De pequeño, allá en su Lebu
natal, descubre el relámpago,
y se asombra con su luz cegadora,
pero también con su sonido
ensordecedor. Un mayor
efecto le produce la palabra
relámpago, cuatro sílabas de
pronunciación esdrújula que se
quedarían siempre en su imaginario
del niño que sigue siendo
hasta su muerte.
El amor por el verbo que relampaguea
en la palabra, entregó
al poeta Gonzalo Rojas muchos
premios y reconocimientos
durante su vida; su poesía
vibrante, metafísica y cotidiana,
lo convirtió no sólo en el gran
poeta del sur (de Chile), sino
también un testimonio vivo,
tanto de la vocación poética
como de la situación del escritor
capaz de proyectarse desde
la marginalidad provinciana
al mundo con una poesía que
hace estallar semillas de luz en
el aire, como dijeran alguna vez
de él poetas de Arúspice y de
Trilce.
“Los alemanes lo dicen con
gracia: Erlebnis und die dichtung:
vivencia y poesía (o expresión)”,
dijo en un otoñal
Concepción de 2001 al explicar
cómo estaba, en su propia vida,
vinculada la experiencia con el
oficio de la palabra.
La Universidad de Concepción
hace suyo el duelo oficial decretado
por el gobierno de Chile
ante la muerte del poeta
Gonzalo Rojas Pizarro,
vinculado
desde
el
año 1952
a nuestra
casa de
estudios,
y
expresa
sus más
sentidas
condolencias
a
su familia. El poeta, 7º
de 8 hermanos,
nació en Lebu en
1917; su padre
fue el minero Juan
Rojas y su madre
Celia Pizarro. Pronto
murió su padre y
debieron emigrar a
Concepción.
De ahí en adelante su destino
nómade quedó fijado: París,
China, Cuba, México, Alemania,
España y Venezuela van a
ser también sus hogares, sin olvidar
nunca Chile, en especial
Lebu y Chillán, donde descansará
para siempre.
Rojas escribe alguno de los
poemas más bellos y desolados
de la poesía actual y libros
que exponen una constante (re)
visión y reescritura en el afán
de aquilatar la música del poema
y la memoria allí fundada en
el rigor de la expresión.
Su significación e importancia
se reconoce y formaliza en numerosos
homenajes, invitaciones,
libros, ensayos, traducciones
y premios internacionales:
Premio Reina Sofía de Poesía
(España); Premio Octavio Paz
(México); Premio José Hernández
(Argentina); Premio Cervantes
(España).
En la Universidad de Concepción
le correspondió, durante
el rectorado de David Stitchkin,
dar forma a las Escuelas de Verano
que se desarrollaron en la
década del 50 y que reunieron
en esta ciudad a los más destacados
artísticas de la época.
La facultad de Humanidades y
Arte lo propuso como Profesor
Emérito, distinción que le fue
otorgada en 1990 y más tarde,
en septiembre de 2001, se
le entregó el Doctorado Honoris
Causa “por su deslumbrante
obra poética que ha marcado
una huella profunda en la poesía
de habla castellana y por el
valioso impulso que supo darle
al desarrollo de las artes y las
letras en nuestra casa de estudios”.
Retomando sus palabras en el
discurso pronunciado en esa
ocasión: “Los verdaderos poetas
son de repente: nacen y
desnacen en cuatro líneas y
nada de obras completas”.
Profesor, descanse en paz.
Algunas visiones sobre su obra
Diez son las vetas: la conciencia del oficio desde una Ars poética
persistente; lo genealógico en su doble vertiente: la imaginaria y la
sanguínea; lo mágico desde una versión fisiológica; lo numinoso; lo
tanático y lo elegíaco; humor y desenfado; lo erótico; lo político y la
experiencia del exilio; existencia y metafísica; la circunstancia inmediata.
(Hilda May)
El temple y talante últimos de Gonzalo Rojas, son efectivamente,“románticos”. Con el romanticismo alemán su aproximación no es
sólo cordial y entusiasta, sino muy rigurosa, precisamente desde sus
años de militancia mandragórica. Conoce en profundidad a Hölderlin.
Novalis, además de mencionarlo con frecuencia, está en las bases
de su pensamiento poético. Con Blake –enclavado en el romanticismo
germano- siente una afinidad explícitamente reconocida: una
misma exaltación del deseo erótico y del placer, una real valoración
de la energía erótica es lo que se da en ambos poetas. (Octavio Paz).