Su alta calidad
humana y
moral se ha
transformado
en parte de su
legado para
muchos científicos
formados en
esta Universidad;
opinión compartida
por sus colegas,
alumnos y
las máximas
autoridades.
El rito se repite. La medalla con
la efigie del rector Enrique Molina
volvió a imponerse a un académico
que ha mostrado sobrados
méritos para hacerse acreedor
del más alto grado honorífico que
la Universidad otorga a sus docentes.
El martes, el académico del departamento
de Geofísica, Alberto
Foppiano, ingresó al selecto grupo
de Profesores Eméritos de la
Universidad. Fue el justo reconocimiento
a una carrera consagrada
plenamente a la casa de estudios
y a la calidad humana de
quien se ha ganado el respeto y
admiración de sus pares y alumnos.
En la Sala Tole Peralta, autoridades
universitarias, directivos y
docentes de la facultad de Ciencias
Físicas y Matemáticas, amigos
y familiares del doctor Foppiano,
aguardaban el inicio de la
solemne ceremonia que encabezaron
el rector Sergio Lavanchy
y el secretario general, Rodolfo
Walter.
Tras la interpretación del himno
de la Universidad, el decano de
Ciencias Físicas y Matemáticas,
Rodolfo Araya, expuso las cualidades
que justificaron la entrega
del título honorífico al académico.
“Del profesor Foppiano se puede
decir que se ha entregado
completamente a la Universidad,
pues ha dedicado su talento y entusiasmo
exclusivamente al desarrollo
de esta casa de estudios,
anteponiendo siempre en su gestión
el beneficio de la institución
por sobre su provecho personal”,
señaló Araya destacando que su
accionar no sólo ha puesto su
atención en su área de estudio,
sino que en la Universidad “como
una institución completa, presente,
influyente y prestigiosa en el
medio externo”,
Alberto Foppiano obtuvo el título
de profesor de Matemática y Física
en la Universidad de Chile en 1970, luego de lo cual realizó
cursos de perfeccionamiento en
Argentina e Inglaterra, alcanzando
en 1977 el grado de doctor en
Física en el Imperial College de
Londres.
Alumno ayudante –de 1964 a
1966- en los institutos de Matemática
y Física, en 1967 inició
su relación oficial con la Universidad,
impartiendo docencia de
pre y posgrado en las cátedras
de Óptica, Electricidad y Magnetismo,
Aeronomía, dirigiendo decenas
de tesis de grado, de título
y seminarios de título.
La capacidad y excelencia científica
del académico se reflejan
en la publicación de más de 34
artículos en revista de corriente
principal, su participación en innumerables
congresos nacionales
e internacionales y una activa
trayectoria en el desarrollo
de proyectos Fondecyt a partir de
1989, que –como destacó el decano-
lo sitúan entre los profesores
titulares más productivos de
su facultad.
Fue presidente de la Asociación
Latinoamericana de Geofísica
Espacial (2001-2004), representante
de Chile ante el Comité
Consultivo Internacional de
Radiocomunicaciones (1977-
1991) y la Unión Radio Scientifique
Internationale (desde 1993)
y delegado alterno del Scientific
Comitee on Antartic Research
(1997-2005); siendo reconocido
por más de dos décadas, por pares
extranjeros, como el referente
chileno para investigaciones
en aeronomía.
De sus contactos internacionales
y su reputación, dijo Araya, se ha
beneficiado la Universidad a través
de variados convenios nacionales
e internacionales, dentro
de los que destacan el de mantención
y renovación de la única
estación ionosférica chilena, que
se encuentra en la Universidad, y
el que permitió contar por 6 años
con una en la Antártica.
Araya también se refirió a las
cualidades humanas del académico,
destacando en él los valores
de la confianza el respecto y
la rectitud. “Su alta calidad humana
y moral se ha transformado en
parte de su legado para muchos
científicos formados en esta Universidad;
opinión compartida por
sus colegas, alumnos y las máximas
autoridades de nuestra Universidad
que en forma unánime
aprobaron cada una de las etapas
de postulación para alcanzar
esta investidura honorífica”.
Tras la lectura del decreto de otorgamiento
del título, por parte del
Secretario, se realizó la investidura.
El rector Lavanchy le impuso
la medalla del grado al profesor
Foppiano, entregándole copia del
decreto y el diploma que acreditan
el grado.
Finalmente, el homenajeado firmó
el libro de Profesores Eméritos,
para ofrecer su primera clase
en su nueva calidad académica.
En su intervención, el Profesor
Emérito, hizo un recorrido sobre
los avances en los conocimientos
sobre la ionosfera, ahondando en
los progresos que en la materia
se han producido en la Universidad
de Concepción. Es justamente
en esta casa de estudios
donde se inician las investigaciones
ionosféricas con la instalación
en 1957 de un radar de alta
frecuencia en el fundo Andalién,
resultado de las gestiones del entonces
director del Instituto de Física
Leopoldo Muzzioli. También
habló del aporte de la Universidad
en la mantención de la estación
ionosférica en la Antártica
entre 1986 y 1992.
Su exposición estuvo matizada
por variadas anécdotas y recuerdos
de su época de estudiante
tanto en Chile como en Inglaterra.
Al agradecer el homenaje,
el académico señaló que es una “distinción que no habría podido
siquiera imaginar el 1 de febrero
1967, mi primer día de trabajo
como instructor en el Instituto
Central de Física en la Universidad”.