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Aníbal Pauchard Cortés
Ingeniero Forestal
Estudiante de Doctorado. Universidad de Montana, USA.
pauchard@forestry.umt.edu
La conservación de la diversidad biológica ha sido
abordada pobremente por nuestro país. La firma y ratificación
del Convenio sobre la Diversidad Biológica y la promulgación
de la Ley de Bases generales del Medio Ambiente dio un nuevo impulso
a la conservación de nuestro patrimonio biológico,
sin embargo la falta de voluntad política y la carencia
de una estructura administrativa encargada de coordinar los esfuerzos
para la conservación biológica ha impedido, en la
práctica, avances significativos. El Sistema Nacional de
Areas Protegidas (SNASPE) es considerado uno de los ejes en la
conservación del patrimonio biológico chileno, pero
su importancia no lo ha privado de numerosos problemas que han
limitado su capacidad de asegurar la mantención de los
ecosistemas que intenta proteger.
La Ley 18.362 de Creación del SNASPE buscó organizar
y mejorar las áreas protegidas en Chile. Con el SNASPE,
nuestro país comenzó a definir los objetivos y clarificar
los límites geográficos de las unidades del sistema,
muchas de las cuales datan desde comienzos de siglo. La Ley 18.362
también introdujo los conceptos de representatividad ecológica
y mantención de los procesos evolutivos. En términos
generales ésto implicó reconocer la naturaleza biológica
de los ecosistemas que se deseaban conservar. Otro avance significativo
fue la priorización de la conservación de ecosistemas
por sobre otros servicios de las áreas protegidas como
el turismo y la recreación. Lamentablemente, mucho de este
esfuerzo legislativo no ha dado los frutos esperados. La Corporación
Nacional Forestal (CONAF) encargada de velar por el SNASPE ha
tenido grandes dificultades en fortalecer el departamento de áreas
protegidas. La falta de recursos y voluntad política ha
imposibilitado contar con un adecuado número de científicos,
técnicos y guardaparques que permita cumplir con los objetivos
fijados por la ley.
Actualmente, el SNASPE se encuentra bajo una fuerte presión
de los distintos sectores de la sociedad. Diversos autores han
expuesto las deficiencias del sistema en representar los ecosistemas
naturales y mantener estas muestras con éxito en el largo
plazo (Armesto et al, 1992, Villarroel, 1992 y Lara et al, 1995).
La inadecuada distribución de las unidades del SNASPE,
permite que más del 80% de su superficie se encuentre en
las regiones extremas del país. Los ecosistemas con menor
representación en el SNASPE son los mediterraneos y áridos,
que poseen una gran parte de los endemismos y la diversidad biológica
del país. A las deficiencias producto de la irregular representación
de los ecosistemas se ha unido un aumento en el número
de visitantes y el nivel de uso de las unidades durante la última
década. Este fenómeno se ha concentrado en aquellas
unidades de fácil acceso y gran potencial turístico.
El crecimiento en la demanda recreativa ha sido acompañado
por el desarrollo de nuevas infraestructuras al interior de los
parques (Lazo, 1996) aumentando la extensión e intensidad
de los impactos sobre los ecosistemas protegidos (Pauchard, 1998).
Lamentablemente, no se cuenta con la adecuada información
científica sobre los efectos de la actividad humana sobre
los ecosistemas protegidos por el SNASPE. Por ello sólo
es posible enfatizar algunos de los riesgos a los cuales se enfrenta
el sistema en su rol de conservación de la biodiversidad.
En este artículo, se intentara reconocer las falencias
del SNASPE a la luz del conocimiento en conservación biológica
desarrollado a nivel internacional. Por último, se recomendaran
algunas medidas generales para mejorar la eficacia del SNASPE.
Estas recomendaciones tienen por objeto revitalizar la discusión
nacional sobre criterios biológicos para la administración
del SNASPE.
Fragmentación en áreas protegidas.
Si analizamos la realidad de las áreas protegidas en
el contexto de grandes ecosistemas o regiones biológicas,
el panorama se complica. Con el desarrollo urbano, industrial,
agrícola o forestal de las áreas adyacentes, las
áreas protegidas se han convertido en islas biológicas
en una matriz de ecosistemas antropogénicos (Noss y Cooperrider,
1994 y Landres et al, 1998). En términos biológicos,
estas "islas" tienen dificultades en mantener los patrones
y procesos naturales. Es importante clarificar que las islas biológicas
no se encuentran aisladas completamente de la matriz y que numerosos
flujos ecológicos se producen tanto entre la matriz y las
islas como entre islas. Por esta razón, es preferible denominar
fragmentos a estos remanentes de los ecosistemas naturales. Por
ejemplo, un cultivo de trigo puede ser una matriz muy dura de
traspasar para un roedor de bosque, mientras que para una ave
rapaz o un carnivoro superior puede no significar una barrera
a su desplazamiento.
El Parque Nacional Nahuelbuta, la Reserva Los Ruiles y el Monumento
Natural Cerro Ñielol son algunos de los ejemplos más
impresionantes de fragmentación y aislación biológica
en el SNASPE. El valor desde un punto de vista biológico
de estas unidades se ve afectado fuertemente por el contexto donde
se sitúan. Esto no significa que sean inútiles para
la conservación biológica, por el contrario pueden
actuar como núcleo para el reestablecimiento de ecosistemas
naturales, siempre que se establezcan decisiones de manejo adecuadas.
En áreas protegidas que se comportan como fragmentos, los
efectos ambientales y biológicos de la matriz atraviesan
fácilmente las fronteras de las unidades (Landres et al,
1998). Los efectos de la fragmentación sobre áreas
protegidas pueden caracterizarse en los siguientes procesos (Forman,
1995):
1. Efecto de borde.
El efecto de borde consiste en la suma de los efectos producidos
por un ecosistema sobre el adyacente. Por ejemplo, entre una pradera
y un bosque natural. En esta interfase las condiciones ambientales
son diferentes de los habitat de interior, pradera y bosque. El
bosque pierde humedad, la luz luminosidad ingresa al sotobosque
y el viento penetra con mayor velocidad. Por otro lado, la pradera
recibe los propágulos de las especies del bosque cambiando
su estructura y composición. En áreas protegidas
los efectos de bordes hacen disminuir el habitat interior. Si
se considera una unidad pequeña como el Monumento Natural
Cerro Ñielol, nos encontramos que la mayoría de
la unidad se ha convertido en ambiente de borde. El problema surge
porque ciertas especies poseen rangos de tolerancia muy pequeños
que sólo se encuentran en hábitat de interior. Si
el efecto de borde se intensifica se produce una reducción
en los habitats de interior que puede llevar a la extinción
local o total de una especie.
2. Aislación biológica de las poblaciones naturales.
La aislación genética de las poblaciones naturales
es considerada uno de los mayores problemas en conservación
biológica. Las consecuencias genéticas del aislamiento,
como el entrecruzamiento y la deriva génica, pueden llevar
a la extinción de poblaciones cuyo tamaño ya ha
sido disminuido por el efecto de la actividad humana. Una extinción
poblacional, no significa la extinción de la especie, pero
si la reducción de la variabilidad genética de la
especie y una mayor probabilidad de extinción frente a
catástrofes o cambios ambientales. La conservación
de la variabilidad genética de la especie previene la mortalidad
total de una población frente a una enfermedad o un cambio
climático.
3. Invasión de especies exóticas.
Aun cuando existe cierto exceptisismo frente al efecto negativo
de las especies exóticas, países como EEUU han reconocido
que las invasiones exóticas constituyen una grave amenaza
para las poblaciones de especies naturales (US Congress office
of Technical Assessment en White y Schwarz, 1998).Las especies
exóticas, vegetales y animales, ingresan a las áreas
protegidas compitiendo con éxito frente a las especies
nativas. Pauchard (1998) encontró en el area de desarrollo
del Parque Nacional Conguillio, un 18% de especies exóticas
de un total de 120 especies de plantas vasculares. La literatura
ha comenzado ha demostrador el poder que tienen las especies exóticas
vegetales para cambiar la dinámica de perturbaciones de
un área, pudiendo alterar el ciclo del fuego o la sucesión
vegetal (Mark y DíAntonio, 1998). Chile tiene mayores probabilidades
de enfrentar problemas con las especies exóticas invasivas
ya que su fauna y flora ha evolucionado rodeada de barreras naturales,
este principio biológico ha sido ampliamente demostrado
en Australia, donde las especies exóticas han provocado
graves estragos en los ecosistemas naturales.
De confirmarse los efectos planteados anteriormante, el SNASPE
se encontraría en una situación preocupante respecto
a su rol en la conservación biológica. La fragmentación
del habitat, el aislamiento biológico y el aumento de los
impactos al interior de las unidades, estarían modificando
los patrones y procesos naturales de los ecosistemas causando,
en algunos casos, la extinción local o total, en un largo
plazo, de aquellas especies más sensibles.
En nuesto país, sólo recientemente se está
investigando los efectos de la fragmentación y aislamiento
biológico de los ecosistemas. Es crucial impulsar el desarrollo
de la investigación de estos procesos y sus impactos en
los ecosistemas de Chile. Especial énfasis debe darsele
a las áreas protegidas dado su importancia en la conservación
de la biodiversidad y su potencialidad como laboratorios naturales
donde los impactos del hombre tienen una menor intensidad.
¿Cómo garantizar la conservación biológica
en el SNASPE?
La falta de antecedentes científicos impide tomar decisiones
de manejo con la rigurosidad necesaria, no obstante la experiencia
internacional demuestra que algunas medidas básicas pueden
ayudar a mitigar los impactos humanos sobre las áreas protegidas.
Basado en la literatura y el análisis de la realidad del
SNASPE es posible delinear las siguientes acciones tendientes
a mejorar la capacidad del sistema para proteger la biodiversidad:
1. Fortalecer el SNASPE incorporando nuevas áreas para
completar la representatividad ecológica e incluir aquellas
áreas prioritarias por su diversidad biológica.
2. Actualizar o elaborar los planes de manejo de las unidades
en base a información científica y considerando
las demandas sociales, tanto locales: propietarios, grupos indígenas
o habitantes rurales, como nacionales: científicos, empresarios
y visitantes. Sólo así se incorpororá la
sustentabilidad social al sistema.
3. Disminuir el impacto de las actividades y proyectos al interior
de las áreas protegidas. Para ello debe hacerse efectivo
el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) a
las actividades y proyectos en áreas protegidas, tal como
se menciona en la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente. Además,
se deben estudiar los límites de cambio aceptables (LCA)
para cada unidad e incorporar estos parámetros en los planes
de manejo.
4. Crear zonas amortiguadoras que imponga restricciones al uso
de las áreas aledañas a las áreas protegidas.
Considerando incentivos a aquellas actividades con menor impacto
como el ecoturismo o el manejo forestal sustentable.
5. Desarrollar por medio de la cooperación público-privada
un sistema de corredores y reservas biológicas que permita
interconectar las áreas protegidas del Estado y completar
aquellos ecosistemas en riesgo. Medidas de manejo pueden utilizarse
para impulsar la conservación en la matriz (áreas
productivas), mitigando asi los efectos de la fragmentación.
6. Por último, resulta esencial realizar un plan de monitoreo
de las áreas protegidas y áreas aledañas.
Esta es la única manera de asegurar que su rol en la conservación
biológica se está cumpliendo.
Es imposible pensar que la diversidad biológica puede ser
conservada en "museos biológicos". Las decisiones
sobre el manejo y protección de la biodiversidad deben
hacerse considerando las diferentes escalas, temporales y espaciales,
y contextos ecológicos. Se necesita integrar la conservación
de las especies con la conservación de los ecosistemas
locales y regionales.
En términos generales, es imposible exigir al SNASPE que
asegure la conservación de la totalidad de nuestro patrimonio
biológico. Nuevos esfuerzos basados en antecedentes científicos
deben producirse para generar un sistema que integre y promueva
las iniciativas privadas y gubernamentales para la conservación
biológica en Chile.
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