En un amplio relato, en el que compartió los testimonios recogidos
en sus visitas a distintas localidades, la sicóloga Pilar
Sordo dio cuenta de los procesos emocionales que el megasismo
del 27 de febrero ha desencadenado en la población.
Son esos procesos” que vivieron y siguen viviendo quienes
han sido más afectados por el evento, los que la sicóloga expone
como el “terremoto del alma”.
Ese fue el título que dio a la conferencia con que el 3 de
junio cerró el seminario Resiliencia: Una herramienta para
construir en tiempos de crisis, organizado por la Sociedad
de Académicas y Profesionales, la dirección de Personal, la
Asociación Gremial de Secretarias, el Comité Bipartito de
Capacitación y UdeC Capacita en el marco de las acciones
emprendidas por la Universidad con el objetivo de apoyar la
recuperación física y sicológica de sus trabajadores tras el
terremoto.
“Fue un posgrado en humildad en 2 minutos y medio nos dimos
cuenta de lo insignificante que somos”, afirmó. Pero
también, agregó, ante la fragilidad de ese momento “fuimos
más humanos que nunca”.
La sicóloga señaló que esta vivencia ha sido, para muchos,
una oportunidad de aprendizaje: para crecer emocionalmente,
valorar los afectos y entender que lo único que existe es el
presente “y que hay que gozarlo y vivirlo responsablemente”.
Así, su diálogo fue una invitación a aprovechar estos aprendizajes,
porque -como señaló- junto a los grandes daños materiales,
el terremoto produjo “grietas en el alma que son más
difíciles de reparar (que las de los muros)”.
Sordo afirmó que la reconstrucción del alma pasa en primer
término por reconocer que el problema existe; para luego reflexionar
sobre él y conocerlo a fondo y, finalmente,
proponer soluciones.
En este punto, advirtió sobre uno de los principales
problemas de los chilenos: todos sus motores de solución
están puestos fuera, fundamentalmente en los bienes
materiales que es donde -dijo- encuentran la sensación
de seguridad.
Hoy, afirmó, es necesario comprender que el motor
de la vida es interno y que “debemos empezar a
creer y confiar en nosotros”. ése es, a su juicio, el
primer paso para emprender la reconstrucción
emocional del país.