Cazadores de mitos
Carlos Baquedano
Concepción, Chile, viernes 14 de octubre de 2005
Emulando un programa de televisión cuyo nombre es "Los cazadores de mitos", en el cual se comprueba la veracidad o falsedad de situaciones presentes en la conciencia colectiva, es posible analizar las creencias que circulan en torno a la condición de emprendedor.
Para comenzar, está muy divulgado el mito de que el emprendedor es aquella persona que crea una empresa; es decir, el empresario.
Nada más lejos de la realidad, puesto que un emprendedor puede ser cualquier persona, externa o interna a la empresa, que propone y realiza alguna actividad que mejore su condición o la de alguna organización en particular.
Cuando alguien plantea el tema de los emprendedores, no falta quien pregunta: "El emprendedor... ¿nace o se hace? La respuesta es obvia, su condición de ser vivo indica que nació.
Algunos emprendedores pueden tener ciertas habilidades innatas, pero finalmente es el medio el que va conformando su carácter mediante la acumulación de habilidades, conocimientos y experiencias. Por ello la existencia y proliferación reciente de cursos y programas escolares y universitarios ha hecho que el espíritu emprendedor se esté enseñando con éxito.
Con frecuencia se escucha que los emprendedores son tomadores de riesgos por excelencia, incluso el diccionario describe al empresario como alguien que asume riesgos del negocio. Sin embargo, como todo hombre de negocios prudente, el emprendedor sabe que arriesgarse no es un juego. Los emprendedores no son ni altos ni bajos tomadores de riesgo, los calculan.
Prefieren las situaciones en las cuales pueden influir en el resultado y asumen los desafíos si piensan que las probabilidades están en su favor. Este es uno de los rasgos que los conduce al éxito en donde otros no se atrevieron.
Ampliamente distribuida, en muchos sectores de nuestra sociedad está la idea de que los emprendedores sólo están motivados por el dinero. Pero cualquier empresario sabe que los nuevos negocios toman bastante tiempo para rendir un beneficio económico. Su foco está centrado en crear una empresa con una sólida base financiera que asegure su futura expansión.
También suele estar acompañado de un sentimiento de realización personal, de logro, de control de su propio destino, de realizar sus visiones y sueños, los que a la postre son sus más poderosos motivadores, sobre todo cuando se trata de emprendimientos sociales o culturales.
Eficientes, no trabajólicos
Por ahí se escucha que "los emprendedores trabajan más tiempo y más duro que los gerentes de las grandes empresas y, por ende, sacrifican su vida familiar y personal". Sin embargo, las largas jornadas no son exclusivas de los empresarios o emprendedores.
Muchos empleados y ejecutivos trabajan bien más allá de una semana laboral promedio. La diferencia básica entre el empresario y el resto, está en el control de su horario de trabajo. En el mundo organizacional, un trabajador o ejecutivo suele no tener control sobre su horario, en cambio el emprendedor sí puede tenerlo. Aun cuando no hay evidencia comprobable, algunos reportes actuales indican que los emprendedores trabajan menos tiempo.
"Los emprendedores que tienen buenas ideas pueden convocar fácilmente un 'venture capital'". Esta afirmación no es clara.
Muchos emprendedores conocen de las exigencias y dificultades que conlleva la obtención de capitales de riesgo, lo que además, según ellos, es una de las opciones más costosas. Gran parte de los emprendedores financian el inicio de su negocio con ahorros personales o familiares, recurriendo a amigos, a créditos de tipo tradicional o a fondos de fomento.
Otro mito dice que los emprendedores son solitarios, introvertidos y poco orientados a trabajar en equipo. Pese a que muchos han iniciado algún emprendimiento desde su casa, no es menos cierto que el empresario hábil sabe que necesitará de las ideas, experiencias y consejos de otras personas. La realidad demuestra que los emprendedores más exitosos construyen grandes equipos y redes afectivas y efectivas, tanto al interior de sus organizaciones como hacia los inversionistas, clientes y proveedores.
"Sólo aquel que tenga un alto coeficiente intelectual podrá llegar a ser un emprendedor exitoso". Este mito no es más que es un resabio cartesiano, ya que el coeficiente de inteligencia de un emprendedor es una combinación única de creatividad, motivación, integridad, liderazgo, construcción de equipos, habilidad analítica y para tratar con la adversidad y la ambigüedad; es decir, un justo equilibrio entre lo racional y lo emocional.
"Soy mi propio jefe"
La creencia de que contar con una alta suma de capital al inicio del negocio constituye la gran -y a veces la única- garantía del éxito, hace que la visión opuesta siempre sea verdad: demasiado dinero al inicio, con falta de disciplina, con gastos impulsivos y la confusión respecto de lo que es personal y lo que es del negocio, usualmente conlleva serios problemas e incluso puede conducir al fracaso del emprendimiento. Este mito se relaciona con la creencia de que iniciar negocios es demasiado caro y que, generalmente, se termina en fracasos. Al respecto, se puede señalar que son los negocios los que fracasan, pero el verdadero emprendedor es aquel que obtiene enseñanza de los errores propios o ajenos y vuelve a intentar nuevas formas de realización de sus proyectos.
Muchos piensan que los emprendedores son sus propios jefes, que son completamente independientes y que no deben rendir cuenta ante nadie de lo que hacen. Por el contrario, tienen muy claro que los que efectivamente pagan su sueldo y contribuyen al éxito de su negocio son los clientes. Además, saben que deben responder de sus acciones ante inversionistas, socios, empleados, familia y varios otros interlocutores. Lo que sí sería relativamente cierto es que pueden elegir libremente cuándo, a quién y qué responder.
La lista de mitos tejidos en torno al emprendedor es bastante más larga que la que aquí presentamos. Sin embargo, la exploración profunda del tema, ya no sólo en blanco y negro, permite constatar que el empresario, y el emprendedor en particular, no son sino personas normales, que descubren carencias y tratan de suplirlas.