Fallas en el equipo. (22/04/2011)
Carlos Baquedano V.

El término equipo surge del antiguo francés "esquif" que provenía a su vez del alemán "schiff" y del inglés "ship", es decir una embarcación en que sus ocupantes realizan una actividad colectiva. El equipo constituye el equipaje embarcado para un mismo destino y en que cada uno de los integrantes debe realizar una función distinta. También, el vocablo se asocia a un conjunto de barcazas atadas unas con otras y jaladas por personas. Esta imagen de barqueros tirando la misma cuerda  o constituyendo el equipo embarcado nos lleva hoy a pensar en un equipo de trabajadores que realizan una obra en común o en un equipo deportivo para ganar un partido o en un equipo de gobierno, etc. Hay entonces en esta palabra, una idea de unión, un objetivo común, una organización, un doble dinamismo que proviene tanto del que dirige como del conjunto y una victoria a lograr entre todos.
Saber trabajar en equipo es una competencia bastante rara en nuestra sociedad, sobre todo entre directivos. Tenemos mucha confianza en el genio, en la fuerte personalidad del hombre o la mujer en que todo reposa y así vemos a menudo equipos que no lo son en absoluto ya que han sido construidos en base a un modelo en que los integrantes están al servicio del jefe, de su ritmo y de sus formas de hacer las cosas. En este modelo el jefe no delega, sólo subcontrata.
Llegado a un cierto nivel, las tareas no pueden ser logradas por una sola persona, aún rodeada por una pléyade de consejeros y asistentes. Por muy genial que dicha persona sea, posee ciertas limitaciones: no puede saber todo, no puede hacer todo y un equipo fuertemente ligado a una personalidad dominante o prestigiosa puede también correr el riesgo de desaparecer junto con su "jefe".
Trabajar en equipo ofrece la posibilidad de crear sinergias y concentrar las energías en el proyecto, tolerando y utilizando de manera óptima la diversidad de los talentos, en lugar de dedicar gran parte del tiempo en adaptarse al paso al de otros. En la práctica, los equipos pueden ser frágiles, su consolidación toma tiempo, es una construcción humana en que cada individuo tiene su importancia. Un solo elemento puede destruir este equilibrio como también, una sola persona puede ser una fuente inagotable de motivación  y liderazgo de dicho equipo.
El verdadero trabajo en equipo implica que todos estén sujetos a la regla y ello incluye al líder del equipo. Cada uno tiene una tarea definida por cumplir para que el proyecto se realice. El "jefe" es entonces el encargado de  coordinar, de arbitrar, de animar y de impulsar. Es un estado del espíritu totalmente diferente en que el líder acepta que no todo sea hecho necesariamente a su manera, a su medida o a su capricho sino que aceptando que muchas variables importantes no requieren estar bajo su estrecho control y por lo tanto, los "jefes" también dependen de la actividad de los miembros del equipo.
Es necesario consagrar tiempo, energía, voluntad para transformar un grupo en un equipo orientado a la realización de un objetivo común. Alguien dijo por ahí que "un equipo se construye, el espíritu de equipo se cultiva". Hay que dedicar tiempo, energía, voluntad y dotar los recursos adecuados para transformar un grupo en un equipo orientado a objetivos comunes y obviamente también para mantenerlo con vida.

CARLOS E. BAQUEDANO VENEGAS
DEPARTAMENTO DE ADMINISTRACION
FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS Y ADMINISTRATIVAS
UNIVERSIDAD DE CONCEPCION
Diario


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Ganemos todos (26/08/2011)
Carlos Baquedano Venegas

No cabe duda de que la necesidad de negociar está en la palestra. No es una moda, o algo pasajero y efímero, sino que a una realidad a la que cada empresario, cada dirigente y por que no decirlo, cada persona normal, se enfrenta cotidianamente con el fin de encontrar una solución aceptable.
Al interior de las organizaciones, los desacuerdos pueden surgir desde diferentes fuentes: remuneraciones, beneficios, organización del trabajo, orientaciones y objetivos, sindicatos, condiciones de trabajo, etc. Al exterior, las ocasiones de negociar se multiplican en muchos dominios: proveedores, clientes, banca, organizaciones sociales, etc. Frente a esta omnipresencia de la negociación, se suele tener la impresión de que se trata de elegir entre la victoria o la derrota como una prueba de fuerzas, de manipulaciones y guerras entre posiciones. Ese contexto hace que la negociación sea abordada como un trabajo arduo y difícil ante el cual hay que resignarse, de mala gana,  ya que no habría posibilidad de hacerlo de otra forma.
Pero, ¿es posible que la negociación sea percibida como un juego que entretenga y enriquezca a todos, sin dejar de ser eficaz?. Pareciera que si, en tanto y en cuanto se produzca un cambio mental respecto de ideas preconcebidas que conducen a prácticas y estrategia ineficaces  y que impiden imaginar soluciones más allá del  mero "gallito". Estos prejuicios o barreras se podrían resumir en: blindaje de los propios intereses, creer que se es dueño de toda la verdad, pensar que el "pastel tiene tamaño fijo" y la idea de que las dificultades del otro son cosas del otro.
La actitud de no proporcionar información sobre los intereses, necesidades, esperanzas, etc., basada en la creencia de que ello debilita, suprime toda chance de descubrir intereses comunes como bases para un acuerdo bien logrado.
El creer que no existe otra verdad, fuerza a las partes a defender sus soluciones como si ellas fueran las únicas respuestas al problema propuesto. La clave del éxito es poner momentáneamente "en remojo" las soluciones propias, informarse de las preocupaciones del otro y con ello imaginarse otras soluciones al mismo problema.
El pastel de tamaño fijo. Es poseer una mentalidad estrecha y cortoplacista que conlleva a que todos se pongan a la defensiva adoptando posiciones extremas en que unos ganan y otros pierden. Se ha demostrado que una solución que permita satisfacer intereses compartidos e incluso contrapuestos, resulta también agradable, sobre todo en el mantenimiento de las relaciones y negociaciones futuras.
Por último, cuando cada uno se niega a comprender las dificultades y limitaciones de los demás, la negociación se estanca. No es realista para un dirigente gremial negarse a las restricciones presupuestarias de un empresario o de un gobierno, como tampoco resulta realista para estos últimos ignorar deliberadamente las consecuencias que sus decisiones tienen y tendrán en los demás.
Entonces. Negociemos y ganemos todos.

Emprendedores, moral y dinamismo (01/07/2011)

Carlos Baquedano Venegas

Dar el paso para adoptar un estado de independencia o crear su propia empresa es elegir transformarse en el conductor de su propia vida y de su propio negocio. A menudo los primeros años son puro impulso pero no siempre las cosas suelen ser color de rosa ya que cuando comienzan a aparecer las primeras dificultades o imprevistos se puede producir una fuerte desestabilización en el emprendedor o en su joven empresa. Es en estos períodos de crisis cuando se torna imperativa la necesidad de entrenarse a si mismo, a los colaboradores, a los socios, a los clientes, etc. de tal forma de lograr una energía constructiva y positiva, en pos de un buen funcionamiento y desarrollo, tanto en lo personal como en lo referente a la empresa. Además, en estos períodos de dificultades, es indispensable que el emprendedor mantenga una alta confianza en si mismo para poder transmitirla dentro y fuera de su organización. Aquí, el emprendedor debe aprender lo que ninguna escuela o universidad, o muy pocas, le puede transmitir: encontrar en si mismo los propios recursos para continuar avanzando y desplegar con éxito sus proyectos sean cuales sean las circunstancias cotidianas. En pocas palabras debe mantener su moral en alto y su dinamismo en desarrollo.
En lo que respecta a enfrentar los períodos de crisis alta moral, éxito, calma, buen humor y discernimiento, existen competencias que todo emprendedor debería desarrollar, entre otras: la necesidad de continuar reflexionando con creatividad sobre sus proyectos y planes futuros, sin descuidar la gestión cotidiana; considerar contantemente los aspectos comunicacionales de una nueva idea o proyecto para con sus colaboradores y potenciales clientes; tomar conciencia de la presencia constructiva de sus colaboradores y reforzar los lazos con ellos; desarrollar la capacidad de "retroceder" en algunas circunstancias y saber manejar el stress.
En relación con la mantención de un adecuado dinamismo en períodos de crisis destacan entre otros; la necesidad de mantenerse enfocado en el proyecto de empresa de hoy y de mañana, sistematizar una comunicación interna y externa tomando y generando conciencia del valor y la pertinencia de su empresa, motivando sus equipos y persuadiendo a los clientes reales y potenciales de la realización de una buena elección; desarrollar una gestión ética que cree un clima favorable al dinamismo a través de lealtad, dedicación, confianza y profesionalismo entre sus colaboradores, trabajar constantemente sobre su autoconfianza, mantener el rumbo personal generando espacios para lograr un equilibrio entre lo físico y lo emocional realizando actividades, muchas veces consideradas como "pérdida de tiempo", pero que son esenciales para empoderarse y recargarse y volver a conectar su dinamismo al servicio de la empresa, con buen humor, alta moral y mucha energía.

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De negociaciones y pecados (07/10/2011)
Carlos Baquedano V.

Hay  formas que parecen estar muy arraigadas en el cómo se hacen las cosas.  En el caso de resolución de conflictos existe un amplio abanico de posibilidades que van desde el aniquilamiento total del contrincante, hasta el otro extremo que es esperar que las cosas se resuelvan solas. Así, por más que la civilización avance pareciera ser que  aún se conservan ciertos pecadillos capitales inherentes a la negociación. 
Recurrentemente, la negociación se basa en las desconfianzas  que las partes tienen entre si, por ello no es ajeno el hecho de que se hagan fuertes intentos por tratar de doblar la mano del contrincante, considerando que la  "torta tiene un tamaño fijo"  y que por ende la ganancia debe darse a expensas de lo que el otro pierde. Este juego de suma cero, excluye la posibilidad de encontrar oportunidades y opciones que permitan que todos ganen y en consecuencia también logra que las desconfianzas sigan existiendo.
Por lo general  y en especial cuando existen posturas y exigencias previas,  que a juicio de una o de ambas partes son "intransables", la negociación se ve dificultada por el intento de centrar la negociación en las  posiciones más que en los intereses que subyacen tras de ellas, amén de la tozudez  por anclar los juicios en detalles que no tienen relevancia alguna y que muchas veces nada aportan al proceso.
La tendencia a seguir un curso de acción predeterminado, a menudo sin considerar un análisis más racional, hace que una vez obtenido lo que se negocia, surjan de inmediato otras exigencias o elementos que no estaban contemplados en la negociación original.
Otro pecadillo se refiere al exceso de confianza en la información de que se dispone, dejando de lado otros datos de información más relevante. Esto a la larga produce una carga emocional excesiva a la negociación en desmedro de los elementos de información más racionales y objetivos capaces de aportar a la solución del problema.
En el desarrollo de un conflicto, se planteó que "el Gobierno rechazó dos de los cuatro puntos" a negociar.  Esta forma de presentar los resultados, evidentemente conlleva a que una de las partes sienta que perdió, pero lo real es que "dos de los cuatro puntos fueron aceptados". Si se compara con el estado inicial, se obtuvo un cincuenta por ciento de lo pedido.
Basados en la creencia de que su verdad es la única, muchos negociadores  tienden a pasar por alto lo que les contradice. Esta cerrada visión, hace que disminuya el incentivo para encontrar soluciones intermedias, pero que al final y al cabo pueden ser más eficientes.
El último pecado de la lista, pero no menos importante, se refiere al "remordimiento" que se siente tras el cierre del proceso de negociación. Es lo que se llama, la maldición del ganador y se produce por ejemplo, cuando el resultado de la negociación coincide exactamente con la petición original. Surge la interrogante: ¿por qué no pedimos algo más?.
Siete pecados, siete vicios…pero también habrá siete virtudes.


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Derrochando talentos (30/12/2011)

Carlos Baquedano V.

A mediados de 2011, un emprendedor  israelí  llegó a Chile con el propósito de desarrollar un nuevo polo tecnológico. Confiaba tanto en el potencial de nuestro país que llegó declarando que "el próximo Skype, Facebook o MercadoLibre provendrá de Chile".  En Diciembre de 2011, este emprendedor  debió llevarse su iniciativa de fondo de inversión a Singapur.
¿Cuántas veces hemos escuchado o sabido de un muy buen alumno en lo académico, pero que por su personalidad inquieta es marginado o condicionado en su permanencia en las aulas o de alguien "muy inteligente" pero con algunas características  algo disonantes  con lo que la sociedad considera como adecuado, es marginado aduciendo un comportamiento poco convencional?. ¿Cuántos innovadores tienden a frustrarse y cesar en sus esfuerzos cuando la estructura no permite el desarrollo o la conservación de sus talentos y después vienen los lamentos cuando el competidor más cercano se lleva ese capital intelectual, prácticamente gratis?...
Investigadores coinciden en que no existe una inteligencia única. Hasta el momento se han aislado unas ocho: la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial, la musical, la corporal, la intrapersonal, la interpersonal  y la naturalista. Pero aún nuestra sociedad de corte más o menos "cartesiano", tiende a privilegiar la lógico/matemática sobre todas las otras. El hecho real es que cada persona puede brillar en ámbitos diferentes siendo todas las inteligencias tan o más importantes que el hecho de demostrar la posesión de un alto coeficiente intelectual.
La prueba más fehaciente puede encontrarse en la variación que han tenido los avisos de reclutamiento de las empresas, donde antaño, lo principal era el área de conocimientos del postulante y probablemente su promedio de notas, lo que hoy ha sido reemplazado por otras capacidades, pasando a ser el título profesional "una preferencia". Si a ello se añade la vasta incorporación de pruebas psicológicas en todo ámbito, se valida esta mutación hacia la concepción de un ser humano más integral, puesto que la psicología, tal como su etimología lo indica: psico (alma o actividad mental) y logía (estudio), involucra tres dimensiones de los procesos mentales: lo cognitivo, lo afectivo y lo conductual, es decir, mucho más que lo meramente cognitivo.
Otra prueba que se observa es el hecho de que muchas instituciones de educación han replanteado sus sistemas educativos, los cuales,  además de reconocer al máximo el nivel de habilidades académicas tradicionales, incorporan en sus ofertas aquellas capacidades que antes eran menospreciadas frente a éstas. Pareciera ser que la traba más interesante en el desarrollo adecuado e integrativo  de los talentos, es que muchas veces los alumnos quedan en el campo de disputa entre los formadores  hijos de un modelo de enseñanza fuertemente tradicional y los que se la juegan por incorporar nuevos ámbitos de aprendizaje.
Se está avanzando, pero en muchos casos se aprecia que el proceso de fomento y desarrollo de talentos aún está lento.

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Lo que se espera de los demás.
(Diario El Sur 09022012)
Carlos Baquedano Venegas

Un escultor griego de nombre Pygmalion esculpió una estatua que representaba, según su visión, a una mujer tan dulce y tan perfecta que se enamoró locamente ella. Ante tal determinación los Dioses, convencidos por Afrodita, no tuvieron otra opción que materializar su deseo, dándole la vida a esta estupenda figura. La fé de Pygmalion era tan potente que le llevó a trascender las limitantes de una realidad que parecía estar condenada a permanecer recluída en el frío mármol.
Esto representa lo que se conoce como el efecto Pygmalion, que puede ser resumido como: "se obtiene de los demás, lo que se espera de los demás".
En las organizaciones, muchas veces, es fácil responder a cuestiones tales como: ¿qué es lo que me desagrada de la manera en que alguien trabaja, se comunica, etc.?. Al contrario, pocas veces nos preguntamos sobre: ¿Cuáles son las cualidades que les reconocemos?. ¿Qué es lo que nos agrada verdaderamente de ellos?. ¿Qué es lo que hacen bien?... Focalizándose en positivo, es posible descubrir una nueva imagen de las personas y con ello  generar una nueva actitud hacia las mismas. El desafío consiste en interesarse en las cosas en que, colaboradores y Directivos, pueden sobresalir en la obtención de resultados.
Un objetivo no solamente debe ser concreto, también ha de ser una mezcla sutil entre realismo y ambición. Debe ser realizable a la luz de una nueva competencia, un nuevo saber hacer, un comportamiento puesto a punto y demostrando a los colaboradores lo que pueden aprender y desaprender para alcanzarlos. La ambición y las ganas del escultor pueden ser míticas, pero en el mundo real no se cuenta con Afrodita. Corresponde entonces al Directivo proponer una evolución ambiciosa y realista a sus colaboradores para que puedan adoptar comportamientos, conscientes o inconscientes, tan alentadores y estimulantes que incluso ellos mismos queden sorprendidos.
En conclusión, este efecto muestra en qué medida nuestra interpretación de los demás, influye en sus comportamientos y resultados. Así, si "se obtiene de los demás, lo que se espera de ellos" en una sociedad cargada de negativismo, lo más probable es que se obtengan resultados negativos. Un caso dramático de cumplimiento de este efecto se produjo con la crisis económica de 1929 y porqué no decirlo, con el comienzo varias otras. Así, si una gran cantidad de personas está convencida de que el sistema económico se cae, inevitablemente se caerá
¿Nos podemos dar ese lujito?. Diría que no. Entonces es bueno mantener siempre presente este efecto para aplicarlo en la vida diaria y en las organizaciones introduciendo confianza, positivismo e hitos alentadores. A largo plazo, los que nos rodean podrán sentirse más confiados en sus propias capacidades y motivados para realizar grandes cosas. Alentar, felicitar, agradecer, tolerar, confiar cada vez más responsabilidades y desafíos, es bueno para todos.
Aprovechemos estas vacaciones para esculpir nuestros mejores sueños y darles vida. No olvidar que el efecto Pygmalion es primo hermano de la profecía autocumplida, la que a menudo, utilizamos en negativo. 

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