TEMAS DE HOY (8-07-2005)
La ciudad en vitrina
Carlos Baquedano
Concepción, Chile, viernes 8 de julio de 2005
Existen muchos destinos que son prácticamente independientes del país donde se encuentran. Así, es posible viajar a Barcelona, Roma, Miami o Río de Janeiro sin darse cuenta que se está yendo a España, Italia, Estados Unidos o Brasil. Esto significa que dichas ciudades han trascendido más allá del país que las cobija y se las logra identificar por sí solas.
¿A qué se debe esta situación? Lo más probable es que sea el resultado de diversas acciones relacionadas con la idea, filosofía o concepto de marketing, con su amplia gama de funciones y actividades que conllevan una verdadera orientación al mercado y no sólo una restrictiva e incorrecta visión basada en aspectos vinculados con las comunicaciones.
En un entorno globalizado, con crecientes relaciones internacionales, culturales y económicas, con una competencia cada vez mayor entre ciudades por atraer visitantes, negocios o inversiones, los principales gestores, alcaldes, concejales, entidades públicas y privadas y otras organizaciones involucradas deben asumir esta orientación al mercado. Ello, con el fin de lograr aumentar el atractivo y desarrollar una imagen positiva de urbe que la posicione con un sello distintivo e inimitable.
Pero, para establecer una adecuada gestión de la imagen de ciudad no basta con centrarse en aquellas acciones relacionadas con aspectos tradicionales y tangibles tales como el diseño, la infraestructura, los servicios y los atractivos. También es preciso orientarse a ciertos elementos intangibles que aporten a un mejoramiento de la calidad de vida y aumenten el capital social, detectando las necesidades de los mercados objetivos: habitantes actuales y potenciales, visitantes y empresas con capacidad de invertir recursos en ella.
Sociología urbana
Dentro de los elementos tangibles se puede hacer referencia a cuatro que, según especialistas, son los más relevantes. Primero, se requiere de un diseño que incremente el atractivo estético, pero relacionado con el confort y conveniencia de todos los usuarios de la ciudad, que sea ordenado y comprensible y que refleje características únicas y especiales. Segundo, el establecimiento de una infraestructura desarrollada y bien conservada tanto desde el punto de vista económico-productivo como del ambiental. En tercer lugar, la ciudad debe asegurar a sus usuarios una serie de servicios básicos y distintivos, por ejemplo, una gran calidad en seguridad, sanidad o educación. Por último, pero no menos obvio, la ciudad requiere de una serie de atractivos tanto para los residentes actuales y potenciales como para los visitantes e inversionistas.
Algunos expertos señalan que no basta con preocuparse de estos aspectos, sino que también es preciso considerar factores intangibles, como valores humanos propios, sociología urbana, conocimiento e imagen de la ciudad. La gestión, promoción, comprensión y aceptación de valores humanos locales y propios, como la honradez, la ética, el respeto, el compromiso, la valoración de las personas y de las cosas, etc., debe apuntar a la generación de las características fundamentales que determinen el cómo se hacen las cosas en la ciudad. Los aspectos sociológicos tienen que ver con las redes de relaciones entre las personas que permitan a la ciudad lograr un alto nivel de caracterización y competitividad. Así, la cohesión social, redes de información, formas de convivencia, nivel de servicios acorde con las necesidades de la comunidad, garantía de un adecuado nivel de seguridad, potenciación de actividades culturales que aseguren un vínculo emocional con la urbe, crecimiento económico dentro de un entorno sustentable, etc., pueden ser relevantes en la búsqueda de calidad de vida de los habitantes de un lugar.
Con la calle en mente
Otro aspecto intangible es el conocimiento y la información. Se requiere de una interrelación fluida entre los agentes creadores y poseedores del conocimiento y los que lo van a utilizar, para el logro del éxito en su aplicación a la sociedad en general y en el desarrollo de una ciudad en particular. Una adecuada gestión de estos principios involucra tanto el estudio de necesidades y carencias de la comunidad como las formas de resolver los problemas detectados en una ciudad.
Un último elemento intangible, pero al parecer el más importante, es el que dice relación con el desarrollo de una "imagen de ciudad". La imagen, considerada como la "verdadera marca de la urbe", ejerce gran influencia sobre su competitividad y debe estar alineada con las estrategias de desarrollo local definidas mediante la participación de toda la sociedad. Además, debe ser comunicada exhaustivamente, tanto a los propios residentes como al exterior de la ciudad.
La imagen, así constituida, puede transformarse en el principal activo de la urbe y de esta forma aportará al desarrollo administrativo, económico, cultural y social de la misma. Sobre el particular, uno de los principales problemas a abordar se presenta cuando la imagen de una ciudad ya posee algunas connotaciones negativas debido a factores tales como inseguridad ciudadana, abandono, contaminación, desastres naturales, reputación de sus habitantes, etc., por lo que los esfuerzos por revertir esta imagen deben ser muy bien llevados y excelentemente gestionados.
Una adecuada orientación al mercado y a los clientes ha sido la clave del éxito empresarial moderno y ello ha provocado un efecto multiplicador hacia organizaciones de variada índole, que han ido asumiendo este desafío. Para el caso específico de una ciudad, si ésta no es capaz de satisfacer las necesidades de sus habitantes, mal podrá atender las expectativas de los potenciales residentes, visitantes e inversionistas, y para que eso no suceda requerirá de un esfuerzo conjunto y multidisciplinario entre sus habitantes, sus organizaciones públicas, sus instituciones educacionales y sus empresarios, entre otros, a objeto de lograr una cohesión hacia el objetivo común y colaborativo de desarrollar la marca de ciudad que se quiere.