Investigación descarta nuevo
megasismo en zona de fractura
El estudio señala que prácticamente toda la
energía acumulada en los últimos 175 años
en la zona fue liberada el 27 de febrero.
Una investigación interuniversitaria,
en la que participaron
los académicos de
Ciencias de la Tierra, Andrés
Tassara y Klaus Bataille, revela
nuevos antecedentes
sobre el terremoto del 27 de
febrero.
El estudio, publicado el 29
de julio por Science Express,
analiza los desplazamientos
verticales (levantamientos y
subsidencias) experimentados
por la tierra a partir de
observaciones in situ realizadas
en los días posteriores
al megasismo, en 27 puntos
de la costa y 9 sitios estuarinos,
sobre la línea de la
fractura.
Además de confirmar, con información
de primera mano,
la gran extensión del área de
ruptura –unos 500 kilómetros,
desde Navidad/Matanza
en el norte hasta Tirúa en el
sur- el estudio estableció un
patrón de la deformación del
terreno cubierto por el sismo,
que señala que los mayores
alzamientos ocurrieron en la
costa, mientras que los hundimientos
más significativos
se registraron tierra adentro,
con valores extremos en
la Isla Santa María (con una
elevación de 2.5 metros) y el área del río Bío Bío (con un
hundimiento de un metro).
Los datos colectados en terreno
fueron llevados a un
modelo elástico simple –que
muestra cómo se acumula
energía en una falla y cómo
se relaja en los terremotos considerando
como supuestos
un ancho de aproximadamente
140 kilómetros y una
profundidad máxima de 43
kilómetros para el área de
ruptura. Punta Lavapié antes y después,
en imágenes de Simón Muñoz
(Panoramio - Google Earth) y Andrés Tassara.
El modelo predice que el
desplazamiento promedio
entre las placas habría sido
de 8 a 12 metros durante el
terremoto, coincidiendo con
la distancia en que las placas
de Nazca y Sudamericana
se han acercado la una a
la otra desde el último gran
terremoto en la zona (1835).
Esto según los investigadores
sugiere que prácticamente
toda la energía acumulada
en los últimos 175 años fue
liberada el 27 de febrero, lo
que descarta la ocurrencia
de un sismo de gran intensidad
en el futuro cercano.
Andrés Tassara explica que
el tipo de análisis usado en
terreno es algo muy sencillo –“en la práctica, dijo, significó
medir con una huincha el
espesor de la franja blanca
formada por el alga alzada y
muerta”- pero que al ser utilizado
eficientemente permitió,
entre otras cosas, ajustar
un modelo elástico. De este
modo, indicó, ha sido posible “deducir algunos parámetros
fundamentales del megaterremoto
que son de interés
para toda la comunidad internacional
y que, por tanto,
han merecido su publicación
en la revista más importante del planeta”.