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  Nº 674 viernes 03 de diciembre de 2010

 

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•CIENCIA

Se encuentran sin tratamiento
60% de la población infanto juvenil padece de alguna patología mental

El departamento de Siquiatría y Salud Mental, de la facultad de Medicina, lleva adelante ambiciosas investigaciones que históricamente han sido base para políticas públicas nacionales en esta materia.

Como una deuda pendiente, calificó el director del departamento de Siquiatría y Salud Mental, Benjamín Vicente, la entrega del informe de la investigación Resultado de estudio chileno de enfermedad siquiátrica en niños y adolescentes, proyecto financiado por Conicyt y publicado a fines de 2009, pero que hoy, a nueve meses del terremoto de febrero, cobra renovada importancia.

La investigación, explicó Vicente, entregó cifras relavantes y “escandalosamente altas”. Uno de los puntos más significativos de la investigación es la alta prevalencia de problemas de salud mental que no han sido tratados. Lo anterior por múltiples factores, entre ellos la escasa especialidad de siquiatras en temas infanto juveniles. “Esta es una información dura, que puede servir para la ordenar el recurso humano y, a la vez, es una confirmación de que, en el caso de la siquiatría infanto juvenil, los pocos profesionales que hay están en su mayoría en Santiago, y el resto en Concepción”, explicó.

La brecha que evidenció el estudio es escalofriante: el 60% de los niños entrevistados tiene una patología clínicamente significativa y no están siendo atendidos. “Los que estamos diciendo es que 6 de cada 10 niños que están enfermos están sin tratamiento. Yo creo que es un dato sólido que servirá para tomar decisiones” señaló.

Una nueva arista

El teremoto de febrero abrió una nueva posibilidad de investigación en esta área, gracias a los recursos entregados por la propia Universidad, para volver a estudiar a los niños de la provincia de Concepción y constatar si en ellos existe evidencia de patologías mentales derivadas del estrés sufrido por el megasismo.

La literatura indica, explicó el doctor Vicente, que en el caso del estrés postraumático, la patología aumenta significativamente. Los resultados preliminares del estudio que el equipo que lidera revelan otra realidad.

“De hecho, los resultados preliminares -ya hemos tabulado las primeras 200 entrevistas están confirmando mi hipótesis. La sintomatología del estrés aumenta, pero las enfermedades no”.

Hay dos cosas distintas, explicó el facultativo, uno es el estrés agudo que se trata de la reacción que tenemos ante un evento espectacular al que nos vemos enfrentados. Si alguien no reacciona, dice, habría que preocuparse. “Es la respuesta normal a una demanda externa importante, una medida de protección, natural y normal adaptativa”, aclaró.

Es cuando esta respuesta se transforma en habitual cuando hay sospecha de que el síntoma se ha convertido en patología y requiere de tratamiento. La divergencia en relación a la literatura tradicional reside en que los investigaciones efectuadas a nivel mundial -en casos como el terremoto de México en 1985, el tsunami en Indonesia en 2004 o el huracán Katrina en 2005- han sido realizados sin estudios basales que sirvan como comparación,explicó el director de departamento.


Si bien esta investigación no ha sido oficialmente concluida, trabajos preliminares basados en ellos fueron presentados en el último congreso de Neurología, Siquiatría y Salud Mental, realizado en la IV Región, obtiendo el premio a la “mejor investigación”.

 

 

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