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  Nº 692 viernes 13 de enero de 2012

 

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Incendio de Quillón muestra necesidad de revisar estructuras de las plantaciones

En 1999, había planteado que los grandes siniestros en Chile tendrían una recurrencia de 10 años, patrón que se ha observado en nuestra zona: en 1989 se quemaron 20 mil hectáreas, otras 25 en 1999 y 25 mil en el último siniestro.

Si de lecciones se trata, para el académico de Ciencias Forestales, Eduardo Peña, el incendio de Quillón ha puesto en el tapete la necesidad de reestudiar las características de las plantaciones. El experto en ecología del fuego, que ha sido ampliamente requerido por los medios de comunicación para explicar las distintas aristas de los grandes siniestros de los últimos días, ofreció una conferencia en la facultad de Ciencias Forestales, en la que abordó aspectos relativos al proceso de combustión, las condiciones que favorecen los incendios y algunas medidas que pueden ayudar a aminorar sus efectos.

Peña cree que el tema de los incendios se ha ido haciendo cada vez más complejo. Ya en 1999 había planteado que los grandes siniestros en Chile tendrían una recurrencia de 10 años, patrón que se ha observado en nuestra zona: en 1989 se quemaron 20 mil hectáreas, otras 25 en 1999 y 25 mil en el último siniestro.

Y cada año se dan las condiciones para la ocurrencia de estos eventos, porque -como explicó- el ambiente es favorable. “Por efecto del cambio climático, desde el año 2000 en adelante han ocurrido los 8 a 10 años más calurosos del planeta”, antecedentes que correlacionó con un gráfico de una empresa forestal, que muestra la cantidad de horas hombres dedicadas al combate de incendios desde 2000. “Antes (las horas) eran más o menos constantes, pero de 2000 en adelante se disparan”. Por otro lado, agrega, los incendios han sido más grandes.

En este escenario, dice, se hace necesario un cambio. “No podemos cambiar el ambiente o el clima; por lo tanto, lo único que podemos modificar es el combustible y el combustible lo estamos poniendo nosotros, en el caso de las plantaciones, porque el bosque nativo crece solo… por eso es un pecado mortal que poniendo ese combustible y sabiendo que se puede quemar no lo modifiquemos, no lo quebremos, no hagamos interrupciones en el espacio”. A eso –dijo- debieran apuntar las soluciones en el futuro.

Formas de hacerlo son varias, ya sea estableciendo cortafuegos tradicionales cada cierta distancia o cortafuegos verdes (con especies de combustión más lenta o praderas) que ayuden a retardar la velocidad de propagación del fuego, o alternando plantaciones de distintas edades.

El experto también recomienda que las empresas construyan anillos de prevención, de modo que todos los predios particulares tengan una franja de seguridad distante 3 kilómetros de las plantaciones o medidas que aún son controversiales, como el uso preventivo del fuego, es decir, las quemas controladas en sitios donde existe peligro de incendios, con el fin de reducir la carga de combustible frente a un eventual siniestro.

Peña también llamó la atención sobre aspectos de planificación territorial, como la regulación de la interfaz urbana-rural y la existencia de más de una vía de escape para las poblaciones, así como sobre las medidas de autocuidado que deben adoptar los propietarios tanto en zonas rurales como en sectores urbanos. Y por sobre todo, indicó que es imprescindible una mayor inversión en prevención a nivel de escolares y las comunidades.

 


 

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