitía contar con recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.
Referencias
- Finalmente, se concluye, por lo informado anteriormente que los proyectos autogestionados de microempresas, por muy pequeñas que estas sean, contribuyen efectivamente al desarrollo de la mujer y al mejoramiento de su rol en la sociedad
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