FLORA Y FAUNA
El clima y los suelos de una región condicionan el tipo de vegetación
natural que allí existe. A su vez la vegetación permite la existencia de ciertos
animales, propios o característicos del lugar. Los suelos de la primera región
son en general áridos y salobres por lo que no basta con encontrar agua para
aumentar la superficie agrícola sino que hay que regenerar o construir suelos
artificiales con mezclas orgánicas que hagan posible la vida vegetal.
A manera de ejemplo se puede indicar que no más de un 6 % de la superficie total
es aprovechada agrícolamente, o sea 6 de cada 100 Hás. La humedad del sector
costero es insuficiente para el ciclo de especies botánicas. En cuanto a fauna,
existen lobos marinos, chillas, murciélagos y diversas variedades de lagartos.
Entre los insectos hay algunos dípteros y lepidópteros, arañas y alacranes.
Hay muchas aves: pelícanos, piqueros, gaviotas, aves guaneras y jotes. En el
mar, por el último, abunda la anchoveta, el jurel, el atún, la albacora, la
cabrilla, la caballa, el lenguado, etc.
La depresión intermedia la extrema sequedad y los cambios de temperatura descartan
casi la existencia de vegetación, pero existe en el fondo de ciertas quebradas,
y en la parte central de la Pampa del Tamarugal donde gracias a un singular
fenómeno geográfico, hay humedad suficiente para la existencia de una importante
masa arbórea natural y artificial.
Esta vegetación constituida principalmente por tamarugos y algunos chañares
y algarrobos es producto de dos factores que se complementan; por una parte,
la existencia de reservas de agua subterránea en la depresión intermedia y,
por otra, las extensas raíces que poseen los tamarugos que son capaces de buscar
dichas aguas. Estas reservas son el producto de las aguas que descienden de
la cordillera de los Andes durante el invierno Boliviano o Altiplanico.
La Pampa del Tamarugal se extiende desde la quebrada de Tacna o Camiña y el
valle del rió Loa (alrededor de 340 Km.)
Antes de la explotación de las salitreras del siglo XIX la población forestal
era varias veces superior a la superficie actual de bosque natural. Su aprovechamiento
como combustible significo la casi extinción de las especies arbóreas. En la
actualidad gracias a una iniciativa pionera y a la política de conservación
y desarrollo de recursos naturales impulsadas por la CORFO se han recuperado
alrededor de 24.000 Hás. De tamarugos que aparecen como un espejismo en el desierto.
En estos lugares se han desarrollado la ganadería de ovejas de la raza Karakul
y Merino, que se alimentan del fruto del tamarugo y cuya lana y carne son muy
apreciadas.
Al interior, en los contrafuertes cordilleranos, el aumento de la humedad y
las precipitaciones terminan con la sequedad ambiente y comienzan a aparecer
manchones de una vegetación capaz de resistir las duras condiciones climáticas.
Algunas especies son el quisco candelabro, el cardón, el cachiyuyo, la malvilla,
rabo de zorro y la ortiga. Entre los 3000 y 4000 m. de altura se desarrollan
en forma abundante el Coirón o paja brava, más otras pequeñas plantas de junquillos
y gramíneas que en conjunto forman los bofedales. La vegetación de altura termina
con la llareta que tiene apariencia de un cojín vegetal y que se aprovecha como
combustible, especialmente por parte de los indígenas que viven en esos parajes
desde tiempos inmemoriable.
La fauna del altiplano es la más variada de la región; existen vizcachas, culpeos
o zorros, el chingue real, la laucha orejuda, gatos monteses, huemules y auquénidos.
También habitan hermosas aves como patos silvestres, parinas o flamencos, ñandúes
y algunas aves de rapiñas como búhos, lechuzas, águilas y cóndores. Especial
importancia tienen los parques nacionales del Lauca e Isluga, santuario de las
especies endémicas de la región andina.