Se encuentran sin tratamiento 60% de la población infanto juvenil
padece de alguna patología mental
El departamento de Siquiatría y Salud
Mental, de la facultad de Medicina, lleva
adelante ambiciosas investigaciones
que históricamente han sido base para
políticas públicas nacionales en esta
materia.
Como una deuda pendiente,
calificó el director del departamento
de Siquiatría y Salud
Mental, Benjamín Vicente, la
entrega del informe de la investigación
Resultado de estudio
chileno de enfermedad siquiátrica
en niños y adolescentes,
proyecto financiado por Conicyt
y publicado a fines de 2009, pero
que hoy, a nueve meses del
terremoto de febrero, cobra renovada
importancia.
La investigación, explicó Vicente,
entregó cifras relavantes
y “escandalosamente altas”.
Uno de los puntos más significativos
de la investigación es la
alta prevalencia de problemas
de salud mental que no han
sido tratados. Lo anterior por
múltiples factores, entre ellos
la escasa especialidad de siquiatras
en temas infanto juveniles. “Esta es una información
dura, que puede servir para la
ordenar el recurso humano y, a
la vez, es una confirmación de
que, en el caso de la siquiatría
infanto juvenil, los pocos profesionales
que hay están en su
mayoría en Santiago, y el resto
en Concepción”, explicó.
La brecha que evidenció el estudio
es escalofriante: el 60%
de los niños entrevistados tiene
una patología clínicamente
significativa y no están siendo
atendidos. “Los que estamos
diciendo es que 6 de cada 10
niños que están enfermos están
sin tratamiento. Yo creo que
es un dato sólido que servirá
para tomar decisiones” señaló.
Una nueva arista
El teremoto de febrero abrió
una nueva posibilidad de investigación en esta área, gracias a
los recursos entregados por la
propia Universidad, para volver
a estudiar a los niños de la provincia
de Concepción y constatar
si en ellos existe evidencia
de patologías mentales derivadas
del estrés sufrido por el
megasismo.
La literatura indica, explicó el
doctor Vicente, que en el
caso
del estrés postraumático, la
patología aumenta significativamente.
Los resultados preliminares
del estudio que el equipo que lidera revelan otra realidad.
“De hecho, los resultados preliminares
-ya hemos tabulado
las primeras 200 entrevistas están
confirmando mi hipótesis.
La sintomatología del
estrés aumenta, pero las enfermedades
no”.
Hay dos cosas distintas, explicó
el facultativo, uno es el estrés
agudo que se trata de la
reacción que tenemos ante un
evento espectacular al que nos
vemos enfrentados. Si alguien
no reacciona, dice, habría que
preocuparse. “Es la respuesta
normal a una demanda externa
importante, una medida de protección,
natural y normal adaptativa”,
aclaró.
Es cuando esta respuesta se
transforma en habitual cuando
hay sospecha de que el síntoma
se ha convertido en patología
y requiere de tratamiento.
La divergencia en relación a
la literatura tradicional reside
en que los investigaciones
efectuadas a nivel mundial -en
casos como el terremoto de
México en 1985, el tsunami en
Indonesia en 2004 o el huracán
Katrina en 2005- han sido
realizados sin estudios basales
que sirvan como comparación,explicó el director de departamento.
Si bien esta investigación no
ha sido oficialmente concluida,
trabajos preliminares basados
en ellos fueron presentados en
el último congreso de Neurología,
Siquiatría y Salud Mental,
realizado en la IV Región, obtiendo
el premio a la “mejor investigación”.