Juan Seguel, ingeniero UdeC del Observatorio Cerro Tololo
El ingeniero que acerca las estrellas
y el universo a la comunidad
Ya siendo estudiante de la facultad de Ingeniería, formó junto a sus compañeros universitarios la Rama de Astronomía UdeC denominada Rastro, “un grupo que no existía en la Universidad, ni siquiera existía la carrera” dice el profesional.
Como parte de las actividades de difusión de la astronomía, el ingeniero mecánico, Juan Seguel Beecher, volvió a su tierra natal para llevar la magia de las estrellas y los cuerpos celestes a profesores y escolares que se deleitaron con el proyecto Galileoscopio. Esta iniciativa, que realizaron en conjunto con la carrera de Astronomía de la UdeC, buscaba que la comunidad pudiera conocer, armar y utilizar un telescopio, además de aprender acerca de la visión de Galileo.
Pero este tipo de actividades de acercamiento de esta ciencia al público no es nueva para Seguel. Ya siendo estudiante de la Facultad de Ingeniería, formó junto a sus compañeros universitarios la Rama de Astronomía UdeC denominada Rastro, “un grupo que no existía en la Universidad, ni siquiera existía la carrera” dice el profesional, quien relató que esta agrupación llevó la astronomía a los barrios periféricos de la ciudad con un proyecto denominado Concepción mira a las estrellas.
Por ello, no extraña que Seguel se desempeñe actualmente en el Programa de Educación Pública y Difusión del Observatorio Cerro Tololo. Su afición ya venía desde niño, cuando en la biblioteca de La Asunción revisaba una y otra vez los dos únicos textos de la editorial Sopena que hablaban del universo y las estrellas, por lo que cuando comenzó a consolidar su carrera profesional, concretó un sueño de infancia, ayudado por la llegada de los primeros astrónomos a la Universidad de Concepción.
¿Cómo se conecta esta especialidad con el acercamiento de la astronomía a los colegios y a los niños?
“Cuando estábamos en ese grupo de astronomía de aficionados, empezamos a hacer cosas para la comunidad. Como teníamos un telescopio que nos habían donado, empezamos a dar charlas en colegios y hacer actividades de observación, y a un compañero nuestro se le ocurrió hacer un programa de difusión en el verano que se llamaba “Concepción mira a las estrellas”. Lo hicimos con el departamento de Jóvenes de la Municipalidad de Concepción y llevamos el telescopio a barrios periféricos de la ciudad. La idea era llevar las astronomía a personas que nunca iban a tener acceso a un telescopio o a mirar las estrellas”
¿Cuál es la recepción que tenía este tipo de actividades en las poblaciones?
“Los niños y los adultos quedaban fascinados, porque nunca habían mirado por telescopio, mucho menos los niños, que no sabían qué eran esas estrellas que habían en el cielo, que en realidad eran planetas. Nosotros mostrábamos que lo que estábamos mirando era Júpiter y que se veía así, o que Venus se ve al atardecer y al amanecer. Hacíamos charlas en diapositivas, proyectábamos en un telón hecho de sábana y le poníamos música incidental. Después al telescopio y llegaban 200 personas. Era increíble”.
¿Y cómo fue pasar de estas actividades a un observatorio de nivel mundial como Cerro Tololo?
“El año 2000 me gané una beca de investigación en Tololo, donde estuve tres meses interno y ahí fue la primera vez que conocí un observatorio profesional. Aprendí a usar un telescopio con cámara, con equipamiento donde uno está en una sala de control, totalmente diferente a lo que uno podría imaginarse. La astronomía moderna se hace desde una sala de control, donde el telescopio está un piso más arriba, todo manejado con computadores y se toman imágenes a través de una cámara especial. Era un sueño hecho realidad y después de este programa de investigación, tuve que presentar mi trabajo en Estados Unidos. Fueron varios desafíos que al final todo salió bien y el 2003 postulé a un proyecto y ahí quedé”.
¿Cómo fue volver a Concepción, relacionarte con profesores y escolares con este proyecto de Galileoscopio?
“Siempre seguí manteniendo el lazo con Concepción y los astrónomos de la Universidad. Cada vez que iba, pasaba a saludar a la oficina, a ver en qué estaban y contarles lo que yo estaba haciendo. Este año, empecé a trabajar en otra área y volví a hacer lo que hacía en un principio, en esta área de educación y difusión. Como era nuevo, me empecé a interiorizar en los programas que tenían (en Astronomía UdeC) y tenían el Galileoscopio. Comencé a trabajar en este proyecto y cuando fui a Concepción en septiembre, hablé con Ronald Mennickent y era cosa que nos pusiéramos de acuerdo para poder traer algo así y él rápidamente se movió y consiguió que agendáramos esta actividad”.
Gonzalo Espinoza Díaz