LA CRISIS DE KOSOVO
Terreno de Terror

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Lo que los refugiados dejaron tras de sí fue un espasmo servio de pillaje, terror y ejecuciones; lo que encontraron al otro lado de las fronteras fue una ración rebosante de pobreza, hambre y enfermedad. En Rozaje los refugiados ruedan por las calles, hambrientos y con neurosis de guerra; algunos pueden pasar por pequeños obstáculos y simplemente detenerse y llorar. Los doctores hacen esfuerzos para prevenir que el hacinamiento y las deplorables condiciones sanitarias causen una epidemia de tuberculosis, pero sus esfuerzos paracen ser de poca utilidad. "La gente ni siquiera tiene cucharas, por lo que todos comen de la misma fuente. las mujeres dan a luz cerca de los hombres con TB. Es una bomba epidemiológica," dijo un doctor local. Otro añadió : "Esto es el infierno".

Si así es, los refugiados ya han estado cara a cara con los demonios. En muchas aldeas a comienzos de la semana pasada, los paramilitares servios rodearon los hogares de personas de etnia albanesa, tiraron las puertas y ordenaron a sus habitantes empacar e irse. Algunos refugiados dijeron que fueron alineados y se les ordenó gritar "¡ Servia!, ¡ Servia !" y hacer el saludo servio de victoria de tres dedos. "Vayan a Albania. Ese es su país", le dijeron tropas servias a un grupo de albaneses escondidos en Mamusa, una aldea a 22 millas de la frontera albanesa. "Y díganle hola a Bill Clinton. Nunca veran Kosovo otra vez". Las fuerzas paramilitares servias han sido acusadas de cometer atrocidades horrorosas. Hubo reportes de ejecuciones sumarias en al menos 20 pueblos y aldeas. De acuerdo al Departamento de Estado, los hombres de etnia albanesa en Djakovica fueron separados sistemáticamente de las mujeres y niños. Treinta y tres cuerpos fueron encontrados luego en un río cercano. Los refugiados dijeron que las fuerzas servias acorralaron y ejecutaron a 150 hombres kosovares en la estación de policía en Kacanik. Los kosovares que llegaron a la frontera tenían sus identidades borradas por las autoridades fronterizas servias, las que confiscaron sus papeles de ciudadanía, registros financieros y las placas patentes de los automóviles.

A través de Kosovo, la "limpieza" de las 1.8 millones de personas de etnia albanesa fue rápida y brutal. Arife Bajrami, 30 años, quien huyó a Kukes, Albania, desde Izbice, en Kosovo central, dijo que los serbios pidieron a los residentes juntarse en el patio de la escuela local. Los serbios demandaron dinero a las mujeres a cambio de sus vidas. "Nos hicieron caminar dos horas hasta otra aldea, luego nos llevaron de vuelta, sólo burlándose de nosotros," dijo Bajrami. "No teníamos comida. Vi a una anciana morir en el camino." Mientras ella caminaba con esfuerzos por el camino barroso a Albania, servios locales gritaron, "¡Su tierra será nuestra ahora !. ¿ Dónde están sus esposos ?. Los mataremos a todos."

KOSOVO CRISIS/THE REFUGEES
Terrain Of Terror

What the refugees left behind was a Serb spasm of looting, terror and executions; what they encountered on the other side of the frontier was a teeming mess of poverty, hunger and disease. In Rozaje refugees drifted through the streets, hungry and shell-shocked; some would come across small obstacles and simply stop and weep. Doctors scrambled to prevent the crowding and dismal sanitation from causing a tuberculosis epidemic, but their efforts seemed of little use. "People don't even have spoons, so everyone eats from one bowl. Women are giving birth next to men with TB. It is an epidemiological bomb," said a local doctor. Added another: "This is hell."
If so, the refugees had already come face to face with the devils. In many villages early last week, Serb paramilitaries surrounded Albanian homes, broke down doors and ordered villagers to pack up and go. Some refugees said they were lined up and commanded to yell "Serbia! Serbia!" and give the three-finger Serb victory salute. "Go to Albania. That's your country," Serb troops told a group of ethnic Albanians hiding in Mamusa, a village 22 miles from the Albanian border. "And say hello to Bill Clinton. You will never see Kosovo again." Serb paramilitary forces were said to have committed grisly atrocities. There were reports of summary executions in at least 20 towns and villages. According to the State Department, Albanian men in Djakovica were systematically separated from women and children. Thirty-three bodies were later found in a nearby river. Refugees said Serb forces rounded up and executed 150 Kosovar men in the police station in Kacanik. Kosovars who made it to the border had their identities erased by Serb border authorities, who confiscated citizenship papers, financial records and car license plates.
Throughout Kosovo, the "cleansing" of the province's 1.8 million Albanians was swift and brutal. Arife Bajrami, 30, who fled to Kukes, Albania, from Izbice, in central Kosovo, said Serbs told residents to assemble at the local schoolyard. The Serbs demanded money from the women in exchange for their lives. "They made us walk for two hours to another village, then they marched us back again, just making fun of us," Bajrami said. "We had no food. I saw one old lady die on the road." As she trudged along the muddy road to Albania, local Serbs shouted, "Your land will be ours now! Where are your husbands? We will kill you all."

 

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