CARGADO, y sin AZÚCAR
TOMANDO UN CAFÉ CON BORGES

 

El primer tema al cual se refiere es su vida personal, su familia. Salen a luz las anécdotas: "Fue en 1938, en Navidad. Habíamos invitado a cenar con nosotros a una hermosa joven chilena; como yo llegaba tarde y el ascensor no funcionaba, trepé rápidamente por la escalera. Sentí un golpe suave en la frente, como el de un murciélago, pero cuando la muchacha me abrió la puerta, vi por su expresión que había algo anormal. Me pasé la mano así y quedó roja. Habían dejado una ventana abierta y me habla golpeado contra ella. Este accidente provocó en mí una septicemia que me postró, debí morir. Tuve fiebre muy alta y pesadillas durante mucho tiempo, insomnios dolorosos..." - antes de terminar risas contenidas se escuchan en la sala; todos escuchan atentamente lo que este gran hombre, sin ninguna prisa, comenta.

"Me acuerdo del reto que me dio mi padre el día que le conté que había estado en el mercado del Abasto y había comido chinchulines y parrillada. Me dijo: ¿pero no te da verguenza a vos? ¡Un criollo comiendo esas cosas! Esas cosas se reservan para los mendigos y para los negros. Ningún señor come esas cosas. La verdad es que son inmundas. Son las vísceras de los animales, la parte más innoble".

Un signo de aprobación se reflejo en quienes lo escuchan. Sin duda están de acuerdo con lo que Borges declara. Este también se ríe por la atención que todo el mundo le está prestando; no se había dado cuenta.

WB01409_1.gif (599 bytes) Continúa