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  Nº 692 viernes 13 de enero de 2012

 

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ENTREVISTA

Ingeniero agrónomo UdeC y enólogo Premio Innovación del Vino 2011
La destacada cosecha de logros y vinos nobles de Marcelo Retamal

Además, como experto en la materia entregó la receta de que “no hay receta” para elegir un buen vino y comenta que “el mejor vino es el que dura menos en la mesa de los comensales”.

Las viñas y los campos de su abuela en Curicó, desde la niñez, forjaron la vocación del ingeniero agrónomo Marcelo Retamal, quien se ha convertido en uno de los enólogos más destacados de Chile y Sudamérica. Reconocimientos le sobran. El Premio Vino Innovador 2011, los galardones de mejor enólogo desde 2003 en adelante e incluso el mejor de la década están a su haber que modestamente atribuye a su equipo en la Viña De Martino, que fue su primer trabajo y donde se quedó hasta hoy, ya que confidencia que en su época de estudiante de Agronomía en Chillán, “nunca hice una práctica, no era mucho de trabajar y mi experiencia era cero”.

Sin embargo, Retamal tenía decidido en qué ganarse la vida y su último reconocimiento lo recibió gracias a la propuesta de cosechar vinos en tinajas con cepas cultivadas en Guarilihue con cero intervención. Y la crítica lo define como “inquieto y cuyo foco ha sido la experimentación”. Además, como experto en la materia entregó la receta de que “no hay receta” para elegir un buen vino y comenta que “el mejor vino es el que dura menos en la mesa de los comensales”.

¿Cómo fue la experiencia de elaborar tu primer vino?

“Cuando uno sale de la Universidad, tiene una base científica, matemática, química de campo, pero el tema de entender un vino se toma su tiempo. El primer año hacíamos el vino y era una enología, donde yo trabajaba con un asesor y ellos me iban guiando. Yo no operaba nada solo, tenía mis guías espirituales. Partimos y en el año 96 que entré a trabajar, era una enología de laboratorio y de oficina, bien distinto a lo que hacemos hoy día”.

¿Cómo fue que derivaste de tu carrera profesional a la enología y el vino?

“Mi abuela en la zona de Curicó tenía un campo de uvas de vino y yo desde chico la acompañaba al campo, la vendimia y me metí un poco en el tema. Me gustaba la tierra y el vino y por eso salió”.

¿Cómo has tomado los reconicimientos que te han entregado como enólogo en el último tiempo?

“El enólogo siempre tiene cierto reconocimiento, es como la cara que aparece en la foto, pero al final detrás mío hay un equipo muy potente y es el que se ha ganado todos los premios. Nos ganamos el enólogo del año en 2004, el enólogo de la década y la viña del año (en 2011) por Vinos de Chile y el Premio a la Innovación de El Mercurio. Pero al final es un equipo el que está detrás. Siempre es bueno recibir reconocimiento, pero ligado a lo que es la construcción de marcas y el negocio del vino es un negocio de marca por sobre los temas productivos y lo que hemos tratado nosotros es tener una enología que vaya un poquito más allá de las cosas tradicionales, lo que nos ha ayudado bastante en el tema de construcción de marca. La viña nuestra es reconocida como una viña innovadora y con productos distintos”.

¿El negocio del vino es rentable para los egresados de esta carrera y recomendable como campo laboral?

“La industria del vino sí es rentable para la gente que hace vino. Ahora, más que un tema de rentabilidad la gente que se meta a estudiar esto tiene que gustarle y a mí me ha ido medianamente bien porque me gusta esto, ni aunque me ofrezcan cien veces mi sueldo, no me interesa. Cuando entré al rubro de vino había muy pocos enólogos, porque todos estudiaban fruticultura, les pasaban una camioneta y ganaban más plata. La enología la miraban como que había muy poco campo, pero con el boom exportador, la mayor parte de las universidades tienen enología. Es bueno pero en la medida que a uno le guste”.

Después de todos los reconocimientos como viña y tú cómo enólogo ¿qué viene ahora como desafío para Marcelo Retamal?

“Hoy día es consolidar el proyecto que tenemos y cambiamos el año 2011, que consiste en tratar de eliminar los estandarizadores que tienen los vinos, que normalmente es un producto bastante noble pero al que se le ha metido bastante tecnología. Nosotros definimos hacer vinos más ‘tomables’ y eso implica ir al límite y hacer vinos súper finos”.

Gonzalo Espinoza Díaz

 


 

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