PROTECCIÓN CUTANEA
Los rayos ultravioletas o UV favorecen la formación de melanina y facilitan la síntesis de la vitamina B, pero sus efectos nocivos (deshidratación, quemaduras, disminución de las defensas cutáneas, cancer de piel, alergias y envejecimiento prematuro de la piel) nos advierten de sus peligros si no se tienen las debidas precauciones.
TIPOS DE UV
Estos rayos se componen de UV-A, UV-B y UV-C, de los cuales un 98% es UV-A.
Los UV-C (200-290 nm) son absorvidos por la estratosfera gracias a la capa de ozono situada a unos 60 Km sobre la superficie terrestre. Sin embargo, existen lugares del planeta, donde a consecuencia de la contaminación, esta protección natural ya no ofrece garantías.
Los UV-B (290-320 nm) atraviesan la piel en su capa externa o capa córnea, compuesta de celulas muertas, llegando hasta la epidermis.
Los UV-A (320-400 nm) atraviesan la capa córnea, la epidermis y llegan hasta la dermis.
El resultado de cada uno de los espectros UV depende de su energía y de su capacidad de penetración. Por este motivo, cuanta mayor cantidad de radiación sea absorvida en las células muertas de la piel, es decir, en la capa córnea, menores daños nos ocasionarán. Precisamente ésta es la función de las cremas fotoprotectoras, retener y absorver los rayos UV.
TIPOS DE PIELES
El bronceado es un proceso fotodefensivo por el cual nuestro organismo fabrica melanina. Esta capacidad viene dada por la intensidad del sol y por el fototipo cutáneo. Así pues, existen 5 fototipos o categorías distintas según la sensibilidad de cada piel:
Fototipo I y II. Piel clara, ojos azules y pelo rubio o pelirrojo. Bronceado casi nulo y se queman fácilmente.
Fototipo III y IV. Piel blanca u oscura, ojos y cabellos castaños. Bronceado gradual y se queman moderadamente.
Fototipo V. Pigmentación de tipo mediterráneo. Bronceado intenso y rara vez se queman.
Niños menores de 10 años. Deberá tenerse mayor cuidado ya que su piel es más fina y permeable.
ZONAS SENSIBLES
No todas las zonas de la cara reaccionan igual frente al sol.
La nariz y los pómulos, además de ser unas zonas más prominentes y expuestas al aire y al sol, tienen una piel más fina, por lo que deberá usarse una mayor protección, llegando incluso a usar cremas de pantalla o de protección total.
Los labios tienen una piel extremadamente fina que se descama fácilmente. El frío, viento y los rayos solares suelen dar rápidamente cuenta de ellos si no se utiliza de forma continuada una protección labial adecuada. En caso de no haber utilizado protección labial y sufrir por ello un herpes solar, deberá tratarse con una pomada antivírica.
PROTECCIONES
Como medida de clasificación se utiliza el I.P. (índice de protección), que significa la tolerancia de cada tipo de piel. Por ejemplo, un I.P. 5 multiplica por cinco el tiempo de resistencia de la piel al sol. Un aspecto importante es la incorporación de filtros solares, los cuales reflejarán y absorverán los rayos nocivos, evitando la penetración en la piel.
CONSEJOS
Aplicar el fotoprotector entre 15 y 20 min. antes de la exposición y renovarlo como mínimo una vez al día.
Tomar las mismas precauciones en días nublados.
Una piel blanca y pálida tiene que usar un elevado filtro de protección y una vez empiece a broncearse puede reducirlo.
Rehidratar la piel después del sol para devolver su elasticidad y defensas cutáneas. Producirá una acción reparadora y calmante.
RAYOS SOLARES
LAS RADIACIONES SOLARES La luz solar está formada por 3 tipos de rayos:
56 % de infrarrojos o IR (sólo transmiten calor).
39 % de rayos visibles (producen los deslumbramientos).
5 % de ultravioletas o UV (son los que broncean la piel y producen quemaduras).
EL SOL EN LA MONTAÑA
En paisajes con nieve, la luz solar rebota sobre ésta, reflejándose por término medio con un 80 % más de intensidad.
La altura también nos acerca al foco de rayos que atraviesan la atmósfera, así, cada 300 m de altura recibimos un 4 % más de radiación solar.
Si las nubes son altas dejan pasar los rayos UV, filtrándolos en parte, si son bajas.
CONSECUENCIAS
Después de una prolongada exposición al sol sin ningún tipo de protección, pueden aparecer lesiones en la vista. Los UV producen desde conjuntivitis hasta ceguera, al perjudicar irreparablemente la conjuntiva y la cornea (recordemos que los UV están presentes aunque el día esté nublado).
Los rayos visibles son percibidos por el cerebro después de ser recibidos por la retina y pueden provocar intensos deslumbramientos que nos cansarán la vista.
Los IR son absorvidos por los ojos.
ELEMENTOS PROTECTORES
En cuanto a colores, el gris es un buen filtro para los IR, ideal para países muy cálidos. El marrón es bueno para los UV, perfecto para uso en montaña y bajo luz artificial. El verde protege equilibradamente de los UV y los IR y es apto para todos los usos.
Los tratamientos anti-reflejos están hechos al vacío y evitan la pérdida de la parte de la intensidad de luz que, por su ausencia, ocasiona la formación de imágenes fantasmas. Con el tintado se obtienen las tonalidades espejo que desvían parte de la luminosidad.
Los cristales orgánicos (material plástico) absorven bien los rayos visibles, son muy resistentes (casi irrompibles) y muy ligeros (6 g por lente aprox.). Los cristales minerales (meniscos con superficie óptica, cóncava) absorven bien todos los rayos, son más frágiles, a menos que hayan sido endurecidos y muy resistentes a las rayaduras o abrasión.
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