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  Nº 658 lunes 11 de enero de 2010

 

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•ENTREVISTA

La primera exalumna que llega a la Suprema

Es la quinta mujer en hacer su ingreso a un territorio otrora dedicado sólo a varones.

El día de la llamada que le anunciaba que su nombre sería propuesto a la Presidenta de la República para ocupar un cargo en la Corte Suprema de Justicia, la abogada de la Universidad de Concepción, Rosa Egnem Saldías se paseaba en la maternidad de la Clínica Santa María, donde su hija daba a luz a su segunda nieta. La pequeña llegó entonces, no con la clásica marraqueta bajo el brazo, como dice la voz popular, sino que con un regalo mejor para su abuela.

De esto transcurrió más de un mes y el trámite está cumplido. El Senado aprobó la propuesta presidencial y la Ministra Egnem cambió su oficina de la Corte de Apelaciones de San Miguel, donde ejerció diez años, hasta el céntrico edificio del Poder Judicial.

Es la quinta mujer en hacer su ingreso a un territorio otrora dedicado sólo a varones. Y este dato ha sido destacado ampliamente. Cinco supremas hablan de un salto fundamental en el tema género y de acceso a altos puestos de relevancia en una institución por largos años exclusiva y excluyente.

Veamos algo de su historia personal, ¿cómo llegó a estudiar a la Universidad?
Soy de Yungay, en la provincia de Ñuble; de una familia de ocho hermanos. Llegué a estudiar interna al Liceo Fiscal de Niñas. De ahí pasé a la Universidad de Concepción, tras el bachillerato . Hice el Propedeútico e ingresé a Leyes. Con ocasión de este nombramiento, mi mamá que afortunadamente está conmigo, con 84 años, sacó el archivo de recortes de sus hijos y gracias a él tuve un panorama amplio de mi vida estudiantil. Como, por ejemplo, de un premio que obtuve en el Liceo y como la directora Etelvira Delaporte al entregarlo señalaba y me instaba “ a dejar bien puesto el nombre del colegio”.

Lo ha cumplido sin duda , lo mismo que a la Facultad.
En la Facultad tuve una vida espléndida, mis amigas y amigos del alma provienen de allí. Y ellos fueron los primeros que me festejaron aquí en Santiago. En la Corte Suprema si bien soy la primera mujer exalumna, me antecedieron Guillermo Silva Gundelach, compañero mío de curso y con el cual ahora tenemos oficinas vecinas y el ministro Hugo Dolmetsch.

Usted también se casó con un exalumno
Mi marido Homero Sariego Rivero es médico otorrinolaringólogo y estudió en la U.de Concepción. Eramos vecinos, pero también coincidimos en la Universidad. Él trabaja en el Instituto de Neurocirugía y en la Clínica Santa María. Tenemos dos hijos y dos nietos.

¿Cómo inicia la carrera en el Poder Judicial?
En 1972 me recibo. Partí como secretaria del Juzgado de Letras de Yumbel, donde estuve año y medio. Luego ya casada estuvimos en Santa Juana. Fui juez de Letras.

Conoce el micro y el macro mundo de la justicia
A todos los jueces nos pasa lo mismo. En mi caso mi experiencia en Santa Juana me marcó y enriqueció desde el punto de vista humano y social. La problemática de la gente sencilla que ven en el juez y esperan de él una respuesta a múltiples inquietudes. No solamente los ligados a la justicia. Esa relación directa entre personas y jueces es muy valiosa. Aparte que los delitos que allí se cometían eran en general delitos menores, no escabrosos. En Santa Juana nació mi hija mayor, Paulina.

¿Desde cuándo está en Santiago?
Llegué como secretaria del 19° Juzgado del Crimen. Nace mi segundo hijo, Fernando, quien también es abogado. Estando de secretaria me llamaron a relatar como suplente e integrante de la Corte de Apelaciones de Santiago; más tarde fui juez del 3° Juzgado Civil de Santiago. Este último funcionaba entonces en el palacio de los Tribunales, en el mismo sector donde hoy se ubica la Cuarta Sala que llegué a integrar como Suprema. En resumen estuve 14 años como juez civil en Santiago; por tres años fui fiscal de la Corte de Apelaciones de Santiago y por una década como ministra de la Corte de Apelaciones de San Miguel.

Una zona dura en materia de delitos viejos y nuevos.
Sí. Eso es así, una zona marcada muy especialmente por los delitos de tráfico de drogas. En la Corte de Apelaciones, sin embargo, en la labor diaria logramos conformar equipos de trabajo espléndido con una clara orientación hacia la comunidad. Por ejemplo, los ministros podíamos explicarle en charla a los estudiantes acerca del bullyng, de la violencia intrafamiliar.

Su juramento como ministra de la Suprema fue transmitido por televisión. Un hecho novedoso.
Lo fue por CNN Chile y yo aún no he podido verlo, pero eso tiene que ver con toda una política del Poder Judicial en su conjunto de mostrar el trabajo, de explicarlo muy claramente a las personas, para lo cual se cuenta con vocero y una oficina profesional dedicada al tema comunicacional.

Al asumir se ha destacado el tema equidad de género, pero también su condición de cristiana, ¿profesa alguna religión?
No pertenezco a ninguna denominación religiosa, confesional. Soy cristiana, creyente y lo que sí hago de manera permanente es estudiar las Escrituras. Soy una persona amplia de criterio, no tengo prejuicios con las instituciones religiosas y asisto a cualquiera iglesia cristiana con naturalidad. Respecto al tema acceso de la mujer, en general, las mujeres hemos sido la mitad o más de los jueces; hemos demostrado en todas las áreas ser eficientes, dedicadas y nos complementamos bien con nuestros colegas. El problema era el acceso a los puestos altos. Entonces lo que hace el Poder Judicial es ponerse al día con una tendencia que ya venía.

¿Cómo siente y cómo ve la Universidad de Concepción?
Una Universidad entre las grandes, de un prestigio bien ganado y a la cual me siento muy orgullosa de haber pertenecido. Tuve profesores excepcionales y como decía antes compañeros y amigos hasta hoy. Ana María Hernández, Gloria Hernández, juezas ambas; Sergio Molina, ministro de la Corte de Coyhaique; Rodrigo Biel, ministro de la Corte de Talca; Teresa Mora, ministra de la Corte de Puerto Montt; Carlos Prat Maudier; Alejandro Abuter; María Eugenia Sandoval, abogada integrante de la Corte Suprema de San Miguel; Adriana González , etc. Sólo me hubiera gustado que don Víctor Hernández hubiera sabido de mi ingreso a la Suprema, él fue como un guía y un padre, cuando el mío ya no estaba. Sin embargo, su estado de salud se lo impide. En mi familia tenemos una marcada cercanía por Concepción, su Universidad , su gente e instituciones.

(Mónica Silva Andrade)

 

 

 

 



 

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