Luego de haber
sido profesora,
concejala, haber
escrito en coautoría
el libro Tutti Fruti en
el aula, orientado
a la educación
transversal en los
niños pequeños,
Elena Díaz es hoy
alumna del Magíster
en Educación
de nuestra casa
de estudios: “lo
importante de esto
es que estoy con
colegas jóvenes
y ello me da
optimismo de
que la educación
va a mejorar”.
En días que se discute la reforma
a la educación, donde la
calidad de los profesores es el
centro del debate, conversar
con una maestra como Elena
Díaz es un bálsamo para tener
algo de esperanza en que los
nuevos docentes, pudieran tener
sólo un pequeño porcentaje
de la vocación de esta profesora
de Castellano, quien ejerció
por tres décadas en el Liceo de
Hombres de Concepción. Una
dama. Inquieta, crítica y con
sensibilidades sociales muy
marcadas, la “Nenita” -como le
llaman sus cercanos- continúa
hoy ejerciendo como educadora
y dirigiendo un taller literario
para adultos mayores, que
tiene en imprenta su octavo libro
Bicentenario, 8.8 y otros.
A la vez sigue aprendiendo en
cuanto programa de postítulo
existan en las universidades
locales: diplomada en Gestión
Cultural en la USS, realizó
completo el programa de Estudios
Europeos de la UdeC, donde
uno de sus trabajos, Alsacianos
ilustres, será publicado en
el texto final del seminario sobre
estudios europeos realizado
el año pasado, y a la fecha
es alumna regular del Magíster
en Educación de nuestra casa
de estudios.
Desde que volvió la democracia
y hasta el año 2000, ejerció
como concejala de Concepción,
enfocando su gestión en
mejorar la infraestructura de
las escuelas de la comuna –incluyendo
San Pedro y Chiguayante-,
además de restituir la
dignidad de la atención a penquistas
en los consultorios de
la ciudad. Su vocación la extrajo
directamente de su padre,
quien fue profesor primario en
Los Ángeles y de su madre heredó
el trabajo social con los
más desposeídos.
¿De dónde viene esta veta o
fijación por las letras?
-Yo tenía interés de estudiar Filosofía
o Castellano. Mi papá
era profesor primario, había hecho
cursos para dirección escolar
y en mi casa siempre hubo
una excelente biblioteca y mi
papá era de amistades intelectuales,
muy educado y estudioso.
Entonces tuve un buen ambiente
y las letras estaban en el
aire, profesores y gente de hospital,
amigos de mi mamá, médicos
y matronas. Yo era una
cabra chica que recibía comentarios, pero me entraba por el
lado todo este ambiente.
¿En qué momento se vuelca
hacia la literatura?
Tuve la oportunidad en el Liceo
Enrique Molina de compartir
con extraordinarias personas.
Fue colega mío, en el departamento
de Castellano, don Gonzalo
Rojas que tenía un solo
curso, Juanito Loveluck, que tenía
textos de estudio y hacía
los comentarios de toda la
literatura española, Enrique
Parada, Luis Muñoz,
Marcelo Coddou.
Puros macanudos,
que tenían un curso
en el Liceo, porque
la Universidad
de Concepción tenía
como exigencia
académica
que los profesores
del Instituto de
Lenguas tenían que
estar vinculados a un
establecimiento de enseñanza.
Y en las reuniones
de departamento
comentábamos
cómo trabajar
El Quijote, la novela indigenista,
la literatura chilena
o cómo veíamos la novela
de conventillo y los movimientos
literarios nuevos. Teníamos
unas reuniones de departamento
que eran una lindura y
ese contacto para mí fue mi segunda
Universidad.
¿Y su participación en política
cómo llega después?
-Siempre me ha interesado,
además el Liceo era de estudiantes
muy interesados en la
política que tenían muy buenos
profesores de Ciencias Sociales
y Filosofía, entonces eran
chicos muy reflexivos e inquietos.
De mis cursos estaba el semillero
de lo que después fue el
MIR, que eran chicos muy estudiosos
y apolíticos. Yo provenía
de un hogar en que se leía
y se conversaba siempre, que
estaban pendientes de las
elecciones y los problemas
de la gente pobre. Siempre
este tipo de experiencias te
prepara un terreno para
que tú tengas lo que hoy
se llama responsabilidad
social. Si tú estás criado
con gente que está
en contacto con grupos
humanos que sufren, te
repercute siempre y lo vi
desde una perspectiva de
compromiso intelectual.