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  Nº 667 jueves 15 de julio de 2010

 

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Precisiones terminológicas en el final de la vida

Con el aumento de la esperanza de vida en nuestro país y en el mundo, los criterios que definen la muerte han sido modificados. Al tradicional concepto de muerte cardio-pulmonar, se han sumado el estado vegetativo persistente, acuñado en 1959, en el que sin estar fallecida la persona está sumida en un estado permanente de ausencia, o los criterios Harvard de muerte cerebral, definidos en 1968.

El conflicto está, explicó el doctor Fernando Heredia, en las situaciones que bordean la vida, como es el coma, el estado vegetativo persistente, la muerte cerebral, el síndrome de cautiverio o locked in. En la conferencia Precisiones terminológicas en el final de la vida, organizada por la carrera de Ciencias Políticas, el académico, que imparte el curso de Bioética en la facultad de Medicina, revisó los principales aspectos que giran en torno a este tema y los conflictos que hasta ahora en el país existen debido a la deficiente legislación y a la falta de conocimiento por parte de la población.

Explicó que dentro de los aspectos más conflictivos en estos temas, se encuentra el diagnóstico de muerte, el consentimiento para la donación, los donantes vivos, el consentimiento del receptor y la distribución de recursos y órganos. En estos últimos fue enfático al indicar que en Chile debería, como en todo el mundo, ser un tema anónimo, ya que así le quita presión a la familia del posible donante.

El especialista recordó algunos casos emblemáticos que han remecido a la sociedad, como fue el caso de los niños Felipe Cruzat y Diego Poblete, quienes fallecieron por no haber contado con un órgano a tiempo para su trasplante y cuyas experiencias abrieron un fuerte debate político y civil.

Otro de los aspectos abordados en su charla fue la eutanasia. Calificada como directa o indirecta en cuanto existe o no la intención de provocar la muerte en las acciones que se realizan sobre el enfermo terminal. Explicó que en algunos lugares se distingue entre la eutanasia como acción y la eutanasia como omisión (o dejar morir). Su equivalente sería eutanasia activa y eutanasia pasiva, respectivamente. También se utilizan, en forma casi sinónima, las calificaciones de positiva y negativa respectivamente.

La Organización Médica Colegial española y otras instituciones no aceptan esta distinción terminológica porque lleva a confusión y consideran que la eutanasia es siempre deontológicamente condenable. Sin embargo, explicó Heredia, distinto es que un médico tome la decisión de suspender un tratamiento inútil.

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