INTRODUCCION

  El problema del consumo de drogas constituye, en esta década, una de las principales   preocupaciones  de  la  sociedad  chilena  y  de  la  comunidad internacional.

   La masificación del abuso  de  drogas en nuestra sociedad se inició  a partir de los movimientos sociales  de  la  década de los 60, como protesta a la  estructura social imperante simbolizada, especialmente, en  el rechazo  a  la  guerra  de  Vietnam. De este  modo, se  hizo popular entre un sector de la juventud, el uso de la marihuana y drogas psicodélicas como el ácido lisérgico (LSD). En Chile, se inició a mediados de la década del 60 en los sectores altos de Santiago y se extendió rápidamente a otros sectores.

    No obstante el decaimiento de estos movimientos sociales, el consumo de drogas como  la  marihuana se ha mantenido con diversas modalidades y distintos sentidos, incorporándose, además,  el  consumo de otras sustancias, tales como anfetaminas, cocaína  y  benzodiazepinas,   estas   últimas,   especialmente   entre   la  población femenina adulta y de la tercera edad. También aparece el consumo de solventes volátiles,  principalmente  en  población  infantil  marginal  de  zonas  urbanas. 
Otro fenómeno relativamente reciente en nuestro país está dado por el tráfico y abuso de  cocaína  y pasta base, difundido desde la zona norte hacia las zonas urbanas del centro y sur del país.

     Finalmente, un  fenómeno  importante  en  países  desarrollados es la elaboración clandestina   de   nuevas  sustancias,  conocidas  genéricamente  como  “drogas  de síntesis”  o  “drogas de diseño”, sustancias que han sido poco difundidas en nuestro medio.

  La drogodependencia o farmacodependencia se caracteriza por un conjunto variable de  signos  y  síntomas  que  muestran  la  existencia  de   una  compulsión a seguir consumiendo  una  sustancia  psicoactiva  de  forma  periódica  o  continuada. Como elemento  característico,  quien  es  dependiente  presenta un menor control sobre el consumo  de  una  sustancia  determinada  y  continúa  con  su  uso  a  pesar  de la aparición   de   efectos   tóxicos.   Si   bien  en  una  primera  etapa  la  conducta  de autoadministración   se  establece   con   el   fin  de  experimentar los efectos de una sustancia,   tras   un   consumo reiterado, ésta se dirige fundamentalmente a evitar el malestar derivado de la deprivación.

En la génesis y el mantenimiento de una farmacodependencia intervienen numerosas variables,   por   esta   razón   el   estudio   y  entendimiento   requiere de un enfoque interdisciplinario.  Algunas variables que son dignas de destacar son las propiedades farmacológicas de  las  sustancias, los condicionantes fisiológicos y psicológicos del consumidor, así como diversos factores sociales y ambientales. Al mismo tiempo al estudiar la  etiología  de la  dependencia de drogas es importante tener en cuenta los factores no farmacológicos, como la disponibilidad, las modas, la presión del grupo y el aprendizaje  previo  con  sustancias  toleradas  socialmente  pero  no  exentas  de riesgo.  Además  la vulnerabilidad a la farmacodependencia está también relacionada con  algunas  características  del individuo habiéndose incluso reconocido en algunos casos la existencia de factores hereditarios.