Al llegar a la última edición de 2010 de UdeC Panorama, es el
momento de detenerse y repasar este año, que ha sido tan difícil
y diferente de lo pronosticado, pero que nos muestra signos
positivos que dan una luz de esperanza para el futuro.
El Bicentenario iba a ser el hito que marcaría el año 2010. Se
esperaban grandes celebraciones y una fiesta en que los chilenos
reconoceríamos los avances logrados en los 200 años de
historia republicana.
Sin embargo, la naturaleza dijo otra cosa y el 27 de febrero la
tierra se remeció con una fuerza poderosa y el mar avanzó hacia
pueblos y caletas, dejando tras de sí un sembrado de destrucción.
Los chilenos nos sentimos vulnerables. En menos de tres minutos,
los habitantes de seis regiones del país, y de manera especial
de la Región del Bíobio, volvimos a lo más esencial del ser
humano, aferrarse a la vida.
A la medida que se pasó de la estupefacción ante la tragedia,
afloraron las peores y mejores cualidades de nuestro pueblo.
Pasamos del pillaje a la solidaridad, con muestras emotivas y
concretas de preocupación por los demás.
Nuestra casa de estudios no fue diferente al resto del país. Lo
primero fue la preocupación por la vida de nuestros alumnos y
trabajadores y luego la tarea de levantar la Universidad para
poder recibir en las mejores condiciones de seguridad a los estudiantes
que el 5 de abril comenzaron su año académico.
Alumnos y trabajadores desde el primer momento solidarizaron
con los damnificados de las localidades aledañas a los campus,
entregando ropas, alimentos y lo más importante una palabra
de apoyo. Más adelante llegó el momento de la construcción de
las medias aguas que congregaron a cientos de integrantes de
la comunidad universitaria.
La tarea que se avecina aún es enorme,
debemos reconstruir los edificios,
rearmar los laboratorios y seguir creando
conocimiento para ponerlo al servicio de
la región y del pais. Si somos capaces
de aunar esfuerzos y seguir entregando
lo mejor de nuestras capacidades en
beneficio de la comunidad, las duras
lecciones de 2010 serán mucho más que
signo de esperanza y se convertirán en
frutos concretos.
Hubo entre los funcionarios personas que pusieron sus mejores
talentos para reconstruir la Universidad, haciendo posible
que paulatinamente se fuera recobrando la normalidad, y además
ayudados por la naturaleza que luego de cuatro o cinco
meses comenzó a calmarse.
El Bicentenario no fue motivo de festejos en la Región del Biobio;
aún muchos de nuestros coterráneos estaban en campamentos
y viendo situaciones de emergencia que clamaban por
ayuda urgente.
Pero no sólo se realizaron acciones solidarias. La Universidad
organizó un programa de reconstrucción que puso a sus mejores
investigadores proponiendo soluciones para la región,
en nueve áreas de trascendencia. La transferencia tecnológica
unida a la solidaridad se reflejó en el programa “Mar de esperanza”,
que con el lema haz navegar los sueños de los pescadores,
ha entregado 30 embarcaciones en 16 caletas posibilitando
la vuelta al trabajo con mejores aperos y la capacitación
adecuada de un grupo significativo de gente del mar.
El segundo semestre -desde el punto de vista de la Universidad-
se ha desarrollado con total normalidad. Finalizaron todas
las reparaciones del campus Concepción, que fue el más afectado.
El año académico está en curso y esta semana terminan
las clases para todos los alumnos de modo que entre el 27 de
diciembre y el 6 de enero se lleven a efecto las pruebas de recuperación.
Nuestra Universidad ha sentido en todo este tiempo el aprecio
de la comunidad nacional e internacional que se ha manifestado
en semestres para estudiantes en universidades extranjeras;
donaciones de equipos para reconstituir los laboratorios
perdidos en la facultad de Ciencias Químicas y la Estación de
Biología Marina de Dichato; fondos para la reconstrucción del
edificio; apoyos de los exalumnos y de empresas amigas.