Para eso te pago…(08/2007)
Carlos E. Baquedano Venegas
Bien avanzado el presente siglo siguen vigentes ciertos resabios respecto de concepciones respecto de la naturaleza del ser humano, de su consideración como un recurso productivo más, casi igual a los otros recursos, exento de vida propia y un instrumento para lograr los fines establecidos por las organizaciones. Lo más extraño de esto es que es precisamente sostenido por otros seres humanos, algunos que dirigen.
"Para eso te pago", suele ser la excusa para agradecer el valor generado por un colaborador. Esto hace que el trabajador solamente perciba su relación con la empresa como algo puramente contractual y no como un compromiso de contribución que pueda ir más allá. No olvidemos que al fin de cuentas son los usuarios y clientes satisfechos los que pagan los sueldos.
"El jefe siempre tiene la razón". Encierra un alto grado de resistencia al cambio y una amenaza a la autoridad sobre todo cuando nuevas ideas son propuestas por los colaboradores haciendo uso de su autonomía de pensamiento y creatividad.
"Aquí las cosas se han hecho siempre así". O una derivación de "más vale diablo conocido…". En la práctica, y a veces dramáticamente se ha probado, que el quedarse anclado en métodos y formas tradicionales, que alguna vez fueron exitosos, no garantizan en absoluto el éxito frente a otras organizaciones que sí adoptaron el espíritu crítico y constructivo, la creatividad y la innovación, que hoy resultan indispensables en los escenarios globales. También la idea de "¿Qué me va a enseñar a mí este joven?", que se respalda en la antigua concepción de lo que se entendía por experiencia - hacer lo mismo durante muchos años- versus la idea actual que la vincula con el aprendizaje constante. Completa este grupo el dicho de que "loro viejo no aprende a hablar".
"Prohibido equivocarse". Si el error es muy grande, esta visión tiene asidero. El inconveniente es que, el miedo a arriesgarse y el castigo que le subyace, constituyen un fuerte freno para la iniciativa y asumir responsabilidades, razón por la cual, el peligro de intentar nuevas cosas se ha convertido en un rasgo cultural característico de las empresas más antiguas en tanto que en las empresas más nuevas, muchas veces los errores son considerados como aprendizaje.
"Si no le gusta, ahí está la puerta". Todavía considera a la amenaza como el mejor motivador y se refleja además, en expresiones del tipo: " Si no se ponen las pilas, hasta ahí no más llegamos", "Hay un montón de personas, que estarían felices con un trabajo como el tuyo", etc,. En términos prácticos la amenaza, suele tener efectos muy limitados y de corto plazo, si es que los tiene, pero también genera otras consecuencias que a la larga pueden traducirse en animadversión, stress, ansiedad o depresiones, e incluso en contiendas legales.
"Aquí se trabaja hasta que las velas no ardan". Costumbre muy arraigada en nuestra cultura laboral que valora a la permanencia en el trabajo, más que a la contribución al objetivo. Una buena gestión ha de atender la necesidad básica de equilibrar trabajo con vida personal, pero muchas veces la práctica de quedarse hasta tarde, sobre todo si el jefe también lo hace, es considerada como representativa de una persona muy trabajadora.
La lista es bastante más larga, pero por problemas de espacio no es posible de enumerar. Si su gestión es moderna tome las presentes líneas como historia, por el contrario si se ha identificado con alguna(s) de ella(s) sería bueno que no las dejara pasar Agosto.