Ilustración y Aplicación del Concepto de Desarrollo postulado

 

    En esta parte final de este ensayo polémico que ofrezco a la Universidad como homenaje modesto de un ciudadano cuyas raíces histórico-culturales permanecen en Concepción, intentaré aplicar esta dimensión de Desarrollo a distintos episodios históricos que nos muestra la vida de las naciones.

    Excúsenme por simplificar las descripciones en aras del tiempo limitado del que disponemos.

    Pregunta de interés decisivo: si examinamos primero la trayectoria del componente de Crecimiento Económico, importante en nuestra definición, ¿qué perfil encontramos para nuestro país?

    La respuesta de las estadísticas más confiables que se pueden conseguir, nos indica que la tasa del crecimiento del Producto Interno Bruto para el largo período 1900-1996 fue del 3.3% anual para Chile, tasa que estuvo por debajo del 4% promedio anual observado en igual siglo para Latino América como un todo. Algunos historiadores se han referido a este patrón promedio de crecimiento para Chile como uno positivo, pero mediocre.

    Es interesante mencionar sin embargo, que la misma tasa "mediocre" es la que caracterizó a nuestro vecino Argentina, nación que sin embargo había ingresado al siglo XX con una expectativa y posición mucho más positiva y expectante que la nuestra y la del grueso de los países del mundo del subdesarrollo, perdiendo dramáticamente en ese caso, lo que se llamó su oportunidad histórica de haber pertenecido ya en este siglo al club de los países desarrollados (o industrializados como también se les llama).

    Es cierto, el ingreso per cápita de nuestro país subió en un factor no despreciable durante todo el siglo, aunque su alza acumulada estuvo por debajo de las expectativas que el sistema político sostuvo en cada década del mismo. Crecimos, nos "d e s a r r o l l a m o s" ...pero no tuvimos la suerte (léase términos de intercambio), la eficiencia (léase productividad adecuada en el empleo, etc), la fortaleza (léase la voluntad y perseverancia en buenas políticas públicas) ni los espacios sociales (léase equidad en las oportunidades y en el reparto de los frutos) o culturales (léase adherencia y compromiso ciudadano a la visión país), para avanzar más rapido, con menos ciclos, con más decisión y coherencia en los esfuerzos sociales y colectivos, de modo tal de habernos inscrito en el umbral mismo del desarrollo hacia fines de esta misma década.

    Lo anterior, como todo promedio largo, envuelve sin embargo una falacia. Ella se devela si acaso observamos que los resultados de crecimiento fueron, como lo fueron, inmensamente dispares por etapas o sub-períodos al interior del siglo que termina.

    En efecto, y me parece que ello debe ser motivo de orgullo, no sólo para los Gobiernos de Aylwin y de Frei - que sí lo son - sino que para todos los actores de la vida nacional, hoy se constata que cualquiera sea el resultado de crecimiento de la segunda parte del año 1999, ha sido la década de los Noventa (1990-1999) la de más fuerte o rápido crecimiento de todo el Siglo XX en Chile, con una tasa anual promedio que superará en más de 100% a la del 3.3% ya anotada para todo el siglo!

    Invito a muchos, y no precisamente por aparecer complaciente como se verá al final, a meditar serenamente sobre lo que hemos obtenido como país entero en esta ultima década; y muy especialmente sobre aquellos factores de entendimiento político, de visión de desarrollo y de resurgimiento de la inversión social en las personas ...que condujeron este período especial de tan acelerado crecimiento.

    Lo alcanzado en los ultimos años, a pesar del agudo ciclo económico de 1998 y 1999, se compara en esta dimensión parcial del Desarrollo muy favorablemente con cualquier otra década. Por ejemplo, entre 1972 y 1981 el crecimiento medio anual fue de un mero 3.2% y, para 1900-1929 (pre-crisis) el país anduvo algo adormilado creciendo a un ritmo del 2.9%.

    No es necesario anotar aquí me parece, las andanzas catástroficas de Chile durante la gravísima depresión mundial de los años 1930-1936 , y la extrema recesión de 1982-1983.

    El país ha avanzado, con un paso más certero y acelerado en los temas de velocidad del crecimiento económico y del control y rebaja del flagelo de la inflación. Para los más antiguos de esta ilustrísima sala, edad entre la que me cuento, no cabe la menor duda que crecer a un ritmo de cerca del 7% sostenido con inflación anual efectiva del orden de sólo 4% al año, parece todo un mundo de diferencia con el pasado de inestabilidad que caracterizó al país en tantos episodios de este mismo siglo.

    A pesar de estos macizos avances y los logros en comento, la pregunta siguiente que corresponde - al viejo y puro estilo de Lastarria - es: ¿acaso los chilenos somos (o no) felices?

    Permitánme acotar, por razones obvias, esa importantísima pregunta a las dimensiones más económicas y propiamente sociales siguiendo mi propia definición anterior, para evitar una larga y dificil disgresión en el campo filosófico-antropológico.

    ¿Son ustedes más felices que antes? Soy yo, aquí y ahora asumiendo toda mi trayectoria humana, un ciudadano con más bienestar? ¿Cuál es la experiencia del ciudadano medio, de las mayorías urbanas o rurales, de los grupos vulnerables de la sociedad, etc.?

    Aquí es cuando el vector complejo y sofisticado de variables intervinientes se pone más ambiguo y probablemente mucho menos decidor....

    Cada cual debe, como ciudadano consciente y participativo de la sociedad chilena, realizar su propio balance, su propia constatación por sí y por todos los demás.

    Me parece a mí, que el país se ha desarrollado en varias de las dimensiones que aluden a la Calidad del proceso de crecimiento en todos estos años, pero que también se ha estancado en algunas otras. Un recuento somero (seguramente imperfecto) nos señala que el país ha avanzado a pasos decisivos, en lo que se refiere a elevar la base material disponible para los sectores de pobreza y de miseria (pobreza extrema). Las encuestas CASEN, con metodología internacionalmente aprobada y estándares homogéneos, nos indican que el porcentaje de chilenos y chilenas habitando en pobreza descendió a la mitad entre 1987 (había 45%) y 1996 (hubo 23%), y que el volumen y porcentaje de apoyo en transferencias no pecuniarias a los grupos más vulnerables (pobres y míseros) se ha incrementado fortísimamente en el curso de esta década.

    A pesar de la severidad en condiciones absolutas de nivel de vida que no quiero ni debo desconocer, menos acá en la VIII Región donde susbsisten muchos focos de pobreza, la audiencia y yo debemos aceptar (cada cual a su grado) que alguna correlación o asociación positiva existe entre esos avances parciales, y, los niveles absolutos de bienestar de los grupos ciudadanos aludidos.

    Porque hoy hay menos pobres que hace 3, 5 , y 10 años y, porque el aparato estatal mejoró su llegada de ayudas y capacitación a esos grupos sufrientes, es que se ha abierto un espacio para que yo pueda ser algo más feliz - en esta dimensión de la equidad - que antes...

    Alas! Los asuntos en el campo del bienestar no son tan simples; hay otras dimensiones del problema, hay otros contrastes que se pueden y deben hacer, en una sociedad civilizada.

    Me refiero al tema de las comparaciones de posiciones relativas (ingresos personales, riqueza material, poder político, status social, etc.) que son parte del diálogo social implícito o explícito todos los días en ciudades y campos, en caletas y piques mineros, en bosques y montañas de este país que lucha por su desarrollo diaria y sufridamente.

    Si como hacen los economistas desde a lo menos los años cuarenta, de manera más o menos sistemática y confiable (aunque esa credibilidad y confianza varía fuertemente entre los países de nuestra Latino América), se cuantifica a nivel de la población entera el coeficiente de GINI, o el índice de desigualdad de Herfindal, o las comparaciones por quintiles en el reparto del ingreso familiar a nivel nacional, debemos bajar nuestra constatación de avances, y volver a alguna pesadumbre.

    En efecto, y el Gobierno de Frei lo ha dicho y denunciado en cada ocasión que puede, la mayoría de los índices que ilustran el estado de desigualdad relativa ... aún nos muestran que -en ese plano específico- no hemos avanzado prácticamente nada. Al menos podemos en parte comprobar también, que a gran diferencia de lo ocurrido en casi toda Latino América en estas dos últimas décadas, en Chile no se ha retrocedido en el campo de la distribución relativa del ingreso familiar: las cosas están acá parecidas a lo que acontecía hacia 1989-1990.

    He aquí entonces un área de constatación clara y definitiva de carencia de nuestro actual modelo de desarrollo económico-social. Invito a los académicos de esta Universidad a sumarse con fuerza a las investigaciones de frontera que han de profundizarse en este campo, con el objeto de mejor-diseñar tanto las políticas públicas, como los esfuerzos del sector privado en contribuciones como la calidad de los empleos productivos y mayor y mejor movilidad social.

    ¿Qué sucede en el área de la mayor igualdad general de las oportunidades?... continúa

  

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